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Utopía libertaria. Viaje al pueblo estadounidense donde se aplicó el experimento anarcocapitalista de la libertad “total”

Grafton era un paraíso para los amantes de las actividades al aire libre. Un remanso de serenidad en el corazón del estado de New Hampshire, en el noreste de los Estados Unidos. Tenía mil habita...

Grafton era un paraíso para los amantes de las actividades al aire libre. Un remanso de serenidad en el corazón del estado de New Hampshire, en el noreste de los Estados Unidos. Tenía mil habitantes y nunca se había registrado un acto de violencia extrema. Ni un solo asesinato. Su comisaría, la única en la ciudad, era resguardada por un alguacil que ocasionalmente patrullaba las calles. Y eso parecía suficiente.

Pero todo cambió en el verano de 2004. Exactamente 200 idealistas -en su mayoría hombres jóvenes y solteros- irrumpieron en la ciudad. Se definían como “libertarios” y “anarcocapitalistas”, decían formar parte de un movimiento llamado “Free Town Project” (Proyecto Pueblo Libre). Tenían un ambicioso plan: pretendían transformar Grafton en un paraíso libre de toda intervención estatal, un lugar donde las reglas no tuvieran cabida y la libertad se practicara en su máxima expresión. Un detalle: nadie se los había pedido.

El periodista Matt Hongoltz Hetling, autor del libro ‘A libertarian walks into a bear’ (Un libertario se cruza con un oso) fue testigo presencial de esta historia, que se extendió por más de 13 años. En sus páginas revive las peripecias de los “free-towners” desde el día en que llegaron a Grafton... hasta el día en que partieron. En una entrevista con LA NACIÓN, relata los acontecimientos que marcaron esta crónica única.

-¿Cuándo, y por qué, decidió el grupo de libertarios fundar el Free Town Project?

-A comienzo de los años 2000, la comunidad libertaria de los Estados Unidos estaba bastante “fracturada”. Era una idea académica que estaba presente, pero poca gente, o nadie, pensaba ponerla en práctica. Además, no había mucho lugar para esas ideas y sus adeptos estaban desperdigados por todo el país, sin mucho contacto entre ellos. Esto cambia con la llegada de Internet. Los libertarios empezaron a chatear entre ellos. Crearon foros y se conocieron. Al poco tiempo comenzaron a debatir la idea de formar una comunidad. Había uno de ellos, un académico llamado Jason Sorens, que había escrito un paper en el que proponía que los libertarios concentraran todo su poder político y “tomaran” una comunidad existente. El romanticismo de esa idea capturó la atención de todos: fue un verdadero hit.

-¿Por qué decidieron hacerlo en New Hampshire y por qué, particularmente, en Grafton?

-Empezaron a deliberar sobre cómo y dónde deberían hacerlo. New Hampshire parecía tentador porque, de por sí, ya era uno de los estados más libres de los Estados Unidos y con más bajos impuestos. De hecho, su lema es “Live Free or Die”. Allá ni siquiera es obligatorio usar cinturón de seguridad. Tampoco hay regulaciones en la construcción; podés hacer la casa que quieras. Hablaron bastante sobre esto, online. Hasta que cuatro de ellos hicieron una excursión por el Estado en búsqueda del mejor lugar. Observaban los pueblos, testeaban la calidad del agua, miraban a dónde se podrían asentar... Grafton tenía dos factores. Uno era que podían asentarse donde quisieran, porque había mucha tierra en venta. El otro es que era el hogar de John Babiarz, el candidato a gobernador de New Hampshire por el partido libertario. Hubo reuniones entre ellos y Babiarz, y éste los convenció de que fueran allí.

-¿De cuántos libertarios estamos hablando?

-Nunca hubo un registro oficial. Pero con su llegada, el pueblo aumentó su población en 200 personas. Entonces fueron alrededor de 200. A pesar de que representaban un porcentaje menor del total de habitantes, estaban muy concentrados en cumplir su sueño de convertir a Grafton en un paraíso libertario.

-¿Cómo se acomodaron en el pueblo? ¿Dónde vivían?

-Algunos compraron tierras y construyeron sus casas, otros no. Un par de ellos tenían bastante dinero. Uno se convirtió en el mayor terrateniente del pueblo y le permitía a los demás libertarios dormir en sus tierras. Pero hubo un gran número que optó por radicarse en carpas, en los bosques de la zona. También hubo algunos que se instalaron en casas rodantes y containers.

-¿Cuál fue la repercusión de la llegada de estos “nuevos visitantes” entre los habitantes ya existentes de Grafton?

-No muy buena. Su llegada angustió a los ciudadanos de Grafton por varias razones. Estos nuevos vecinos andaban por las calles exhibiendo sus armas de fuego. Hubo una gran reunión comunal en la que les dijeron “no los queremos acá”. Pero no pudieron hacer nada. Echarlos hubiera sido un acto autoritario, muy en contra de los valores estadounidenses. El enojo continuó. Hubo discusiones, pero nada fuera de control, sin violencia ni nada parecido. Fueron vistos como forasteros y no eran bienvenidos, pero se les toleraba.

-Entiendo que hubo otra gran reunión, que fue determinante.

-Sí. Esto fue en junio. Los residentes locales asistieron masivamente. Tuvieron que trasladar el encuentro a un lugar más grande. Comenzaron a expresarse de manera muy enérgica. Llevaban carteles de protesta e, incluso, colocaron un ataúd afuera del edificio que decía “R.I.P Free-Towners”. ¿Por qué tanta indignación? Un vecino encontró un sitio web donde los free-towners enumeraban sus objetivos, que parecían bastante radicales.

-¿Qué querían, concretamente?

-Buscaban el derecho a traficar drogas, el tráfico de partes del cuerpo humano, el derecho a participar en el canibalismo consensuado... No aceptaban impuestos, ni reglas, ni restricciones sobre andar desnudos en público. Rechazaban cualquier norma, y los ejemplos que eligieron para ilustrar su posición eran muy provocativos. Ellos aclaraban que no pensaban involucrarse en estas actividades, en el tráfico de drogas u órganos, pero querían que fuesen legales. Naturalmente, los ciudadanos de Grafton se sintieron provocados.

-¿Trabajaban los free-towners? ¿De qué vivían?

-Creo que muchos de ellos vivían con presupuestos muy ajustados. Muchos optaron por desconectarse de la sociedad en la medida en que fuera posible. Por lo tanto, su único gasto una vez que vivían en el bosque era la comida... y la comida es muy barata. Algunos de ellos conseguían trabajos de tiempo parcial fuera de la comunidad. No había empleos disponibles en Grafton. Un hombre gastó todos sus ahorros y su dinero de jubilación para comprar la Iglesia Local. Vivía allí, pero estaba en una situación financiera tan apretada que no podía permitirse comprar aceite para la calefacción en invierno. Así que se quedaba temblando adentro. Y no siempre tenía suficiente comida para comer; subsistía gracias a la caridad de los demás.

-Ellos querían trasformar Grafton, pero eran minoría. ¿Cuál fue su estrategia para hacer efectivos estos cambios?

-Una de las cosas que hicieron fue postularse para cargos políticos en la ciudad que tradicionalmente no se consideraban deseables. La ciudad tenía una pequeña comisión encargada de mantener los cementerios en el pueblo. Por lo general, si querías formar parte del comité, no había problema, podías ser parte de él. Entonces, se unían a comités como ése y, cuando llegaba el momento en el que tenían que solicitar sus presupuestos anuales, pedían 0 dólares, o tal vez 50 dólares... esa era su forma de desestimar esa parte de los asuntos de la ciudad. Sabían que no iban a ganar las elecciones de alto perfil en la ciudad. Querían que la ciudad fuera una “zona libre de la Organización de las Naciones Unidas”, pero eso no pasó, la propuesta fue rechazada. Pero cuando llegó el momento de reducir el presupuesto del departamento de policía, que solo tenía un oficial a tiempo completo, o reducir el presupuesto para la reparación de carreteras y el mantenimiento del edificio municipal de la ciudad, se acercaron a los habitantes que no querían pagar impuestos. Los free-towners se unieron a ellos para lograr importantes reducciones en el presupuesto de la ciudad.

-¿Tenían un plan B para que los servicios básicos, que querían cerrar, siguieran funcionando?

-De vez en cuando recogían la basura. “Hacemos el trabajo de la comunidad nosotros mismos, no necesitamos que el gobierno brinde estos servicios”, decían. También hablaban de crear un departamento de bomberos voluntarios que compitiera con el departamento de bomberos de la ciudad, y también de formar una milicia para proporcionar protección a los vecinos. Sin embargo, estas ideas requieren organización y compromiso, por lo que ninguna de ellas fue realmente alcanzable.

-¿Hasta qué punto fue llevado el proyecto? Las crónicas de la época cuentan que el policía se quedó sin plata para arreglar el patrullero.

-Sí. En una reunión, el policía dijo que había períodos en los que no podía salir a patrullar porque su vehículo tenía necesidades de mantenimiento que no podía cubrir con el presupuesto policial. Las cosas siguieron empeorando. El número de quejas de los vecinos aumentó, al igual que el número de agresores sexuales en la ciudad. Las tasas de reciclaje disminuyeron y los baches en las calles se volvieron más frecuentes y peores. También tomaba más tiempo despejar la nieve después de las tormentas de invierno, por lo que los residentes tenían que esperar períodos más largos para salir de sus hogares y esto generaba malestar. Además, la oficina de la ciudad tenía filtraciones, se había quedado sin agua caliente, y no había presupuesto para repararla.

El fin del proyecto libertario: violencia, drogas y osos

Cuando había incendios, Grafton dependía de otras ciudades para recibir asistencia. Luego se prendió fuego la iglesia, esa que había comprado uno de los free-towners. Era un lugar sagrado para los graftonitas, muchos residentes se casaron allí, otros la habían usado para realizar funerales. El dueño del edificio estaba adentro cuando esto ocurrió... y murió.

También se produjo el primer asesinato en la historia moderna de Grafton. Hubo una discusión entre compañeros de cuarto en un departamento alquilado donde vivían tres personas. En medio de la disputa, uno de los compañeros de cuarto tomó un arma de fuego y disparó a los otros dos. Los mató, lo que resultó en un doble homicidio.

En seguida se produjo otro incidente. Comenzó como una típica discusión de ruta. Dos conductores se provocaron mutuamente, detuvieron sus automóviles y se enfrentaron. Uno de ellos, reconocido free-towner, desenfundó su arma y disparó al otro en el estómago. No fue un asesinato porque sobrevivió. Todo esto ocurrió frente a los hijos de ambos, que observaron la escena desde los vehículos.

Luego llegó el enemigo menos pensado: los osos, atraídos por la basura acumulada. Y de alguna manera, extrañamente estimulados y violentos. No se sabe por qué, pero se piensa que se sintieron provocados por los free-towners, que apelaban a cualquier técnica para ahuyentarlos, lastimarlos o matarlos.

Por último, hubo un aumento en la actividad de drogas en la ciudad, incluida la existencia de un laboratorio de metanfetaminas.

-Para hoy, la mayoría de los “free-towners” abandonaron Grafton. ¿Qué sucedió?

-Se marchitó... La actividad de los libertarios alcanzó su punto máximo en 2007 y duró hasta 2016. Lo que realmente puso fin a su proyecto “Free Town” fue el proyecto “Free State” (Estado Libre), que era básicamente lo mismo, pero a gran escala. Hubo un esfuerzo mayor, querían reclutar 20.000 personas. En un momento alcanzaron a juntar 20.000 firmas y alentaron a que “todos vengan a New Hampshire y hagan lo mismo”. Así que hubo un gran flujo de libertarios viajando al Estado, y todos estaban motivados por el mismo idealismo romántico que había motivado al Free Town Project la primera vez. Y si las cosas en Grafton hubieran salido bien, probablemente hubieran continuado lo que se había hecho allí. Pero de hecho, Grafton ya era una comunidad arruinada. Estaba plagada de osos y ya no era un lugar atractivo para vivir. Así que estos libertarios, que tenían todo el Estado para elegir, se concentraron en áreas que tenían servicios públicos más sólidos. Y a su vez se fueron despegando de los que habían ido a Grafton en primer lugar. Los organizadores del “Free State” querían distanciarse del fracaso de los otros libertarios, aunque se inspiraron en la misma idea... Y su proyecto absorbió la energía del anterior, por lo que todavía existe un puñado de libertarios en Grafton, pero no están proponiendo nuevas ideas ni impulsando iniciativas.

-¿Cómo se sienten hoy los habitantes originales del pueblo?

-Creo que están contentos de haber repelido a los forasteros. Uno de ellos me dijo: “Eso es lo que hacemos con los forasteros, los masticamos y luego los escupimos”.

-¿Cuál es su opinión respecto a la idea de que haya libertarios a cargo de un gobierno, sea en un país, un estado o una pequeña comunidad?

-Me pone contento que exista un punto de vista libertario, al menos acá en los Estados Unidos. Es importante tener una variedad de opiniones, en cualquier sociedad. La diversidad de perspectivas contribuye a un debate saludable y puede actuar como un contrapeso contra cualquier extremo, ya sea el “exceso de gobierno” o una creencia ciega en el mercado libre. Es cierto que el mercado libre puede resolver muchos problemas en los Estados Unidos y en otros lugares, pero también es importante reconocer que no es la única solución y que hay problemas que requieren intervención gubernamental o el uso de otras herramientas y políticas. Ahora, si bien pienso que su existencia es positiva, opino que tenerlos a cargo de un país es una idea inusual y mala.

-En pocas semanas, Argentina va a elegir un nuevo presidente. Existe la chance de que el candidato del partido libertario, que se ha definido en el pasado como “anarco-capitalista” gane las elecciones.

-Pienso que la filosofía libertaria nunca ha sido puesta a prueba con un liderazgo fuerte, nunca fue comprometida a eso. Es un set de ideales muy puros en la teoría. Pienso que la Argentina podría allanar su camino hacia una forma de libertarismo que le sea más práctica, en caso de que ese candidato gane.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/utopia-libertaria-viaje-al-pueblo-estadounidense-donde-se-aplico-el-experimento-anarcocapitalista-de-nid03112023/

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