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Vocación y talento, dos aspectos de la vida que no siempre van de la mano

Cuando iba al colegio, Natalia tenía muchas habilidades para la lógica matemática y para los números. Una vez terminada la secundaria, empezó a estudiar ingeniería civil, casi de manera natur...

Cuando iba al colegio, Natalia tenía muchas habilidades para la lógica matemática y para los números. Una vez terminada la secundaria, empezó a estudiar ingeniería civil, casi de manera natural. Aunque, confiesa que el reconocimiento social que tiene la carrera tuvo influencia en ella a la hora de elegir. Al comienzo le iba bien, pero sentía algo de incomodidad. “La cosa no iba por ahí, más allá de ciertas habilidades que sabía que tenía”, narra. En ese momento, al mismo tiempo “había empezado una práctica en el Hospital de Niños, como un voluntariado. Ahí me fui encontrando con otros aspectos míos, vinculados con ayudar a las personas y a trabajar con niños, que me llenaban y me convocaban más que mi carrera”, confiesa. Entonces, hizo una consulta profesional para revisar su perfil de intereses, preferencias, habilidades e, incluso, el sentido de la vida. Finalmente, “hice un cambio de carrera, de ingeniería civil a psicología”, cuenta.

La experiencia de Natalia muestra que no siempre las habilidades van de la mano de lo que se desea hacer. Pero, una vez que se descubre lo que se quiere hacer, la decisión se transforma en un potente motor de un proyecto personal y, puntualmente, de la elección vocacional.

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El elemento es, según el escritor y conferencista inglés, Ken Robinson -que así tituló uno de sus libros y que se destacó en sus charlas TED sobre educación-, el resultado de la unión entre el talento y la pasión, algo que no siempre sucede. En ocasiones no ocurre y hasta pueden entrar en colisión, provocando una crisis vocacional.

Naturalmente, los intereses suelen acompañar al talento, ya que a uno tiende a gustarle aquello en lo que es bueno. Aunque no se trata de una regla para todos. Hay quienes tienen un talento para una cosa y un interés por otra. “Esto de por sí no es necesariamente un conflicto ni una rebeldía. Se decide ir por otro camino, por lo que más interesa”, afirma Verónica Maccari, psicóloga (M.N. 15.279) especialista en orientación vocacional y titular de Espacio San Isidro. Pero, el conflicto puede aparecer.

El sentido de la vocación ha ido cambiando de la mano de la evolución, cada vez más veloz, del mundo. Se vincula con el contexto y con el modo de vida de cada época. “Cuando pensamos en la vocación, pensamos en esas experiencias que nos han atravesado en la vida, en los deseos personales y en las ofertas educativas y laborales que tenemos hoy”, sostiene Verónica Castañeira, psicopedagoga (M.P.: P-13-0978), consultora vocacional educativa y laboral, vicepresidente de APORA (Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina). Así se logra encontrar un punto de conexión entre lo que se desea hacer y la oferta educativa, vocacional y laboral existentes.

La vocación no es algo dado, sino que tiene que ver con una búsqueda y una construcción. “En esa búsqueda es muy importante el conocimiento personal. No hay manera de elegir si no nos tomamos un tiempo para pensar qué quiero para mi vida, en qué me gustaría desarrollarme”, añade la especialista. En ocasiones, resalta, las experiencias escolares en relación a ciertas habilidades -las matemáticas son un ejemplo concreto- direccionan las elecciones de carreras, aunque no necesariamente se trate de la orientación correcta. En todos los casos, “ese tiempo de pensar qué quiero, en qué soy bueno y en qué me gustaría desarrollarme, es fundamental”, destaca Castañeira.

El autoconocimiento, entonces, resulta fundamental en esta etapa vital. Permite reconocer las propias limitaciones, las potencialidades y “estar atentos a qué cosas a uno le ha ido bien durante la primaria y la secundaria, con qué cosas vibra, en qué materias o actividades fuera del colegio siente interés, motivación, ganas y energía”, sostiene Verónica Maccari.

La elección ideal de la carrera reúne una síntesis entre los gustos e intereses personales y lo que la persona sabe hacer bien. Eugenia Mato, psicopedagoga y orientadora vocacional (Registro N° 973875), docente en la cátedra de Orientación Vocacional en la carrera de psicopedagogía de la Universidad Favaloro, considera que en el proceso de búsqueda intervienen diversos factores que pueden incidir en que la vocación y los talentos personales no transiten por el mismo camino. “A veces se escucha a adolescentes expresar que son buenos en algo, pero dudan si conseguirán trabajo en eso o si les pagarán bien”, apunta Mato.

Hoy no alcanza con evaluar en qué se es bueno y si se está apasionado por algo. “Los jóvenes hoy en día tienen en cuenta, sobre todo, sus necesidades. Es decir que su elección de carrera está sujeta a algunas condiciones”, observa Verónica Maccari. La profesional asegura que los chicos no quieren trabajar tanto como sus padres, apuntan a alguna carrera que se pueda ejercer en el exterior, exigen tener tiempo disponible para viajar y para sus gustos, y tienen en cuenta el nivel de ingresos que podrían percibir el día de mañana. Algunos, directamente, descartan ciertas carreras por el grado de sacrificio que implican. “En estos casos se priorizan las necesidades y la calidad de vida más que cómo desarrollar sus capacidades. Los jóvenes tienen mucha claridad en lo que quieren con respecto al estilo de vida, pero, a su vez, presentan un alto desconocimiento de sus capacidades”, apunta Maccari.

En este sentido, al ser preguntados acerca de sus habilidades, la especialista en orientación vocacional observa que los chicos no tienen mucha idea. En cambio, si se los interroga sobre sus dificultades, rápidamente identifican si no son buenos para matemáticas, si no saben estudiar, si les cuesta hablar en público o si la dificultad pasa por la organización. “Es decir, tienen muy en cuenta en qué no son hábiles, pero no tienen en claro cuáles son sus talentos”, asegura Maccari.

Distinto es el caso de aquellos que ya en su infancia descubrieron habilidad para el dibujo, la música o la escritura, por ejemplo. “Pero, en el devenir de la orientación deciden no desarrollar eso y lo reservan para su tiempo libre, más como un hobby que como una profesión”, agrega. Cuando la habilidad pasa por el campo de las matemáticas, a veces optan por ciencias económicas y no por ingeniería, porque entienden que el camino será menos duro. “Los que más sufren son los que tienen habilidades artísticas y deciden resignarse eligiendo otra cosa”, advierte Maccari.

En conflicto

Durante el proceso de introspección es posible que surja un conflicto interno. “Cuando aparece la confusión y hay preguntas, lo mejor es pedir ayuda, en caso de no poder solos. Y tener un espacio para el conocimiento personal, clave para elegir, y para el conocimiento de las opciones educativas y laborales”, expresa Castañeira.

De esta forma, al abrir el abanico de las particularidades “que tiene cada joven respecto de las áreas de interés, de las habilidades, de las preferencias, de los valores y de cómo se imagina su vida, también van apareciendo esas lucecitas en el camino que indican hacia dónde ir”, agrega. En ese camino, se buscan y se investigan las opciones vinculadas con eso que se va deseando hacer. La clave “es encontrar ese punto de conexión entre eso que deseo hacer y, dentro de las opciones que encuentro en el mundo social y cultural de carreras y ocupaciones, que permitan desarrollar eso que se desea”, explica.

Cuando ocurre una contradicción entre lo que se desea y aquello en lo que uno es bueno, “la familia es la que debe ayudar a ver cuál sería el camino a seguir, sin tensionar, ayudando a pensar opciones y brindando la contención necesaria”, aconseja la especialista. De esta manera, se evita sumar presiones al chico. Se lo puede apoyar, además, asegurándose de que éste acceda a la mayor información posible sobre carreras y universidades, así amplía la posibilidad de elección. También es recomendable consultar con profesionales del área que sumarán data acerca de la práctica de cada profesión o cómo es un día de actividad. Desde la consulta se pone en relieve que el aspecto económico no es el más importante ya que “es un punto sobre el que se pone muchísima presión en la decisión vocacional”, acota Maccari.

En cambio, la impronta familiar, los mandatos y las expectativas que hay sobre un hijo, pueden aportar confusión. Desde su experiencia, Verónica Maccari reconoce que a veces el conflicto lo tiene la familia y tiene que ver con frustraciones personales de los padres, desilusiones, cosas que los padres no pudieron hacer y las vuelcan en sus hijos. “Esto genera una tensión familiar porque en realidad la tensión y la desilusión son de los padres”, asegura. Durante toda la vida se va construyendo la vocación y el proyecto de vida, lo que “a veces implica desafiar ciertos mandatos sociales, familiares o prejuicios. La vocación supone un camino no lineal pero sí reversible, de idas y vueltas, que continuarán moldeando y fortaleciendo una identidad lo más genuina posible, concluye Eugenia Mato.

Cómo sacar lo mejor de una persona y potenciar sus habilidades

La velocidad del momento que les toca vivir puede sumar desasosiego. En una era de muchos cambios, como la actual, las disciplinas están transformándose. En este contexto cambiante, Verónica Castañeiras pone énfasis en dos habilidades que hoy considera fundamentales. Una de ellas es la disposición al aprendizaje permanente. La otra es la flexibilidad para afrontar los cambios que van a continuar sucediéndose. En una primera instancia, la psicopedagoga indica “decidir por qué disciplina quiero comenzar porque es la que más me convoca. Después hay campos enormes en los que se puede seguir desarrollando, ampliando y seguir aprendiendo, en definitiva”.

Eugenia Mato destaca que, durante los distintos ciclos de la vida, es posible enriquecerse vocacionalmente, no sólo desde la profesión o la ocupación escogida, sino también desde un hobby o un pasatiempo. Son esas las actividades “que nos reconfortan y ayudan al logro de una vida más plena y armoniosa”, añade.

Pasiones, talentos, fortalezas, debilidades… La clave pasa por el conocimiento interior para encontrar aquello que brindará, además de una manera de ganarse la vida, la posibilidad de realizarse como persona. A lo largo de toda la vida es posible ir en esa búsqueda y lograr alcanzar la intersección entre talento y pasión.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/salud/vocacion-y-talento-dos-aspectos-de-la-vida-que-no-siempre-van-de-la-mano-nid10102023/

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