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Valentín Barco, el 10 de Boca: con rebeldía y gambetas, el abanderado de Almirón para ganar la Copa Libertadores es un “chico” de 19 años

Ya no es un “chico”, pero a sus 19 años todavía le quedan por aprobar varias materias. Y algunos rostros y reacciones espontáneas aún lo transpolan a cuando con su mamá Patricia viajaba en...

Ya no es un “chico”, pero a sus 19 años todavía le quedan por aprobar varias materias. Y algunos rostros y reacciones espontáneas aún lo transpolan a cuando con su mamá Patricia viajaba en el Renault 12 de su padre en busca de su sueño de triunfar en Boca. Valentín Barco se enoja, se fastidia cuando no juega un partido para 10 puntos, pero aún así es el que más se arrima a lograrlo en el actual equipo 2023 que quiere ganar la Copa Libertadores en Brasil. Es un jugador distinto, el que genera un contagio positivo en sus compañeros.

Hace un mes, Jorge Almirón pegaba volantazos en nombres y esquemas. Todavía no había encontrado el equipo. Apenas había repetido una formación de Boca en 35 partidos y más allá de buenas intenciones, los chispazos positivos no terminaban de unificarse en algo más consolidado. Algunas lesiones, un calendario apretado, pero sobre todo por dudas propias nunca había logrado (hasta ahora) aceitar sociedades que le permitan al DT edificar hacia arriba.

En los números estrictamente estadísticos, parece que nada se modificó, ya que el equipo ganó apenas dos de los últimos 16 partidos. Pero cambió bastante entre la revancha con Racing en Avellaneda y la ida ante Palmeiras, en la Bombonera. Ahí le empezó a dar continuidad a un esquema (4-4-2), a una defensa con Advíncula, Figal, Rojo y Fabra; un medio campo compuesto por Medina, Pol Fernández, Equi Fernández y Barco; y en la ofensiva Merentiel y Cavani.

Almirón, si no se pasa de revoluciones, encontró al fin un equipo que debería defender mejor, pero que tiene puntos de conexión y apoyo para jugar la final de la Copa Libertadores ante Fluminense, este sábado en el Maracaná. Una construcción que le llevó varios meses y que su maestro mayor de obras termina siendo un lateral izquierdo de 19 años que ahora juega de 10: Valentín Barco.

Entre tantas búsquedas y pruebas de Almirón, las sociedades que había encontrado en su recorrido como DT xeneize antes de este desenlace más específico había sido las de Weigandt y Advíncula como wing derecho, pero poco más. Sí había potenciado niveles individuales como los de Cristian Medina y el mencionado Barco, pero en ofensiva, más allá de las ecuaciones y los intentos por asociarse de Janson, Cavani, Zeballos, Merentiel, Benedetto y Briasco, no había comunión. Recién ahora apareció química entre Cavani y Merentiel. Antes de eso, la dupla ofensiva con más feeling era la de Merentiel con Luca Langoni (en la época de Hugo Ibarra), pero el juvenil surgido de las inferiores sufrió una seguidilla de lesiones que lo condicionaron. Recién ahora está volviendo y no deja de ser una carta interesante.

Probó con el doble 9, sumándole dos wines por afuera para jugar 4-2-4, como en el segundo tiempo ante River, pero el mejor funcionamiento del equipo Almirón lo encontró con el esquema que menos le gusta o prefiere, el 4-4-2. Antes se mencionaba, con razón, que los delanteros xeneizes no podían convertir, pero el problema era más de fondo: porque el equipo generaba muy poco y, por consecuencia lógica, no tenían chances para anotar. No había goles perdidos de manera increíble por los atacantes, las fallas en la construcción apuntaban a todas las líneas, varias de ellas disimuladas por laterales entusiastas y con despliegue.

En un solo partido ante Talleres, por Copa Argentina, y pese a que tampoco pudo ganar en los 90 minutos, generó sí 20 remates y 10 chances claras, algo que no era común de ver. Y Cavani tuvo en un solo encuentro quizás la misma cantidad de situaciones de riesgo que en los once partidos anteriores. Siempre aportó sacrificio y movilidad para desmarcarse y generar espacios, pero le faltaba el gol que aportó en partidos decisivos como ante Palmeiras y el conjunto cordobés. Para que suceda eso fueron clave las búsquedas de Barco con pases filtrados, hacia adelante. Merentiel también lo potenció, sobre todo con esa corrida que hizo en San Pablo.

Se habla de algunas “irresponsabilidades” de Barco, algunos gestos que le pueden traer problemas. El último fue una reacción infantil contra Jorge Rodríguez (Estudiantes), como venganza de una falta que había recibido desde atrás de Rollheiser. Esas fallas, en una final pueden salirle caro. Riquelme y Almirón le están encima a pequeños detalles, Cavani lo reta al pasar en un partido. Pero es justamente esa personalidad lo que lo hizo destacarse. No fue noticia por gestos, sino que los gestos aparecieron luego de demostrar condiciones técnicas y tácticas para resaltar como un jugador diferente. De 3 o de volante, es el 10 que hoy hace jugar a Boca.

Un no-look-pass ante Nacional de Uruguay, pararse arriba de la pelota con los dos pies ante Palmeiras, en Brasil, un cruce futbolero con Cavani por un pase no dado. Muchos lo ven como algo negativo, pero… ¿La expulsión de Marcos Rojo en la revancha en Brasil acaso no fue un acto de mayor irresponsabilidad? ¿Cuándo Figal piensa más como centrodelantero que como primer central? ¿O Benedetto, cuando aparecía desenfocado y se preocupaba más por pelearse con algún rival que por jugar? ¿Algún cambio del propio Almirón que expuso algunos rendimientos físicos? Barco tiene 19 años y claro que debe aprender muchas cosas todavía, ya sea desde el juego y desde reacciones personales que pueden estar en el límite entre el folclore y la cargada. Pero el zurdo hizo de pegamento para unir piezas del equipo que parecían rotas en mil pedazos como un jarrón chino cayendo al piso.

No tiene un remate potente, pero lo suplanta con técnica, con buenas ejecuciones y también con efectos sorpresa, sacando disparos cuando el arquero rival no los espera. Se desdobla y llega a pisar el área rival, por sus gambetas para adelante es uno de los jugadores al que más infracciones le cometen. Quedó lejos en el tiempo, pero la asistencia que le dio a Alan Varela para ganarle en tiempo de descuento por esta misma Libertadores a Deportivo Pereira en la Bombonera 2-1, con un centro pinchado hacia atrás, tuvo la frialdad de ejecución como si la hubiera hecho un veterano Beto Márcico.

De sus búsquedas con paredes en corto y pases verticales nacen las mejores jugadas ofensivas del equipo, las triangulaciones. Y la personalidad también se nota a la hora de los penales, si es uno decisivo para una definición puntual en la Libertadores o Copa Argentina, como se vio ante Palmeiras y Talleres. Tuvo un cruce futbolero con Cavani y algún gesto que podría haber evitado, pero Barco es el primero que elogia el despliegue del uruguayo y su sacrificio defensivo. Ante Racing o Palmeiras, varias veces le hizo la cobertura a Barco y terminó retrocediendo como volante por izquierda. “Quedate que yo te cubro”, le decía. Y Barco se quedaba recuperando aire luego de un pique. Cavani demostró que no se le caen los anillos para ser el primer defensor del equipo.

Almirón le da libertades para moverse por todo el frente de ataque cuando Boca tiene la pelota pero debe colaborar rápidamente con el retroceso para defender. Cuando le preguntan a Barco sobre la posición en la cancha, si prefiere jugar de lateral o mediocampista, dice: “Me siento cómodo de las dos maneras. Donde el técnico disponga yo voy a jugar. Capaz que todos piensan que tengo mejores cualidades ofensivas, pero de tres me gusta mucho también, tengo la cancha de frente. Por ahí de volante capaz que puedo generar más daño y llegó más al arco rival. Son dos posiciones que me gustan y que desde chico estoy acostumbrado”.

Aún no resolviendo todas las jugadas bien, Barco genera un contagio positivo en sus compañeros. Quizás uno de sus falencias (y las del club) fue no haber desarrollado su físico mientras los dirigentes lo tenían relegado por sus diferencias contractuales. Dio el salto desde el juego y lo futbolístico, pero en cuanto al despliegue le falta potenciarse más. Quizás por eso Almirón ya no lo pone tanto como lateral, pero eso no implica que no esté en condiciones de hacerlo. Un jugador como él puede rendir bien en su posición original, que es la que lo llevó a la fama. Aunque ahora juegue de 10 y sea el principal nexo para hacer jugar bien a Boca.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/valentin-barco-el-10-de-boca-con-rebeldia-y-gambetas-el-abanderado-de-almiron-para-ganar-la-copa-nid03112023/

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