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Wanda Nara. Su enfermedad, el duro momento del diagnóstico, su vínculo con Icardi y su vida hoy: “Como si fuera el último día”

Al otro lado del teléfono, Wanda Nara (36) está comiendo en una cantina ubicada en la esquina del hotel donde se está hospedando en Roma. Son las 10 de la noche y recién llega de ensayar. Dice ...

Al otro lado del teléfono, Wanda Nara (36) está comiendo en una cantina ubicada en la esquina del hotel donde se está hospedando en Roma. Son las 10 de la noche y recién llega de ensayar. Dice que está agotada, pero se la escucha feliz, entusiasmada. Al día siguiente de la charla con ¡HOLA! Argentina, debutó en el programa Bailando con las estrellas, de la RAI, y fue todo emoción. Las aguas en la vida de la modelo y conductora están ahora un poco más calmas después del tsunami que atravesó en julio pasado, cuando Jorge Lanata confirmó en su programa de radio que Wanda tenía leucemia. Alarma, revuelo mediático, polémica por los dichos del periodista… Wanda eligió el silencio. “Estaba en shock”, nos dice. Pasaron los días, viajó a Estambul con su marido Mauro Icardi –que juega en el Galatasaray de Turquía– y sus hijos Valentino, Constantino, Benedicto, Francesca e Isabella. Se fue de vacaciones y recuperó energías. Con el tratamiento en marcha y el cuerpo y la cabeza más dispuestos, consultó con su médico si podía participar del certamen de la televisión italiana y cuando recibió el permiso, no lo dudó. “Si de mí depende, voy a hacer todo lo posible para mostrarme bien”, asegura.

–¿Cuánto hace que estás en Roma y hasta cuándo te quedás?

–Llegué el lunes 16 y estaré por aquí hasta diciembre, cuando termina Bailando con las estrellas. Es un programa espectacular por el que pasaron Maradona y Naomi Campbell, entre otras tantas celebridaes. Yo no bailo, nunca bailé y me divertía aprender. Me lo estoy tomando como un entrenamiento personal. Es una experiencia nueva.

–¿Cómo organizás la logística familiar con tus hijos viviendo en Estambul?

–¡Ni me digas! No es fácil, aunque esté a dos horas de avión. Seguramente pueda irme con mi bailarín a casa y ensayar allá. Así podría estar con mis hijos, ensayar y venir a Roma para la gala. En el día a día están con Mauro porque él entrena mientras ellos están en el colegio. También vive con nosotros una señora muy cercana a mi familia que me ayuda en todo y una maestra particular que los sigue de cerca con el idioma, porque están aprendiendo turco.

–Tus hijos igualmente te deben llamar todo el tiempo, imagino.

–Todo el tiempo. Recién antes de hablar con vos, estaba hablando con Francesca. Mis hijos están orgullosos de lo que estoy haciendo. Hoy las chicas miraron mi ensayo por Facetime y se mataban de risa. Los varones también están supercontentos. Yo siempre digo que el mejor ejemplo que una mamá les puede dar a sus hijos es el del trabajo. Hoy justo no es un día muy bueno porque fui al ensayo y estaba agotada. Me dije: “¿Para qué tanto trabajo si podría estar más tranquila?”.

–¿Será también porque querés estar, que te vean?

–Yo trabajo desde muy chiquita, desde los 5 años cuando nos vieron a mi hermana y a mí en una plaza y nos metimos en una agencia para hacer publicidad. Yo también siento que por dentro llevo un poco el sueño de mi mamá. Ella trabajaba en Mesa de noticias y mi papá le cortó su carrera artística. A veces los hijos tratamos de ser lo que nuestros papás intentaron y no pudieron.

–Y de tus hijos, ¿a quién le gustaría estar en la televisión?

–Isabella, la más chiquita, es un poco como yo. No sé si nació talentosa, pero tiene algo. La ves y tiene luz, llama la atención. A ella no le importa, ella se arriesga. Lo haga bien o mal, si lo siente, lo hace.

–¿Te gustaría que alguno de ellos empezara a trabajar de tan chico, como vos?

–No, preferiría que no, pero yo los voy a acompañar en todo lo que los haga felices. Valentino, por ejemplo, ahora dejó la comodidad que tenía en casa y está lejos de la familia para jugar al fútbol en Argentina. Está haciendo un gran sacrificio por ir detrás de su sueño y eso me emociona muchísimo.

–Como mamá, ¿cómo hacés para que tus hijos no sientan que la vida siempre es avión privado, los mejores hoteles, vacaciones idílicas…?

–Me ocupo de eso desde el primer día enseñándoles el valor de las cosas, contándoles mi historia familiar –que nunca nos sobró nada–, viviendo otras realidades… Con las chicas se me hace más difícil. Me acuerdo de que Valentino siempre tenía un par de zapatillas y un par de botines, nada más. Jugaba sábado y domingo y a veces estaba con el secador de pelo dos horas secando los botines porque se le habían mojado.

–¿Y con tus hijas qué pasó, te relajaste más?

–Es más difícil porque ahí interviene Mauro. Él es más regalón: salió el iPhone 15 y le compró uno a cada uno. Ojo, entiendo su parte. Mauro viene de una familia muy humilde. Él siempre me cuenta que cuando era chico no tenía dinero y hasta cazaban para comer. Mauro la ve desde ese lado: “Si yo puedo, quiero darles todo”. Y lo entiendo.

–¿Cómo están con Mauro?

–Bien, bien. A Mauro lo conozco hace doce años. Es un montón de tiempo y es una relación que hoy en día es muy difícil de sostener, sobre todo por nuestros trabajos. Lo que yo siempre valoro y priorizo es que, a pesar de un montón de situaciones, siempre nos elegimos y elegimos nuestra familia y el proyecto que tenemos. Priorizo sobre todo el corazón que tiene Mauro y lo buena persona que es.

–¿Quién es más polvorita de los dos?

–Mauro. Yo soy muy tranquila.

–Te imaginaba más revoleadora de zapatos.

–. No, cero. Cuanto más grande estoy, menos polvorita. Quizás cuando era más joven era más celosa. Ahora no. Tengo la convicción de que uno está con quien quiere estar y si alguien ya no quiere estar con vos, no podés hacer nada.

“PENSABA EN LA MUERTE, EN MIS HIJOS…”

–¿Te molestan las críticas o te armaste una coraza?

–Me duele la mirada malintencionada de las mujeres. Deberíamos ser más empáticas entre nosotras. Si me muestro con los pocitos de la celulitis, me critican y si me pongo filtros, también. Los filtros están para usarse, después podemos discutir si está bien o mal usarlos o si altera la realidad, pero ¿a quién le hago mal? Yo no me siento la mujer más hermosa del mundo, pero sé que no existe otra mujer como yo. La personalidad y ser buena persona es lo que realmente te hace diferente. Vos no sabés lo que fue la final de MasterChef. No había una persona que no llorara o se emocionara en el estudio. A mí me decían en Telefe: “No pasó nunca algo así con otra persona”. Ese amor, ese cariño que me demostraban todos…

–¿Te arrepentís de algo?

–Quizás de alguna cosa que habré dicho en algún momento de dolor o de locura mediática. A veces peco por ser tan sincera e impulsiva. Tenemos un celular en la mano y hacemos un desastre.

–¿Te arrrepentís del “Te cargaste a otra familia”?

–No, en ese momento sentí que era así. Dejaría de ser auténtica si te dijera que me arrepiento. Pero también es cierto que nadie se carga la familia de nadie.

–¿Qué fue lo más loco que se dijo de vos y no era verdad?

–El invento de que yo estuve con Maradona y siempre lo negué. No sé, un montón de cosas que se dijeron de mí sin chequear o sin preguntarme. Me hubiera gustado contar a mí lo de mi enfermedad, pero bueno, no fue así.

–¿Cómo estás de salud hoy?

–Estoy bien. Todas las semanas tengo monitoreo y eso se envía a Argentina donde está mi médico, el doctor Miguel Pavlovsky, de Fundaleu. Además, estoy haciendo un tratamiento que, depende de cómo vaya evolucionando la enfermedad, se va cambiando. Es todo una incertidumbre y cada semana que voy a recibir los resultados, se me corta el aire. Es un tema delicado y por eso hubiera preferido que quedara en la intimidad, pero lo entiendo. Decidí no hacerle juicio a Lanata. Es periodista y si le llegó la información, lo tuvo que hacer.

–Pero imagino que habrá sido muy duro para vos que se filtrara una noticia como esta.

–Estaba en shock. Prendía la televisión y decía: “Pero si en la tele están diciendo esto, ¿por qué no me lo dicen a mí?”. Era todo muy raro. Yo pensaba en la muerte, en mis hijos… Sentía que me estaban ocultando más información, que me mentían.

–Seguís sin ponerle nombre a la enfermedad…

–Me cuesta. El otro día un amigo me dijo: “Hiciste un avance, estoy muy orgulloso. Ahora le decís ‘la enfermedad’, antes decías ‘eso que tengo’”. Te lo cuento y me emociono. Desde el día uno la clínica quiso sacar un comunicado cuando se armó la polémica con Lanata y yo les pedí que no. Quería tomarme mi tiempo, hablar con mi familia. Lo que nunca pensé es que iba a ser criticada por no hablar. “No habla porque debe ser todo mentira”. ¿Cómo voy a jugar con una enfermedad que ni siquiera conté yo que tuviera? ¡Es una locura!

–¿Es cierto que estar en el Bailando italiano también fue una forma de mostrarles a tus hijos que la vida continúa?

–¡Claro! Que se puede, que hay que seguir, que hay que darle para adelante. Siento que, si ellos me ven bailar, sobre todo mis hijas, todo está okay. Viste que cuando uno está feliz y contento, tiene ganas de bailar. Es algo así como “está todo bien, entonces bailamos”. Si este tema es muy difícil para mí, imaginate para mis hijos. Al principio, ellos sentían y pensaban que yo les estaba ocultando la realidad, pero me costó mucho porque era algo que ni siquiera yo lo estaba entendiendo.

–¿Te escribe mucha gente que está pasando por lo mismo que vos?

–Sí, y les respondo y hablo mucho con ellos. Sin ir más lejos, el año pasado… . Lo que es el destino, ¿no? Mauro estuvo muy cerca de un niño que tuvo lo mismo que yo y se recuperó. Cuando salió campeón, la primera foto que subió fue con un nene en los hombros. Era el hijo de su entrenador y se había recuperado. Hace unos años, yo ayudé a unos papás con el tratamiento de su hijo… Es increíble cómo a veces la vida te pone a prueba en tu propio cuerpo. Yo vi cómo mi familia estaba destruida. Yo no salía de mi cuarto, pero un día aparecí en la cocina para buscar un vaso de agua y estaban todos ahí en silencio. Mis amigos, mi familia, habían dejado todo y estaban día y noche ahí. Un aguante tremendo.

–¿Qué cambió realmente en vos después del diagnóstico?

–Yo soy una persona humilde. El que me conoce realmente sabe. Puedo subir fotos divinas, con marcas carísimas, pero nunca dejé de ser esa chica en zapatillas que arrancó hace años. Creo que la enfermedad me acercó mucho más a mis valores, a entender que lo que realmente importa son las personas que tenemos cerca y los momentos que vivís con ellos. Todo lo demás se vuela o se termina, te morís y se queda acá. Siempre viví la vida como si fuera el último día y ¡ahora mucho más! Trato de tener calidad de tiempo con las personas. Yo soy como mi propia empresa, manejo un montón de cosas, lo mío, lo de Mauro, y me cuesta un montón desconectarme, pero ahora si estoy con alguien, quiero estar ahí, en ese instante. Ahora estoy en un hotel 5 estrellas y hago fotitos para Instagram… Todo eso está divino y lo entiendo porque es parte de mi trabajo, pero en mi interior, la realidad es otra.

–¿Qué te emociona en este momento de tu vida?

–Me emociona mucho la fuerza con la que me levanto a pesar de cualquier dificultad que me plantea la vida, la manera con la que miro todo hoy y la forma con la que voy para adelante, sea como sea. Sé que de mí dependen un montón de otras cosas. Lo viví este tiempo que estuve mal y vi cómo la gente que me quiere se caía arriba de mí, como en un efecto dominó. Sentí que si yo me paraba, todas esas piezas de dominó iban a pararse. Entonces, eso me da orgullo de mí misma. Me partía el alma ver a mi mamá destruida, en el sillón del hospital a mi lado, que no se quería mover ni un segundo de ahí. Entendí que, sea como sea, tenga lo que tenga que hacer, me van a ver bien. Si de mí depende, voy a hacer todo lo posible para mostrarme bien y demostrar que todos tenemos problemas, todos podemos transitar enfermedades, pero mientras estamos vivos, lo más importante es seguir adelante.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-hola/wanda-nara-su-enfermedad-el-duro-momento-del-diagnostico-su-vinculo-con-icardi-y-su-vida-hoy-como-si-nid25102023/

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