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River y un final de año en el que está “casi” todo bien: el equipo no tiene urgencias, pero sí obligaciones

Cuatro meses y medio atrás, River se consagró campeón de la Liga Profesional. Un título más en la atiborrada vitrina, aunque el éxito tuvo una valoración singular: el primero, tras el imperi...

Cuatro meses y medio atrás, River se consagró campeón de la Liga Profesional. Un título más en la atiborrada vitrina, aunque el éxito tuvo una valoración singular: el primero, tras el imperial ciclo que condujo Marcelo Gallardo durante nueve años. La conquista alejó los fantasmas que pudieron sobrevolar el Monumental. Una coronación que se construyó a partir de lo edificado, que le hizo honor a la historia profunda del club y al legado fresco que dejó el Muñeco.

En los 24 días posteriores, aquella sonrisa gigante se borró del rostro de los millonarios: la eliminación de la Copa Argentina ante Talleres fue el primer tropiezo; la derrota en la definición por penales con Inter, de Porto Alegre, en los octavos de final de la Copa Libertadores, fue una herida que supuró hasta el capítulo definitorio del máximo torneo continental de clubes. River se rehízo, se levantó, pero sin la seguridad de antes ni la frescura de sus mejores jornadas del actual calendario: ahora no es una estructura colectiva que transmita solidez y el trajín debilitó las baterías de las individualidades, que con pinceladas de talento absorbían los pasajes de dificultades. La Copa de la Liga no apura, no reviste una urgencia para el futuro, pero esconde obligaciones: por gloria y esplendor, River carga con la cruz de favorito y cada juego es una final de la que tiene que salir airoso.

Al repasar las llaves de los cuartos de final y aunque River en la última fecha de le etapa regular perdió el primer puesto de la zona, a mano de Huracán, ninguno de los ocho rivales asomó por encima del nivel de los millonarios. Belgrano resultó el primer escalón del playoff: el morbo del histórico descenso que provocaron los cordobeses en la Promoción de 2011 se hizo presente. Pero no se repitió el libreto: en la agonía del partido, Facundo Colidio resolvió el duelo para que River se inscriba entre los cuatro mejores de la Copa de la Liga.

Con la victoria 2-1 se rompió un hechizo de tres encuentros sin victorias –la peor secuencia del ciclo Demichelis-, pero en Nuñez los éxitos tienen que ofrecer matices de funcionamiento, estar acompañados por cierta elegancia. “Veníamos de sumar un punto de los últimos nueve, la peor fase en cuanto a juego y resultado. No es que me haya sacado una mochila por haber pasado un mata-mata, a mí me ocupa y preocupa cada situación que vive el grupo en el día a día. Hay que saber jugar esta clase de partidos, y con aciertos y errores lo terminamos ganando y estamos en semifinales”, se despachó el director técnico, que hizo un pequeño revisionismo y devolvió a la titularidad a los intérpretes que respondieron en el mejor momento del curso.

El quinteto que componen Rodrigo Aliendro, Enzo Pérez, Nacho Fernández, Nicolás De la Cruz y Esequiel Barco fue el eje de la versión más lúcida de River en el año. El título le ofreció espalda a Demichelis para ensayar movimientos, para rotar piezas, para descubrir formatos y probar elementos, pero la rueda se empastó. Los rivales ya tienen múltiples escenas con las que descubren los trazos y los millonarios no tienen la energía para reinventarse.

“El año sin pausa se hizo largo y desgastante para todos. No es fácil sostener el mejor nivel a lo largo de los 11 meses, porque los equipos que nos pelearon el torneo anterior, como Talleres y San Lorenzo, no lograron clasificarse. Es cierto que hubo un bajón desde el funcionamiento, pero no vamos a dejar de trabajar para tratar de ganar algunos títulos más”, fue el mensaje sobre el que se apoyó el entrenador para reconocer el déficit, pero resaltar que aún en la adversidad el grupo se mantiene competitivo. “Hay plantel para mejorar y seguir peleando hasta el final. Hoy no servía jugar bien y quedar eliminados: en el mata-mata ustedes quieren que ganemos, y ganamos”, remató.

La próxima cita de River será con Rosario Central. Nuevamente el estadio Mario Kempes, de Córdoba, el escenario, el sábado, desde las 22. Y otra vez el pasado que se mezclará con el presente y el futuro. En la Docta, en 2016, los millonarios superaron 4-3 a los canallas en la final de la Copa Argentina. El 9 de diciembre es una fecha histórica para el club: se cumplirán cinco años del triunfo en la final de la Copa Libertadores sobre Boca, en Madrid.

Una atmósfera festiva que River deberá capitalizar para energizarse, elevar el espíritu y el juego y así realzar la imagen. Una tarea que lo emparentará con el honor, porque si bien la necesidad y el mandato es ganar todo lo que se juega, el cinturón no aprieta. Los números enseñan que resultó el mejor equipo del año, la plaza para la Copa Libertadores 2024 está asegurada, campeón de la Liga Profesional y en semifinales de la Copa de la Liga, virtualmente clasificado para el Mundial de Clubes 2025, victorioso en los dos clásicos del calendario…

El ruido en Nuñez es externo. Desde las filtraciones, en septiembre pasado, que generaron malestar en la relación DT-referentes, a la sensación de permanente observación que impera sobre el equipo; desde la elección de las piezas a los cambios, pasando por esquemas que parecen ejecutarse sobre la marcha. Resolver el futuro de la estrella De la Cruz, por el que desde el exterior volverán a la carga, y de jóvenes talentos como Claudio Diablito Echeverri y el artillero Agustín Ruberto, reestructurar el plantel para cuando los caciques se despidan –en diciembre se marcharán Enzo Pérez y Jonatan Maidana; Franco Armani tiene un año más de contrato-, son las puntas que River, que se postulará como sede de la final de la Libertadores 2024, deberá atar. El presente no apremia, pero tiene obligaciones.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/river-y-un-final-de-ano-en-el-que-esta-casi-todo-bien-el-equipo-no-tiene-urgencias-pero-si-nid05122023/

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