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“Creí que iba a ver la luz al final del túnel, pero aún falta”: cómo impactaron las medidas económicas en el humor social

“Lo escuchaba y no lo podía creer. Me aniquiló emocionalmente. Lo primero que le dije a mi marido fue: ‘pensé que íbamos a empezar a ver la luz al final del túnel y ahora me doy cuenta de ...

“Lo escuchaba y no lo podía creer. Me aniquiló emocionalmente. Lo primero que le dije a mi marido fue: ‘pensé que íbamos a empezar a ver la luz al final del túnel y ahora me doy cuenta de que para eso todavía falta’”, cuenta María Falacci, de 45 años, madre de tres hijos, que, con su esposo, tiene una compañía de construcción. “Hace unos años trabajaba en una empresa que estaba muy mal y nos pidieron que lleváramos nosotros el papel para los baños y las hojas para la impresora. Ayer cuando escuchaba las palabras del ministro me sentí igual”, contó Alberto Tomeo, de 53 años, que trabaja en una empresa de marketing.

Soledad Martí, de 33, dice haber quedado desorientada: “Lo escuché tranquila, en casa, y es todo muy lógico y muy comprensible, no se puede gastar más de lo que se gana. El problema es cuando no se habla del Estado, sino de tu economía, y, de repente, no sabés cuánto va a salir el boleto de colectivo o cuánto vas a terminar pagando esas vacaciones que planeaste para enero”, dice esta joven diseñadora.

Las sensaciones posanuncios económicos son encontradas, ambivalentes. Desde los que sabían que se venían medidas de ajuste para los próximos meses, pero se sorprendieron del impacto directo, hasta los que las defienden como el único camino posible, y los que quedaron sumidos en la total desazón.

“Nosotros hace muchos años nos dedicamos a la obra pública. Somos subcontratados de las empresas que licitan. Hace unos meses esto ya venía parándose, el tema de los pagos y demás, que nunca fueron de 60 días, siempre son de 90, 120, han sido de 150. Hace unos meses decidimos parar del todo y dedicarnos solamente a alquilar los equipos. Pero cada vez que se rompe uno, no conseguís los repuestos. Si lo lográs, es a un precio exorbitante. Y ayer cuando escuché esto te juro que emocionalmente sentí como una puñalada porque tenía la esperanza de que, no sé, la verdad... ¿viste cuando decís ver la luz al final del túnel? y, en este momento, te puedo asegurar que no la estoy viendo. Se juntan muchas cosas, un año de mucho remar, enfermedades de mis papás, con mucho estrés y problemas de salud que me provocan los mismos nervios y la ansiedad de no saber qué pasa. Y bueno, así es como estoy hoy”, describe Falacci.

Como ella, muchos navegan por estos días entre la desazón y la intriga por lo que se viene. Algunos se muestran desolados y otros dicen que sabían que nada se iba a resolver en pocos días. “Cuando fueron las últimas elecciones, con mis amigas dijimos: ‘saquemos pasajes para Brasil’. Ahora no sé cuánto vamos a terminar pagando el viaje y los gastos allá”, confiesa Martí.

“Todas las crisis generan incertidumbres, impotencia, angustias profundas, miedo al porvenir, sensaciones catastróficas, ira, entre otros sentimientos, con efectos muy diversos en cada persona de acuerdo a su afrontamiento. Dependerá del grado de vulnerabilidad. Pero, a diferencia de otras que hemos tenido, en este momento, la población está consciente de la misma y hay un efecto de esperanza. Hay una sensación, emoción de esperanza. Que va acompañando el clima emocional social en este momento”, describe Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y especialista en vínculos. “Lo característico de hoy, del clima emocional social, es que conviven la incertidumbre y el miedo, con la esperanza”, agrega.

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Mucha expectativa

“Creo que la gente escuchó los anuncios con gran expectativa. Había un gran misterio también ahí, muy cargado de deseo y de temor. Fueron anuncios amplios, tipo titulares, no hubo detalles, pero alcanzó como para que se pueda intuir la idea de que el juego va a ser diferente”, indica el psiquiatra y ensayista José Eduardo Abadi.

Ante los anuncios, lo que está en juego en el interlocutor que lo escucha, dice Abadi, son las preguntas de cómo nos va a afectar: “¿Cómo voy a vivir? ¿Voy a poder vivir bien? ¿Mantener mi situación previa? ¿Mandar a mis hijos al colegio? Frente a esa incertidumbre, ¿qué es lo que uno busca sobre todo cuando espera anuncios respecto al futuro? Previsibilidad. La palabra clave es previsibilidad. En esos anuncios uno pretendía, aspiraba, a tener una información que le permitiera sentirse más seguro. Para algunos fue así y a otros les incrementó la duda. ¿Qué es lo que nos da seguridad? Tener una cierta capacidad de prever”, dice Abadi. Por eso, las palabras del ministro de Economía, Luis Caputo resonaron distinto en cada uno.

“Generó un enorme movimiento emocional que pretendía dar respuesta a la pregunta ¿esto es para mi bien o no? Y cada anunció se inscribe en una serie de experiencias vividas y de situaciones que uno tuvo que enfrentar a lo largo de la vida. Si hubo experiencias muy traumáticas y que resultaron frustrantes, dominará el pesimismo. Si fueron situaciones ambiguas, habrá escepticismo. Si en cambio dominó la confianza, que es clave en este proceso, y la promesa fue cumplida,la expectativa va a ser optimista”, agrega Abadi.

“Todo cambio genera incertidumbre, y esto no es necesariamente negativo, pero sí gatilla o activa distintas emociones como ansiedad, desánimo, estrés. Las reacciones a esa emoción dependerán de los recursos de afrontamiento de la persona. Una palabra que es clave en la investigación neuropsicológica es la expectativa. Hay una neurobiología de la expectativa: cuando la persona tiene una expectativa sobre algo, negativa o positiva, cambia, por ejemplo, el impacto. Esto es válido para una medicación, pero también para una noticia. Es decir, que la expectativa también va a determinar la forma en que nos impactan todos estos cambios”, señala el psicólogo Diego Herrera, conferencista y escritor, especializado en neuropsicología.

Modos de enfrentar

Los afrontamientos que cada persona pueda tener frente a cambios como los que se vienen, dice Herrera, son aprendidos a lo largo de la historia de cada uno, es decir, que depende cómo cada persona lidia con la intolerancia a la incertidumbre. “En estos tiempos, hay más consultas, por ejemplo, en psicología clínica, en relación a estos temas, y aparece mucha tendencia a pensamientos catastróficos, porque es una población que viene ya con base de ansiedad muy elevada, una sociedad muy golpeada, y que desarrolló comportamientos ansiosos frente a la incertidumbre. Mucha exigencia de inmediatez. Por eso, frente a los cambios propuestos y al pedido de tiempo para que se vean los cambios positivos, siente que no tiene recursos internos para seguir esperando. Los índices de ansiedad se elevan más”, completa. Por eso, “la incertidumbre y la expectativa, sumadas al desconocimiento de lo que implican las medidas, pueden generar, obviamente, malestar emocional. ¿Cómo se puede aminorar cualquier impacto de esas medidas a nivel emocional? Con información. ¿Pero información de quién? Fidedigna, o sea, con evidencia. Es importante, frente a la incertidumbre, tener estrategias de sensación de control. Aumentar la organización es una estrategia, hablar con gente que tiene información confiable, lo mismo .También buscar hacer actividades que bajen el estrés, como deporte, juntarse con amigos. Pensar que puede haber una luz al final del túnel, aunque no sea inmediata”, agrega.

Martín Wainstein, docente de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador de la Fundación Bateson Buenos Aires, apunta que las expectativas con las que se escuchó el mensaje de Caputo fueron distintas entre la población. “Los votantes más duros de Javier Milei, más jóvenes, organizaron sus expectativas en torno al discurso de la campaña, que fue muy rimbombante. Estaban esperando que el discurso diera lugar al ruido de la motosierra, aunque no sé si ellos saben, porque nunca lo vivieron, lo que significa en la vida cotidiana una batería de medidas de un ajuste de los más ortodoxos. En ese sentido, los más grandes, lo miran con un ‘esto ya pasó'. Después hay otro sector intermedio, el que apoyó al final, no estaba fascinado con la motosierra pero entiende y está expectante a ver qué pasará y mira todo con mucha incertidumbre, preocupado por el shock que produce. Es como cuando uno llega al hospital, a la sala de shock, en estado grave y se siente agradecido porque lo van a atender. Ellos tienen una expectativa favorable aunque esa visión tiene fecha de vencimiento. ¿Cuánto se puede estar en la sala de shock? La Argentina empieza su año en abril y ahí se va a ver con más realismo”, analiza.

El hecho de que los anuncios lleguen en un momento del año en el que todo son cierres y balances, después de un 2023 muy intenso y con muchos golpes por la inflación, que lleguen novedades como esta, con un gran peso emocional, tiene un doble impacto. “Aunque sea un día más del calendario, simbólicamente no lo es, y uno se encuentra en este fin de año preguntándose de qué fin se trata. De fin de año, de fin de un ciclo, de fin de una Argentina, de fin de una política, de fin de una etapa, y acá juega mucho la esperanza. Ojalá este fin sea fin de un ciclo y no final como algo funesto, sino el comienzo, la inauguración de otra cosa”, concluye Abadi.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/crei-que-iba-a-ver-la-luz-al-final-del-tunel-pero-aun-falta-como-impactaron-las-medidas-economicas-nid13122023/

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