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Jorge Liotti: “Massa es un político mucho más ambicioso, voraz y autogestionable que Alberto Fernández”

“Si lo que viene es un Massa que ajusta en términos kirchneristas y no puede bajar la inflación, no me la imagino a Cristina absorbiendo el costo político sin decir nada”, plantea. “Massa ...

“Si lo que viene es un Massa que ajusta en términos kirchneristas y no puede bajar la inflación, no me la imagino a Cristina absorbiendo el costo político sin decir nada”, plantea. “Massa está pensando en algo mucho más unipersonal, que es algo muy precario para lo que necesita la Argentina a partir de diciembre”, analiza. “Massa es un político mucho más ambicioso, voraz y autogestionable que Alberto Fernández”, afirma. “Hubo un pedido para que Macri no apareciera tanto porque lo estaba eclipsando a Milei”, afirma. “Milei constituye una novedad absoluta y no quiero ni siquiera pensar esa novedad si se da la posibilidad de que acceda al gobierno”, reflexiona.

“Hoy la situación es mucho más compleja que en 1983 o en 2001 porque la Argentina se ha ido alejando de los momentos virtuosos que tuvo”, explica. “Estamos en un momento absolutamente crucial de la historia argentina, con una sociedad que ha llegado a un nivel de asimilación muy profunda de lo que implica cerrar un ciclo o, por lo menos, de entender que las cosas, tal cual están funcionando, no van bien”, analiza y agrega: “Milei termina de darle sentido a eso”. “Los resultados electorales están reflejando ese estado de excepción con el que llegó la sociedad a este momento”, sintetiza. “Hay que mirar con cuidado el balotaje que se viene: la tentación es mirarlo con el espejo retrovisor de octubre”, advierte.

“Milei configura un proceso absolutamente inédito para la Argentina. Ni siquiera es comparable con el crecimiento de Macri”, dice. “La Libertad Avanza es un sello: su configuración parece nítida en lo ideológico pero no en términos organizacionales. Tiene muchos bordes porosos”, señala. “Milei necesitaba tener representacion en distinto lugares. Eso fue aprovechado por actores inorgánicos, articulados con el oficialismo”, sostiene y sigue: “El oficialismo le terminó aportando algunos de los elementos de los que más adolecía la fuerza de Milei: básicamente, fiscalización y representación en las listas”. “Hay un llamado de atención respecto de cuál va a ser el basamento y la musculatura política de Milei si es que llega a ganar la lección: si va a estar en minoría con un bloque propio y si, a su vez actores en su propio espacio van a correrse, es complejo”, alerta.

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“Massa le debe mucho menos al kirchnerismo en este resultado electoral que lo que Alberto le debía al kirchnerismo en 2019″, precisa. “Si gana Massa, ¿cuál es el rol del kirchnerismo y de Cristina? Es el gran interrogante”, destaca. “Cristina no se va a retirar a su casa, pero tampoco es la que era en 2019″, dice y desarrolla: “Hay un ocaso de poder de Cristina que es absolutamente perceptible. Tiene menos instrumentos para empoderar o empoderarse. Dicho esto, Cristina mantiene la posibilidad de la disidencia”. “El kirchnerismo va a quedarse con algunos bastiones de poder. En el Congreso, las listas han sido mayoritariamente del kirchnerismo, aunque no tienen mayorías”, visualiza. “No he logrado identificar una conversación sobre cómo sería el gobierno de Massa y cómo se articularía con el resto de los espacios de Unión por la Patria”, describe y concluye: “Creo que eso no está conversado y, si gana Massa, habrá que ver cómo funcionan los hechos”.

“Massa está pensando en una especie de gabinete arcoiris donde junta figuras de distintas procedencias. ¿Qué es eso? No es una coalición de gobierno”, clarifica. “Las dos coaliciones han evitado dedicarle tiempo y esfuerzo a ver cómo iban a funcionar como coalición, que es un instrumento nuevo para la Argentina”, cuestiona y subraya: “Hay una subestimación del instrumento de gobernabilidad”. “Antes, esto no se debatía porque alcanzaba con un partido político para ganar y gobernar. Ahora no alcanza más”, compara. “En el caso de que gane Milei, va a haber una ruptura profunda y en el caso de que gane Massa, un quiebre menos marcado de lo que fue la organización del sistema político hasta ahora”, sostiene.

“En el escenario de Milei ganador, va a contar con una apoyo de parte de Macri que no le va a alcanzar”, puntualiza. “Si llega a ganar Massa, Milei va a quedar como un actor complementario”, pronostica y precisa: “Se va a desarmar Juntos por el Cambio. El peronismo va a tener la tentación de unirse y Massa va a ir tratando de sumar todos los vestigios de Juntos por el Cambio que quedaron sueltos. Ya lo está haciendo”, remarca. “Todo el tiempo los está llamando. Les dice: ‘yo sé que ahora no te podés jugar pero cuando yo gane, te voy a convocar’”, insiste.

“Si pierde Milei, termina de perder Macri. Macri ha perdido con la apuesta de Patricia Bullrich y con la descomposición de Juntos por el Cambio”, opina y suma: “Si esta segunda alternativa tampoco funciona, va a entrar en un ocaso parecido al de Cristina. “Si Milei gana, Macri probablemente no va a tener un cargo pero va a ser muy influyente”, anticipa. “Apareció una especie de padrinazgo político: por un lado, Milei lo necesita a Macri y lo reconoce. Y, por otro lado, a Milei lo incomoda”, distingue. “Hay una sociedad muy expectante y muy impaciente que no le va a dar mucho margen al próximo gobierno”, pronostica.

El respetado columnista político Jorge Liotti estuvo en La Repregunta. Liotti es editor jefe de política y prosecretario de redacción del diario LA NACION. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del Salvador y Máster en Estudios Internacionales por la Universidad de Birmingham, Gran Bretaña. Es profesor e investigador en la Universidad Católica. Es autor de La última encrucijada. Los dilemas de la democracia argentina.

La Argentina, en crisis económica y social estructural. Una oposición que quedó fuera de juego. Y un balotaje que se presenta como un callejón sin salida. ¿Qué chances tiene Milei, eventualmente? ¿Qué chances tiene Massa? ¿Cuáles son los riesgos de la Argentina 2024 en cada escenario de triunfo, y de derrota? Liotti hizo su análisis. Aquí, la entrevista completa:

¿La última encrucijada? ¿Por qué 2023 es más grave que 2001 y 1983?

–”Última encrucijada” resulta un concepto importantísimo por la situación que la Argentina está atravesando. Se cumplen 40 años de democracia. En 1983 se dio otra encrucijada. En 2001 se dio otra. ¿Por qué esta encrucijada de 2023 es la última encrucijada, según tu concepto? Tenemos más o menos la misma edad, hemos visto a la Argentina en situaciones límites en las que pensamos que era la última encrucijada. Por eso, ¿por qué conociendo esa historia ésta es la última, según su análisis?

–El título es lo que más se debatió en torno del libro: el porqué la última encrucijada y el término de “última”. En esas circunstancias que vos mencionás, había un camino posible ante distinto tipo de situaciones. El ‘83 era la expectativa de la restitución democrática y, en consecuencia, era la salida socialmente aceptada y, desesperada casi: dejar atrás esos años oscuros de la dictadura. En 2001, que probablemente haya sido el momento más crítico de estos 40 años, aun en su complejidad y en su profundidad, era una crisis de cosecha relativamente reciente y bastante focalizada en un tema económico monetario. La crisis estalla porque la Convertibilidad era insostenible: estaba generando desempleo, con una gran cantidad de gente que estaba fuera del sistema, pero todavía estaba la expectativa de que el camino virtuoso, para algunos, esa primera etapa del menemismo en que el país crecía, no estaba tan lejos. Y los que se caían del sistema se habían caído recientemente. Eran recuperables. El recorrido que posteriormente toma la Argentina la deja hoy en una situación mucho más compleja. No solamente tenemos otra vez la discusión monetaria, fijate que estamos hablando de la moneda, que es casi lo más básico que tiene un sistema económico, pero también estamos discutiendo inflación que, en 2001, no teníamos. Estamos con un nivel de pobreza altísimo, con una diligencia política absolutamente invalidada y bloqueada entre sí, con esa pobreza de 40% estructurada y cristalizada a lo largo de 20 años. Entonces, hoy es mucho más complejo porque la Argentina se ha ido alejando de algunos momentos virtuosos que tuvo casi.

–Casi que no tiene a dónde volver, no tiene una referencia cercana a dónde volver.

–Te vas perdiendo. Ya no te vas acordando de dónde estuviste en algún momento. Ahí aparece la idea de “última encrucijada”. Comparo este momento con 2015 o 2019 y las recientes elecciones presidenciales. Uno puede decir bueno, ahí también había un Macri vs. Scioli, o un Alberto vs. Macri. Pero la alternativa estaba en el sistema: Macri era el vector natural de cambio frente a 12 años del kirchnerismo, un proceso que se había agotado. Ahí llega un giro. Y en 2019, el peronismo unido, moderado, volvió a generar atractivo y estaba ahí la respuesta.

La última encrucijada no es la electoral, es la que empieza a partir del 10 de diciembre

–Claro no era sólo votar por el mal menor, sino que de parte de la ciudadanía había un voto convencido tanto con Macri como con Fernández.

–Absolutamente. Había un voto mayoritario de expectativas, de ilusión. Yo no percibo eso hoy. Eso es parte de la diferencia de este momento respecto de otras situaciones: cómo entró la sociedad al proceso electoral, lo que recibió de parte de la dirigencia como oferta de candidatos, angostada aún más el período de balotaje. Esto va a ser absolutamente determinante para lo que venga después del 10 de diciembre.

Milei, la gran disrupción. ¿Qué significa para el futuro de la Argentina?

–La última encrucijada salió publicado a fines de julio de este año. No habían sucedido todavía las PASO. Con la sorpresa de un Milei ganando en las PASO, cuando se convierte en un representante de un porcentaje alto de argentinos que ven algo en el libertario, ¿cómo se complejiza esa última encrucijada con esa emergencia y esa competitividad tan contundente de Milei?

–El libro hace una descripción que intenta ser lo más profunda posible de cómo llega a la Argentina en este momento, cómo ha ido acumulando sus déficit en materia económica, en el plano social y en el político. De alguna manera concluye en la idea de que estamos en un momento absolutamente crucial de la historia argentina, con una sociedad que ha llegado a un nivel de asimilación muy profunda de lo que implica cerrar un ciclo o, por lo menos, entender que las cosas tal cual están funcionando no van bien.

–¿Milei es una confirmación de esa percepción de la sociedad?

–Milei termina de reconfigurar o de darle sentido a eso. En relación a esto que estás planteando, revisé el libro para ver hasta donde llegué a escribirlo. Primero, decía que esta elección es para la Argentina la elección más importante en lo que va del siglo XXI. También, que no me imaginaba una elección ordinaria donde la gente fuera a votar rutinariamente entre un partido u otro. Y de hecho es lo que ha ocurrido. Ha habido alternativas en las PASO. Pasó una cosa en la elección general. Ocurrió otra en las provincias, se votó de un modo a nivel nacional y de otro a nivel provincial. Y estamos llegando al balotaje con dos candidatos, uno que tiene un poquito más de un tercio y otro que tuvo un poquito menos de un tercio. Los resultados electorales están reflejando ese estado de excepción con el que llegó la sociedad y el electorado.

El tamaño de la sorpresa Milei. ¿Un indicador de un cambio de época todavía más profundo?

–Ahora, tanto el triunfo de Milei en las PASO como el triunfo de Massa en la general, que se convirtió en primera vuelta, sorprendieron. Aun teniendo muy en cuenta ese análisis, aun percibiendo muy bien las capas que se superponen en ese concepto de encrucijada argentina para este 2023, la sorpresa estuvo. Usted es un periodista político, tiene fuentes refinadas, tiene un diálogo diario con esas fuentes, analiza estructuralmente y la curva larga de la historia de la Argentina y, sin embargo, hubo sorpresa también para usted. ¿Esa sorpresa es la medida o el síntoma de una escalada mayor de los desafíos enormes que atraviesa la Argentina? Porque aun anticipando que había un cambio estructural importante y que ésta sería una elección muy atípica y muy relevante, hubo sorpresa.

–Yo segmentaría las etapas. En las PASO, Milei sorprendió: todos pensábamos que iba a estar alrededor del 20% y sacó el 30. Hubo una subestimación de un votante que no estaba medido ni auscultado, un votante que estaba agazapado, que no respondía encuestas. Los encuestadores venían diciendo que había un 30 a 40% de la sociedad que no podían identificar dónde está. Ahí se da esa irrupción muy fuertemente: Milei se transforma y pasa de ser un candidato testimonial importante pero marginal a ser el primero. Aunque haya sido por un punto y pico, fue muy importante que haya sido el primero, incluso como fuerza política. Después se da un aparente reflujo en la elección general porque Milei toca el techo. Se queda en el mismo valor proporcional que en las PASO.

–No crece.

–No crece. Se venía viendo un poquito ese fenómeno: en las semanas posteriores a las PASO, Milei tuvo una inercia que lo llevó hasta 36, 37 puntos, según algunos encuestadores. Después no crece más. Y ahí empieza el reflujo y se consolida Massa a partir de una mayor organicidad en la campaña, mejor articulación, con medidas económicas de alivio fiscal o alivio en el bolsillo, bonos o lo que fuera, y un ordenamiento de la estrategia. Ahora bien, habría que mirar con cuidado el balotaje que se viene: la tentación es mirar esa elección con el espejo retrovisor de octubre, como fue un error mirar octubre con el espejo de agosto. Con una sociedad no demasiado entusiasmada con ningún proyecto ni candidato, oscilante y muy variable, con encuestas que muestran que incluso hoy hay cambios de Massa a Milei y de Milei a Massa, que serían supuestamente antagónicos en términos ideológicos, en este contexto, evitaría la tentación fácil de traspolar la general al balotaje. Tomaría con mucho cuidado esa circunstancia.

De Massa a Milei y viceversa. El crecimiento libertario y el vínculo con el oficialismo massista. La política táctica

–Está la esfera de las ideas, de estos cambios superestructurales de la Argentina, de las mentalidades de los argentinos en función de las crisis que vamos atravesando, pero también está la política: cómo la política juega en el crecimiento de un personaje. Para que Milei se convirtiera en el ganador de las PASO, contó necesariamente con un apoyo de un aparato político que era ajeno a La Libertad Avanza. Hay muchos datos sobre un apoyo de la dirigencia de Massa, de financiamiento que sale de ese sector y llega hasta La Libertad Avanza. Más allá de que un fenómeno como el de Milei sea representativo, ¿cuán representativo es de cómo se está construyendo un poder cada vez más táctico?

–Milei configura un proceso absolutamente inédito para la Argentina. Ni siquiera es comparable con el crecimiento de Macri, que funda un partido, que gobierna la Ciudad, que hace el camino habitual que ya era novedoso en el momento en el que surgió Macri, para contraponerse con el histórico radicalismo y el peronismo Milei le da una vuelta más a eso: es una fuerza que se crea orgánicamente y participa por primera vez hace dos años, saca el 17% de los votos en la Ciudad de Buenos Aires y nacionaliza la figura de Milei en prácticamente seis u ocho meses. Es un fenómeno realmente sorprendente que aparecía en las encuestas: de pronto, un candidato local pasa a tener repercusión a nivel nacional y transfiere ese 17 o 20% a todo el territorio nacional. Es un proceso totalmente distinto porque no hay un partido claro, es una construcción absolutamente unipersonal. La Libertad Avanza es un sello: su configuración parece supuestamente nítida en términos ideológicos, pero no en términos organizacionales. Tiene muchos bordes porosos. En esas porosidades, empieza la configuración de listas. Milei necesitaba tener representación en distintos lugares, y, de hecho, ha perdido la posibilidad de tener más porque no llegaba a acuerdos, porque había diferencias. Eso fue aprovechado por actores inorgánicos, articulados con el oficialismo, que dicen: acá tengo una vía de crecimiento rápido en lo político, total después me termino apartando. Es una organización muy particular porque, hasta hace poco tiempo, Milei ni siquiera conocía a sus propios candidatos. Entonces, primero, Milei es un fenómeno producto de esa circunstancia social que describe al principio.

–Es un fenómeno vital y real: eso está claro.

–Ahora, ese cauce de la demanda social que representa Milei está fuertemente estimulado por una estructura y una dinámica de comunicación muy propia de esta época, particularmente a partir de la televisión y de las redes sociales, que le ha permitido a Milei perforar ese muro de indiferencia que los encuestadores identificaban en ese 30% que no podían saber dónde estaba. Milei logró llegarle a la mayoría de ellos y configuró un colectivo todavía un poco indefinido, pero que logran algún tipo de identificación con las ideas principales de Milei. Milei constituye una novedad absoluta y no quiero ni siquiera pensarlo en la posibilidad de que acceda al gobierno

–En cómo va a ejercer el poder. Lo que estás señalando también es que con esa vitalidad y realidad de ese fenómeno, no alcanzaba necesariamente para ganar en las PASO si no contaba con un apoyo más o menos orgánico o más o menos inorgánico, estratégico y táctico de parte del oficialismo massista.

–El oficialismo le terminó aportando algunos de los elementos de los que más adolecía la fuerza de Milei: básicamente, fiscalización y alguna representación en las listas.

–En las PASO, sobre todo.

–Sí, en las PASO sobre todo en lo que es fiscalización. Pero en lo que es el armado de listas, estamos viendo la consecuencia pos elección general, que ha sido el inicio de un desmembramiento de algunos actores de La Libertad Avanza en la Provincia de Buenos Aires, en Entre Ríos, de algún legislador nacional. Quizás eso está sucediendo antes de tiempo, porque es muy curioso el desmembramiento: ocurre cuando Milei todavía tiene expectativas reales de ganar una general. Esos procesos suelen ocurrir después de que perdiste.

Milei configura un proceso absolutamente inédito para la Argentina. Ni es comparable con el crecimiento de Macri

–Casi que encuentran una excusa para saltar a la otra orilla en esa alianza que hace Milei con Macri.

–Exactamente, pero es una excusa. Esa fragilidad ya estaba de origen. Es un llamado de atención respecto a cuál va a ser el basamento y la musculatura política de Milei si es que llega a ganar la elección. Si ya va a estar en minoría con un bloque propio y si, a su vez, actores en su propio espacio, van a correrse, es complejo. Creo, de todas formas, una vez que termine el resultado electoral, ahí se van a acomodar definitivamente todos los actores del tablero político, no solamente los de La Libertad Avanza. Hay que ver qué pasa con el peronismo si Massa pierde. Hay que ver qué pasa con Juntos por el Cambio, que ya está desarticulado.

De Alberto Fernández a Massa. ¿De la dependencia a la liberación del kirchnerismo… o no tanto?

–Quiero detenerme un poquito en Massa. Me llama la atención esto: cuando ganó Alberto Fernández, un análisis muy instalado era que Alberto Fernández era un gran operador, con mucha cintura política, que iba a poder sobreponerse al tironeo que le planteaba el kirchnerismo, que tenía otro tipo de visión. Finalmente, vimos que Fernández quedó completamente atrapado por ese socio político o por esa dominación política. Ahora, hay una interpretación que habla de Massa y su calidad como político profesional, que destaca su capacidad para disputar el poder y su astucia, que le va a permitir hacer su propio camino de poder y, eventualmente, manejar mucho mejor esa conflictividad con su socio político al kirchnerismo y Cristina Kirchner. ¿Cree que esa lectura, que no fue apropiada con Fernández, es apropiada en relación a lo que puede pasar con Massa si eventualmente gana la presidencia?

–Volvemos a estar ante un objeto electoral de confección casera como fue en 2019 el Frente de Todos: nos reunimos porque tenemos un candidato competitivo y después vemos cómo gobernamos. Eso, en general, termina derivando en un estrés dentro de la coalición por falta de planificación de cuál es la hoja de ruta. Ahora, dicho esto que evidentemente va a llegar si gana Massa en esas condiciones de precariedad en términos de planificación, hay un par de diferencias para pensar que no es la misma historia. Esto no solo en términos de personalidad: Massa es un político mucho más ambicioso, voraz y autogestionable que Alberto Fernández.

–Con votos propios y partido propio.

–Ése es el otro dato. Massa le debe mucho menos al kirchnerismo este resultado electoral que lo que Alberto le debía al kirchnerismo en 2019. Fernández había complementado un poquitito, pero el volumen central venía del kirchnerismo.

–Pero le debe algo, y eso ya es mucho: Massa le debe algo al kirchnerismo y eso ya es mucho para una sociedad política. Donde hay deudas, hay acreedores.

–Sí, el kirchnerismo está adentro pero hay una realidad: no era el candidato de Cristina. Se lo terminan imponiendo y Cristina termina aceptando. El candidato de Cristina era Wado de Pedro. Cambia por presión del propio Massa y de los gobernadores. El otro tema es: si gana Massa, ¿cuál es el rol del kirchnerismo y de Cristina? Es el gran interrogante.

Massa vs. Cristina Kirchner y el kirchnerismo. ¿El regreso de la puja por el poder dentro de la coalición oficialista?

–En la entrevista con Luis Majul, Massa aseguró que Cristina Kirchner no se va a meter, fijate este año que me dejó solo haciendo de Ministro de Economía. ¿Eso significa que Cristina está retirada, entregándole la posibilidad de hacer una gestión propia? ¿O está agazapada y dormida con un ojo abierto, viendo la oportunidad de marcar la cancha?

–No podemos mirar el futuro de Cristina en términos absolutos. No se va a retirar a su casa, pero tampoco es la que era en 2019. De hecho, la elección del candidato lo demuestra: en el 19, puso un mensaje en la red social y acomodó al candidato a presidente y ahora no pudo en forma explícita poner a quien quería. Entonces, hay un ocaso de poder de Cristina que es absolutamente perceptible. Ella tiene menos instrumentos para empoderar o empoderarse. Dicho esto, Cristina mantiene la posibilidad de la disidencia. El mejor tributo que le hace a Massa es el silencio. Lo deja jugar en la campaña. ¿En qué momento ella vuelve a hablar y qué incidencia tiene? Massa va a tratar de manejar esa situación de alguna manera amigable siempre y cuando pueda demostrar que le está yendo más o menos bien. Si lo que viene es un gobierno que ajusta en términos kirchneristas clásicos, que no puede doblegar la inflación, que tiene dificultades para estabilizar, no me la imagino a Cristina absorbiendo todo ese costo político sin decir nada.

–En la lectura de los economistas racionales, que ven el tema económico con honestidad intelectual, se plantea que hay que estabilizar precios y hay que achicar el déficit fiscal como las medidas que eventualmente van a terminar bajando la inflación. Es decir, el ajuste. ¿El kirchnerismo puede resistir un ajuste si se baja la inflación y la ciudadanía aprueba la gestión de Massa?

–Eso es lo que tenemos que ver ahora. El kirchnerismo va a quedarse con algunos bastiones de poder. En el Congreso, las listas han sido mayoritariamente del kirchnerismo, aunque no tienen mayorías, pero van a estar allí. Pueden obstaculizar o molestar. Y va a haber un bastión en la provincia de Buenos Aires, particularmente. Ahora bien, también hay ciertas cosas que al principio probablemente le den un margen a Massa porque hay una asunción de que esta situación es inmanejable. Ahora, más que la inflación o el déficit fiscal, el desafío serán los factores simbólicos, pienso sobre todo en el Fondo Monetario Internacional (FMI). El futuro gobierno va a tener que renegociar el acuerdo con el FMI a partir de diciembre. Ese ha sido un tema absolutamente divisivo. Generó la salida de Máximo Kirchner de la jefatura del bloque.

–No lo votaron los diputados oficialistas

–Absolutamente. Cristina partió el bloque del Senado por ese tema. ¿Qué va a pasar ahora? Eso era porque Guzmán era malo, etcétera. Ahora va a ser el propio Massa quien supuestamente logró acordar con el Fondo. Ahí es donde aparece esta ausencia de hoja de ruta, como ya pasó en 2919. No he logrado identificar una conversación sobre cómo sería el gobierno de Massa y cómo se articularía con el resto de los espacios. Creo que eso no está conversado y, si gana Massa, habrá que ver cómo funcionan los hechos. El kirchnerismo puede bancar algunas cosas pero hay otras en las que va a mantener su bandera política por si a Massa no le va bien y el kirchnerismo vuelva a rotar y, en todo caso, se pare en otra vereda.

Massa y el gobierno “de unidad”. ¿Creíble y viable o ninguna de las dos?

–Massa habla mucho de “gobierno de unidad”, de un ministro de Economía que vendría de la oposición y de un Banco Central con la mitad del directorio en manos de la oposición. ¿Es creíble eso o es retórica, táctica política para después, una vez que asuma, hacer otra cosa? ¿Algún de las pieles políticas que ha encarnado Massa permite pensar que eso tiene alguna realidad y que, además, tiene alguna viabilidad en el caso de ser presidente?

–A mí me interesa más la segunda cuestión de la viabilidad que la de la credibilidad. Hoy todos los políticos en campaña prometen cosas.

–Sí, sabemos. O dejan de prometer, como le pasó a Milei.

–Por eso: necesitan juntar votos y ahora, peor, tienen que ir a juntar votos a peceras ajenas. No tomaría a valor nominal lo que van diciendo los candidatos. Si me concentraría en lo segundo: si Massa está pensando en la unidad realmente, una especie de gabinete arcoiris donde junta figuras de distintas procedencia, ¿qué es eso? No es una coalición de gobierno. Seleccionaría un radical, un macrista, uno del Fit.

–El amigo radical, el amigo macrista que le gusta.

–¿Cómo funciona eso dentro de un continente como es Unión por la Patria? Ahí hay una subestimación: no vienen trabajando juntos, no hay un proyecto común.

–Tampoco lo presenta como un Pacto de la Moncloa.

–Nada. Ganás el balotaje y tenés 20 días para asumir y, en 20 días, convocás y hacés un proyecto de gobierno. Por ahí lo cumple pero hay un exceso de voluntarismo. Yo lo marco muy críticamente: las dos coaliciones han evitado dedicarle tiempo y esfuerzo a ver cómo iban a funcionar como coalición, que es un instrumento nuevo para la Argentina. Obviamente antes estuvo la Alianza, pero esto es distinto. Es una formación propia de los parlamentarismos pero acá está adosado un sistema presidencial. Entonces, no ha funcionado bien. Sobre esa construcción, ahora se le agrega una convocatoria amplia que per se no me parece mal.

Massa está pensando en algo mucho más unipersonal, que es algo muy precario para lo que necesita la Argentina

–Pero la convocatoria no es a partidos políticos sino a figuras. ¿Eso es lo riesgoso?

–Absolutamente. Son figuras individuales que van a ingresar por su capacidad técnica y se van a ubicar en la línea de conducción de Massa. Probablemente Massa esté buscando reconfigurar la coalición de gobierno hacia algo más parecido a lo que él piensa que debe ser, que es distinto a lo que fue con Alberto y a lo que imagina el kirchnerismo. Ahora, hay que ver si eso pasa la prueba del ácido interno.

–Y si la pasa, si no termina en un Cristina Kirchner-Cobos, como se dio con la 125.

–Absolutamente. Por eso digo: hay una subestimación del instrumento de gobernabilidad del cual queda dotado cada gobierno en estos casos. Las coaliciones o la conformación con las que van a gobernar. Antes esto no se debatía porque alcanzaba con un partido político para ganar y gobernar. Ahora no alcanza más. Esa amalgama que se necesita articular con los externos no está clara. ¿Cuál va a ser el sentido? Por lo que pasó en la campaña, parecería que Massa está pensando en algo mucho más unipersonal, donde la figura que delinea los límites sea él, el que baja la línea sea él y después él, individualmente, termina articulando. Es un ejercicio muy precario para lo que necesita la Argentina a partir de diciembre.

Massa y Milei, ¿la alianza táctica que volverá en 2024?

–Muy inestable. Últimas cuestiones. Vimos este acercamiento táctico de Massa a Milei en las PASO, que logró dividir a la oposición, con esa derrota de Juntos por el Cambio, que llega a su tensión extrema porque no sabemos qué pasará, si seguirán juntos o no, en principio no hoy son no tan juntos por el cambio. Ahora también hay una línea de comunicación entre Milei y Macri. Si Massa fuera presidente o si Milei lo fuera, ¿se puede pensar que, presionados por esos aliados tácticos que los ayudaron a ganar distintos momentos de la elección, pueden eventualmente buscar alianzas cada uno con el otro, Massa con Milei y Milei con Massa? Es decir, Massa que buscó de alguna manera apoyar a Milei en las PASO, presionado por el kirchnerismo, ¿podría buscar votos de La Libertad Avanza para probar sus proyectos en Diputados y en Senadores? Y, por el otro lado, ¿Milei podría también apoyarse para sus propuestas políticas en Massa, además de lo que podría jugar ahí Juntos por el Cambio?

–Primero, habría que describir el terreno de juego de estos posibles escenarios, que es un terreno diferente a lo que venimos viendo en los últimos años. En el caso de Milei va a haber una ruptura profunda y, en el caso de que gane Massa, un quiebre menos marcado de lo que fue la organización del sistema político hasta ahora, que se apoyaba en las dos grandes coaliciones y en los últimos dos años, con el surgimiento de una tercera fuerza. Va a haber un re acomodamiento general del tablero. En el escenario de Milei ganador, va a contar con una apoyo de parte de Macri que no le va a alcanzar. Allí, la pregunta principal pasa por dos actores: ¿qué hacen los de Juntos por el Cambio moderados que no adhirieron a Milei? ¿Quedan en un no lugar o terminan recostándose de vuelta sobre esa construcción?

–O los que, dentro de Juntos por el Cambio, adhirieron a Massa.

–Dónde quedan los Morales, los Larreta. Y, en segundo lugar, ¿qué pasa con un peronismo derrotado? En ese caso, una hipótesis podría ser que en ese peronismo derrotado haya algunos actores más proclives a cooperar con un gobierno de Milei y otros actores que se sientan mucho más tentados por organizar la resistencia, con la idea de que Milei va a fracasar, quedémonos enfrente, compliquemos o no le votemos o resistamos para quedar parados en la próxima vuelta. Pero no va a ser el tablero lineal que hemos visto hasta ahora. En el caso contrario de que llegue a ganar Massa, Milei va a quedar como un actor complementario. Se va a desarmar Juntos por el Cambio. El peronismo va a tener una tentación de unirse y Massa va a ir, por sus características y por su modo de construcción política, tratando de sumar todos los vestigios de Juntos por el Cambio que quedaron sueltos. Ya lo está haciendo.

–Emilio Monzó, por ejemplo.

–A mucho más, a los gobernadores, a los que han quedado en ese no lugar del medio. Todo el tiempo los está llamando. Les dice: yo sé que ahora no te podés jugar pero cuando yo gane, te voy a convocar. Les está prometiendo a todos que él va a tratar de tener un correlato de ese equipo de especialistas, pero también políticamente, y construir algo distinto. Va a haber un sector del peronismo que probablemente lo resista.

Milei, más allá del balotaje. ¿Expresidente en el ocaso o estadista influyente?

–¿Cuál es el destino de Macri si eventualmente Milei pierde? ¿Cuál será su destino si gana?

–Si pierde Milei termina de perder Macri. Macril ha perdido con la apuesta de Patricia Bullrich y con la descomposición de Juntos por el Cambio. Se aferró a Milei como una alternativa que ya venía visualizando desde antes como alguien que planteaba sus ideas con más nitidez y potencia. Si esta segunda alternativa tampoco funciona, va a entrar en un ocaso parecido al de Cristina. Ahora, si Milei gana, Macri probablemente no va a tener un cargo pero va a ser muy influyente como lo está haciendo en estas semanas. Apareció una especie de padrinazgo político: por un lado, Milei lo necesita y lo reconoce. Y por otro lado, a Milei lo incomoda. Por eso, en los últimos días, hubo un pedido para que Macri no apareciera tanto porque lo estaba eclipsando. Es un poco el mismo problema que tenía Macri con Patricia Bullrich. Dependiendo exclusivamente de si gana o pierde Milei, el futuro de Macri es muy distinto.

–Se está delineando una Argentina de mayor inestabilidad, y mayor incertidumbre todavía. Después del balotaje, no queda eliminada esa incertidumbre. Se convierte en otra.

–Sin duda. Volvemos al punto original de la encrucijada. Algunos interpretaron que era la encrucijada electoral, pero no: la última encrucijada es la que empieza a partir de diciembre. ¿Cuál es el rumbo que toma la Argentina? Todavía no tenemos absolutamente en claro qué es lo que viene. Hay una sociedad muy expectante y muy impaciente que no le va a dar mucho margen al próximo gobierno. El nuevo gobierno va a asumir con enormes desafíos. Así como no imaginé una lección ordinaria, no imagino un arranque de gobierno ortodoxo y clásico. Va a requerir de mucha fortaleza y de reconectar con una sociedad que todavía está confiando en que puede haber una solución de parte de la dirigencia.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/jorge-liotti-massa-es-un-politico-mucho-mas-ambicioso-voraz-y-autogestionable-que-alberto-fernandez-nid12112023/

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