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¿Qué pasará si le creemos a Milei? ¿Y qué pasará si no le creemos?

Hace exactamente 40 años Robert Joseph Barro y David B. Gordon publicaron una monografía titulada Una teoría positiva de la política monetaria, en un contexto de tasa natural de desocupación....

Hace exactamente 40 años Robert Joseph Barro y David B. Gordon publicaron una monografía titulada Una teoría positiva de la política monetaria, en un contexto de tasa natural de desocupación. Plantearon que los efectos que producen los cambios en la política monetaria sobre la economía dependen, de manera significativa, de la interacción entre los anuncios y las decisiones de las autoridades, y la credibilidad que provocan en la población.

La cuestión tiene enorme relevancia hoy, en el arranque de la gestión de Javier Gerardo Milei y Luis Andrés Caputo.

Al respecto conversé con el norteamericano David K. Backus (1953-2016), quien estudió en la Universidad de Yale y enseñó en las de British Columbia, Queens y Nueva York. Al decir de Thomas Ferguson Cooley: “Era un consumado académico moderno. Nunca estaba tan feliz como cuando podía reunir gente para tomar cerveza y hablar de ideas e investigaciones. Dave, los viernes a la tarde nunca volverán a ser iguales”.

–La profesión lo recuerda principalmente por un par de aportes. Por una parte, porque junto a Timothy J. Kehoe y Finn Erling Kydland extendió a economías abiertas el planteo de inconsistencia temporal que Edward Christian Prescott y Kydland habían planteado para economías cerradas.

–Así es. Encontramos que en economías abiertas se alteran de manera sustancial las conclusiones a las cuales se arriba cuando la economía es cerrada. Porque las economías abiertas están sujetas a más clases de shocks, de manera que pequeñas fricciones en el comercio internacional disminuyen de manera sustancial la volatilidad de las inversiones y de las exportaciones.

–El otro aporte es el que hoy me interesa especialmente. Porque en un par de monografías, publicadas en 1985 en colaboración con Edward John Driffill, usted se ocupó de los perjuicios que genera en una economía un cambio en la política económica cuando la población duda de los anuncios y las acciones planteadas por las autoridades. ¿Qué puede pasar, en este sentido, desde hoy en la Argentina?

–Ignorantes, tanto del tenor del discurso que pronunciará hoy el presidente Milei, como del contenido inicial del paquete de medidas, lo único que me queda es conjeturar. Pero, a partir de su postura inicial y de la probable respuesta de la población, podemos decir algunas cosas.

–Lo escucho.

–Vamos del mejor escenario al peor. El presidente ratifica que “no hay plata”, es decir, que no recurrirá al Banco Central en busca de fondos, obligando a cada porción del sector público a que se arregle con los recursos que tiene. No solamente gobernadores e intendentes lo hacen, sino que, además, quienes integran el sector privado creen que tampoco en el futuro el Estado recurrirá al Banco Central para financiar el gasto público. En este contexto, y por más que los precios dejen de estar sujetos a la Secretaría de Comercio, ¿a qué productor se le ocurriría aumentar sus precios, digamos, 40%? Este no es un argumento de patriotismo, es un argumento basado en que todo el mundo cree que la gestión Milei cumplirá su promesa, y actúa en consecuencia.

–¿Qué ocurriría en este caso?

–Que observaríamos una significativa caída de la tasa de inflación, sin recesión. Probablemente con reactivación, pero vía la desregulación de la economía, la disminución de los miedos y los trámites, etcétera.

–Buenísimo, don David.

–Calma, De Pablo, porque también es posible que Milei se plante (juegue “duro”, en términos de la teoría de los juegos), pero pocos le crean, es decir, que la mayoría adopte sus decisiones sobre la base de que terminará aflojando. Si esto fuera así, habrá remarcaciones, recesión, despidos, etcétera; porque los precios a los cuales los productores intentarán vender sus productos serán incompatibles con la “sequedad” de la plaza, dada la nueva política fiscal y los nuevos precios. En este caso, la fortaleza de las nuevas autoridades será puesta a prueba, porque se desarrollará una enorme “pulseada”, entre las autoridades y la población.

–Este es un escenario más complicado.

–Antes de pasar a las recomendaciones decisorias, cabe plantear también que puede ser que el esfuerzo inicial, por parte del Gobierno, reduzca pero no elimine el déficit fiscal, dada la magnitud del desequilibrio inicial; y –como en el caso de ajuste fiscal pleno– que desde el primer día la acción gubernamental pueda ser creíble o no por parte de la población.

–Con resultados parecidos.

–En buena medida, sí. Si la población, en su toma de decisiones, les cree a las nuevas autoridades, tanto en el caso del ajuste pleno como en el parcial aparecerán buenos resultados rápidos y con costos menores; mientras que, si no le creen, es decir, si adoptan sus decisiones sobre la base de que el tándem Milei/Caputo terminará aflojando, los costos pueden ser intensos y prolongados.

–¿Por qué dice esto último?

–Porque, por todo lo que se sabe del nuevo presidente, error tipo I, error tipo II, hay que tomar las decisiones sobre la base de que persistirá en la importancia que tiene el equilibrio fiscal dentro de su política económica, y también en el conocimiento de los costos que, en términos de credibilidad y reputación, significaría terminar jugando “blando” en la materia. No tiene más remedio que arrancar jugando duro, y persistir.

–Jugar duro y rezar.

–No solo eso. Todo gobierno arranca con algún beneficio de la duda. Es importante que la postura dura sea expuesta con total claridad. En este sentido, el nuevo presidente es un buen comunicador. Y más allá de que se trata de una cuestión económica, que debería estar en el ámbito de la cartera respectiva, en este caso la credibilidad en la acción de gobierno reside, primero y principal, en el mismísimo presidente de la Nación. Todo el mundo sabe que, en esta materia, es Milei quien tendrá que poner el pecho y otras partes de su cuerpo, para vencer en esta pulseada.

–¿Lo conseguirá?

–Solo Dios lo sabe, pero no funcionan así los líderes. Milei fue elegido para presidir la Argentina durante cuatro años, y –según su propia definición– viene a resolver problemas. Si él mirara la lista de la totalidad de los problemas que existen, lo más probable es que se infarte. Los líderes eligen algunas cuestiones, que juzgan como las más importantes dentro de las urgentes, y se mandan. Con alma y vida, decisión, apoyo técnico, acuerdos políticos, etcétera, sin perder el tiempo con el “qué dirán”. Porque el norte de cualquier persona que ejerce una importante función ejecutiva es el logro de resultados, sin preocuparse demasiado por el impacto electoral que tendrá lo que tiene que hacer. Si no cambia la legislación, en octubre de 2025 habrá elecciones legislativas. Pero falta un montón para eso.

–Don David, muchas gracias.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/que-pasara-si-le-creemos-a-milei-y-que-pasara-si-no-le-creemos-nid10122023/

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