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La sombra de una profética cumbre de hace 15 años se cierne sobre el encuentro de la OTAN en Vilna

WASHINGTON.- Los antecedentes de ...

WASHINGTON.- Los antecedentes de la invasión rusa a Ucrania hay que ir buscarlos, sin ninguna duda, a una cumbre de la OTAN de hace 15 años. Los mandatarios que asistieron a aquella reunión de la alianza militar occidental en Bucarest, la capital rumana, no lograron la unanimidad necesaria para incorporar a las exrepúblicas soviéticas de Georgia y Ucrania. En cambio, ambos países recibieron promesas vagas de incorporarse a la alianza en algún momento futuro, pero sin un plan establecido de cómo y cuándo se concretaría.

La tibieza de ese gesto reflejaba las divisiones del bloque occidental en aquel entonces. De un lado estaba el gobierno del norteamericano George W. Bush, que atravesaba con dificultad su último año de mandato, era extremadamente impopular en el extranjero por la ruinosa guerra en Irak, y sugería ofrecerles a Georgia y Ucrania una propuesta formal de incorporación a la OTAN a través de “Plan de Acción de Membresía”. Del otro lado había un racimo de gobiernos de Europa Occidental, con la canciller alemana Angela Merkel a la cabeza, que creían que ni Georgia ni Ucrania estaban políticamente listas para ingresar a la alianza atlántica y desconfiaban de cualquier iniciativa que pudiera “pinchar al oso” del Kremlin.

El desacuerdo terminó con un resultado que no dejó contento a nadie. Según a quién se le pregunta, la cumbre de Bucarest hizo que Georgia y Ucrania se convirtieran en blanco del invasor ruso ya sea porque el presidente Vladimir Putin sintió la amenaza de la OTAN en sus fronteras o justamente porque no logró extender el paraguas de protección colectiva de la OTAN a esos dos países. Pocos meses después, las fuerzas rusas ocuparon las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjasia, donde el Kremlin instaló regímenes títeres que casi ningún país reconoce hasta nuestros días. En 2014, tras las protestas que tumbaron al gobierno pro-Kremlin de Kiev, Rusia se anexó ilegalmente la península de Crimea y empezó a apoyar a la insurgencia separatista del sudeste de Ucrania.

En aquella cumbre de hace 15 años en Bucarest, Putin estuvo presente por invitación de la OTAN, y se dice que en privado le dijo a Bush que no veía a Ucrania como un “verdadero Estado-nación”. En el discurso que pronunció ante la asamblea, Putin calificó la potencial incorporación de Georgia y Ucrania como una “amenaza directa” para Rusia. También dijo que Ucrania era un “invento soviético” y puso en duda su soberanía, sugiriendo que gran parte de sus habitantes eran “simplemente rusos” y que Crimea en sí misma era casi exclusivamente de Rusia.

Es la misma retórica que usó Putin el año pasado, antes de lanzar su invasión a Ucrania. Y ahora que los líderes de la OTAN se preparan para su reunión de esta semana Vilna, la capital lituana, el gobierno de Ucrania le exige a sus homólogos de Occidente que recuerden las lecciones que les dejó aquella funesta cumbre en Bucarest.

“Nos dijeron que las puertas estaban abiertas, pero no nos mostraron dónde estaban ni por dónde ingresar”, dijo en estos días a la prensa el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov, en referencia a la cumbre de hace 15 años.

“Que no repitan el error que cometió la canciller Merkel en Bucarest en 2008, cuando se opuso ferozmente a cualquier avance hacia la incorporación de Ucrania a la OTAN”, apuntó el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, al periódico alemán Bild, y agregó que en realidad aquel encuentro “le abrió la puerta a Putin” para que avanzara con su agresión neoimperialista. “La única forma de cerrarle la puerta a la agresión rusa contra Europa… es incorporar a Ucrania a la OTAN”, concluyó el canciller ucraniano.

Probablemente Kiev no espera una membresía plena o todas las protecciones que ofrece la alianza en lo inmediato, dado que está librando una guerra con Rusia, pero sí espera ser invitada a incorporarse y garantías concretas de seguridad de parte de Occidente para los años venideros. La semana pasada, el presidente Volodimir Zelensky le reclamó al presidente Biden que invitara a Ucrania a la alianza “ahora”. Sus esperanzas son compartidas por muchos de los países miembros de Europa del Este y una proporción significativa de la propia comunidad diplomática de Washington.

Pero el tablero político se dio vuelta, y ahora el país que prefiere la cautela es Estados Unidos. Durante una entrevista con el periodista Fareed Zakaria en CNN, Biden dijo que Ucrania “no estaba lista” para ingresar a la alianza, y mencionó la guerra en curso y otras condiciones políticas, como la corrupción gubernamental, que deberían resolverse ante de la incorporación. “Tenemos que diseñar un camino racional para que Ucrania califique para su ingreso a la OTAN”, señaló el mandatario norteamericano.

Desde la Casa Blanca insisten en que este enfoque templado es importante para la unidad de la alianza y que en absoluto refleja falta de compromiso con Ucrania. “El presidente Biden ha dejado muy en claro que vamos a apoyar a Ucrania durante el tiempo que sea necesario, proporcionándole una excepcional cantidad de nuestras armas y herramientas de defensa, y facilitando las entregas de otros aliados, pero tampoco queremos iniciar una Tercera Guerra Mundial”, declaró el viernes Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Joe Biden. “Es el rumbo que decidimos desde que se inició este conflicto”.

Los líderes de Occidente se reunirán en Vilnius después de meses de complejos y sensibles enfrentamientos. “Buscarán acordar por dos carriles paralelos”, explicó la revista The Economist. “Por un lado, encontrar una terminología que deje en claro que Ucrania se está acercando a la membresía de la OTAN, pero sin promesas de una incorporación inmediata. Por el otro, armar un entramado de compromisos bilaterales y multilaterales de seguridad a largo plazo, que refuerce la famosa promesa de apoyar a Ucrania durante el tiempo que sea necesario”.

Los analistas que están a favor de acelerar el ingreso de Ucrania a la OTAN argumentan que la lección de 2008 es que Occidente ya no puede tener miedo de “pinchar al oso”, ya que las agresiones de Putin se dieron sin que haya un proceso de membresía en marcha.

“Desde la creación misma de la OTAN, hubo estrategas tan destacados como George Kennan a quienes les preocupaba que nuestras alianzas con Europa fueron recibidas en Moscú como una provocación”, dice Michael McFaul, exembajador de Estados Unidos en Rusia. “Kennan se opuso a la creación de la OTAN. Pero lo sorprendente es que desde la fundación de la alianza atlántica, los líderes del Kremlin, desde Stalin hasta Putin, nunca atacaron a un miembro de la OTAN. Y la OTAN, por supuesto, nunca atacó a la Unión Soviética ni atacará nunca a Rusia. En Europa, solo hubo guerra donde no llega la OTAN”, señala McFaul.

Es la realidad que ahora advierten algunos de los principales actores de aquella reunión de Bucarest de 2008. En un artículo de opinión conjunto publicado el mes pasado, Stephen Hadley, asesor de seguridad nacional de George W. Bush, y Christoph Heusgen, entonces principal asesor de política exterior y seguridad nacional de Angela Merkel, reconocen sus diferencias de hace 15 años, pero ahora están de acuerdo en la necesidad de que Ucrania sea miembro de la OTAN no bien culmine esta guerra.

“Antes de la invasión de Rusia a Ucrania de 2014, nos gustaba la idea de que Ucrania pudiera convertirse en un puente entre Rusia y Occidente”, dice Hadley y Heusgen en su artículo. “Pero la invasión rusa a la península de Crimea hizo añicos esas ilusiones, especialmente para los ucranianos. La agresión rusa 2014 fue precisamente la que provocó todas esas cosas que más tarde el Kremlin consideró como un atentado contra su seguridad. Fue Rusia la que volvió a poner en agenda la ampliación de la OTAN”.

Por Ishaan Tharoor

Traducción de Jaime Arrambide

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-sombra-de-una-profetica-cumbre-de-hace-15-anos-se-cierne-sobre-el-encuentro-de-la-otan-en-vilna-nid10072023/

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