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Una obra que simboliza el zigzag energético K

El marketing político del oficialismo en plena campaña electoral, y con su grandilocuencia discursiva, no alcanza para encubrir la realidad por más que se elijan fechas patrias para desplegarlo....

El marketing político del oficialismo en plena campaña electoral, y con su grandilocuencia discursiva, no alcanza para encubrir la realidad por más que se elijan fechas patrias para desplegarlo. Mañana –9 de julio– será inaugurada la primera etapa del “Gasoducto Presidente Néstor Kirchner” (GPNK), de 563 kilómetros entre Vaca Muerta (Tratayén) y la provincia de Buenos Aires (Salliqueló), con la anunciada presencia de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa para aparecer en la hipócrita “foto” de ficticia unidad política previa a las PASO, en medio de consabidas consignas de independencia y soberanía energética.

Se trata de la primera obra tangible de infraestructura de alcance nacional puesta en marcha por el maltrecho gobierno del Frente de Todos para aprovechar el potencial de VM, que en los últimos dos años viene aumentando la producción. Pero, por ahora, se trata de una etapa inicial que agrega una capacidad de transporte de 11 millones de metros cúbicos diarios y permitirá este invierno reducir a la mitad las importaciones de gas natural licuado (GNL) y combustibles líquidos, que en 2022 habían disparado el déficit comercial energético a casi US$5000 millones –debido a la suba de precios gatillada por la guerra de Rusia con Ucrania– con el consiguiente drenaje de reservas del Banco Central pese a las mayores exportaciones de petróleo y derivados. Aún así, sólo a comienzos de 2024 se completarían dos componentes claves, como la instalación de dos plantas compresoras para duplicar la capacidad a 22 millones de m3 diarios y la construcción del ducto entre Mercedes y Cardales para conectar las redes de TGS y TGN en un anillo que abastecerá de gas a Rosario y las centrales termoeléctricas del Litoral.

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Urgido por la crítica escasez de dólares, un mérito de Massa –al asumir en agosto de 2022– fue su pragmatismo para tomar a cargo el área de Energía; desechar las internas entre el ministerio de Economía y el kirchnerismo (Instituto Patria) que demoraron meses el proceso licitatorio del gasoducto; remover trabas a la importación de materiales y equipos e impulsar la construcción contrarreloj.

También se las ingenió para que pasara casi inadvertida la demora en la inauguración, prevista inicialmente para el 20 de junio; o sea, cuatro días antes del cierre de listas para las PASO. La táctica comunicacional fue informar en sus cuentas de Twitter y Whatsapp el llenado de cada tramo de cañería como si se tratara del relato de un partido de fútbol, acompañado por la profusión de spots de propaganda oficial. Algunos resaltan que es “la obra más importante del siglo” (se sobreentiende que son los 23 años transcurridos del siglo XXI). Y otros de los últimos 40 (de democracia), que es un dato totalmente erróneo: “El gasoducto Neuba II, de 1350 kilómetros de extensión entre Neuquén y Buenos Aires fue iniciado en junio de 1987 e inaugurado a fines de mayo de 1988″, corrige Jorge Lapeña, exsecretario de Energía del gobierno de Raúl Alfonsín.

Sin embargo, la construcción de la primera etapa del GPNK no oculta la decepcionante historia kirchnerista de populismo energético, que en los últimos años se caracterizó por un zigzag ideológico en ausencia de una política previsible y, mucho menos, planificada.

Por lo pronto, que se haya rebautizado el gasoducto con el nombre de Néstor Kirchner constituye un inmerecido y contradictorio homenaje. En 2006, sin previo aviso, el expresidente cerró los gasoductos y oleoductos construidos en la década del ‘90 para exportar hidrocarburos a Chile, Brasil y Uruguay a fin de preservar el autoabastecimiento, afectado por el fuerte aumento de la demanda interna a precios indiscriminadamente subsidiados. Para entonces, Kirchner proyectaba con Hugo Chávez la fantasiosa construcción del “Gasoducto del Sur”, de casi 10.000 kilómetros y altísimo costo, para transportar gas natural desde Venezuela. Desde 2008 hasta ahora debió recurrirse a la importación de GNL en invierno –excepto en 2019/2020– con un buque regasificador amarrado en Bahía Blanca y otro que desde 2011 opera en Escobar durante todo el año.

Cuando en 2012 se confirmó el potencial de Vaca Muerta, la primera decisión de la entonces presidenta Cristina Kirchner fue expropiar la mayoría accionaria de Repsol en YPF, a un costo de US$5000 millones, al que ahora se suma un fallo contra el Estado argentino en los tribunales de Nueva York que podría triplicar esa cifra.

Más cerca en el tiempo, Alberto Fernández anuló la licitación con capitales privados del gasoducto de Vaca Muerta convocada por Mauricio Macri en 2019 y en 2022 transfirió la concesión de la obra a la estatal Enarsa, que financió parte del costo con 25% de la recaudación del Aporte Solidario de Emergencia (impuesto a las grandes fortunas), aprobado para enfrentar el impacto fiscal de la pandemia de Covid. Días atrás, el titular de la empresa manejada por La Cámpora acusó al exministro Martín Guzmán de demorar casi tres meses la aprobación de los pliegos, sin tener en cuenta que en 2022 CFK cuestionó públicamente la importación por parte de Techint de chapa y caños sin costura desde Brasil para acelerar la construcción. Este conflicto derivó en la renuncia del ex ministro Matías Kulfas, que había puesto en marcha la reedición de las subastas del Plan Gas para asegurar el abastecimiento del fluido a las centrales de generación termoeléctrica a precios previsibles.

Como en una parábola, en los últimos meses fueron rehabilitados el Oleoducto Trasandino (Otasa) para exportar petróleo a Chile, clausurado por NK hace 17 años y la reversión de una planta de bombeo para enviar crudo a la refinería de Bio Bio. A esto se suma la ampliación, con inversión privada, de la capacidad del Oleoducto del Valle (Oldelval) y de almacenaje en la planta de Puerto Rosales de OTE (Oiltanking Ebytem), que permitirá el ingreso de buques petroleros de mayor porte.

No obstante, para las empresas petroleras la mayor incógnita del acto de mañana en Salliqueló es si Massa anunciará la licitación de la segunda etapa del GPNK y, principalmente, cómo será financiada.

Hace tres meses, el ministro había anticipado que el llamado iba a realizarse el 20 de junio (en coincidencia con la inauguración postergada) y con financiamiento privado en un esquema de articulación con el sector público. Pero también está pendiente desde fin de 2022 la financiación brasileña con un crédito de casi US$700 millones del Bndes, que motivó varias reuniones con el presidente Lula da Silva, hasta ahora con más expresiones de deseos que resultados concretos.

El segundo tramo de 521 kilómetros entre Salliqueló y San Jerónimo (Santa Fe) elevará la capacidad del gasoducto a 44 millones de m3/diarios, podría concluir durante 2024 con el próximo gobierno y permitir mayores exportaciones de gas a países vecinos. Si la obra se demora, quedará descalzada la construcción del ducto de 122 kilómetros entre La Carlota y Tío Pujio (Córdoba) para transportar gas neuquino a las provincias del NOA, que cuenta con un crédito de la CAF por US$540 millones. También la reversión del sentido del Gasoducto del Norte, cuya primera etapa acaba de ser completada por TGN y permitirá exportar dentro de dos años excedentes a Bolivia y a Brasil a través del país del altiplano. Sólo cuando se completen el GPNK II y estas obras, la Argentina podrá convertirse en exportador a gran escala de gas y de GNL a mercados de ultramar, que llevará tiempo y millonarias inversiones privadas hasta que se concrete alguno de los proyectos para instalar plantas de licuefacción de gas, fijas o flotantes, que por ahora tienen en carpeta YPF-Petronas; Pampa Energía-Excelerate y Tecpetrol.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/una-obra-que-simboliza-el-zigzag-energetico-k-nid08072023/

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