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Un giro imprevisto. El francés que heredó un imperio, pero eligió crear un club de polo en una estancia de la Argentina

Casi como una premonición, la hoy Beauvais en el Oise era llamada por los romanos como Caesaromagus, “el mercado de César”. Es allí, cuando en 1964, un joven hijo de un modesto vendedor de z...

Casi como una premonición, la hoy Beauvais en el Oise era llamada por los romanos como Caesaromagus, “el mercado de César”. Es allí, cuando en 1964, un joven hijo de un modesto vendedor de zapatos, se inspiró en el desarrollo urbano para ofrecer a las autoridades locales un negocio que era gratis para el estado y tentador al mismo tiempo: financiar el mobiliario público de la ciudad.

Con eso crearon la marquesina pública que se estrenó en Lyon con un contrato entre el municipio y Jean-Claude Decaux, quien fundó la, por entonces, pyme JCDecaux, hoy el conglomerado de publicidad urbana más grande del mundo. Con un temperamento duro e invencible, sus ideas volaron lejos. Así aparecieron todos los elementos de espacios comerciales que en un santiamén se llevaron a todas las ciudades: paradas de buses, paneles informativos, anuncios en baños, paneles en subterráneos, cestos de basura… donde hubiera un espacio, había una oportunidad de mensaje.

Con sagacidad hizo crecer su grupo sin pasar por licitaciones gubernamentales, hasta el momento en que, cuando tuvo que hacerlas, ya no tenía competencia.

Tuvo tres hijos en tres décadas diferentes: Jean-François (1959), Jean-Charles (1969) y Jean-Sébastien (1976). A ninguno puso al frente de su proyecto sólo porque tuvieran su sangre. Les dio una educación férrea y los hizo hacer experiencia por el mundo. El lema en casa era “tenés que desafiarte a vos mismo”. El amor por el trabajo bien hecho fue la consigna, pero también una alta competitividad: jugando al ajedrez o en las pistas de esquí en las temporadas de invierno. En todo había que ganar.

Con 23 años recién cumplidos y diploma en mano, Jean-François se fue a las oficinas de la empresa de su padre en Alemania. Escaló lentamente, mientras sus hermanos, a medida que crecían, tomaban la misma senda. Bajo el liderazgo de Jean-François Decaux, JCDecaux se convirtió en la primera empresa autorizada para operar soportes publicitarios en el sector público en Alemania del Este (RDA).

Para el 2000 los dos mayores se transformaron en presidentes de la compañía de su padre, alternándose cada dos años. Jean-François se instaló definitivamente en Londres. Allí comenzó a practicar polo y, poco a poco, se sumó al circuito internacional. Codeándose con las figuras argentinas que llevan los estándares de ese deporte bien arriba, empezó a frecuentar las canchas locales.

En uno de sus tantos viajes por América, en 2009 tomó una decisión: se compraría un espacio propio en estas tierras. Le ofrecieron una lista con una decena de opciones. Por obra de la casualidad la primera que visitó fue La Bamba, una estancia que data de 1830 y que, por entonces estaba abocada a la producción de maíz, soja y trigo y la cría de ganado. Fue amor a primera vista. Compró la finca en San Antonio de Areco sin querer visitar a ninguna de las otras nueve propuestas sugeridas. Siguiendo su instinto, reconoció que ese era su lugar para el sueño polístico.

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Se tomó el par de años subsiguientes para planear el proyecto y llevar adelante el concepto que tenía en su cabeza. Invirtió por ese tiempo más que los fondos que utilizó para comprar el lugar. Reinventó el campo, reformuló los espacios, puso en valor la propiedad, expandió construcciones manteniendo el estilo, incorporó todos los recursos de un espacio lujoso de retiro y hotelería.

Durante los siguientes dos años, Decaux invirtió mucho más que el precio de compra para renovar y expandir la propiedad y los terrenos. La esposa de Decaux, Pascale, diseñadora de interiores, reinventó la decoración. Logró incorporar la riqueza multidimensional del campo argentino y sus tradiciones más clásicas, junto a las tendencias de la hospitalidad más elegante que le permitió ingresar en el selecto grupo de alojamiento Releais Chateaux. Bajo el mismo concepto invencible de su padre, Jean-François logró plasmar su visión para crear el lujoso hotel boutique de campo, a apenas unos 75 kilómetros de Buenos Aires, abrió sus puertas en 2011.

Apenas 11 habitaciones se integran entre el casco original y el nuevo edificio que fue construido a semejanza perfecta de las dependencias fundacionales. Todas ellas llevan el nombre de caballos famosos, lo que logra materializar el espíritu gauchesco en concordancia con el entorno rústico glamoroso que Pascale logró imprimir con éxito.

La llegada ya pone en clima: el visitante es recibido en el ingreso, junto a la ruta, por un gaucho a caballo que precede al conductor guiándolo hasta el casco principal. En el ingreso, tal como indica la tradición campera, un bocado espera para amenizar la bienvenida. Allí se planean las actividades de la estadía. El servicio es all inclusive, pero con una elegancia tan bien planteada que registra en cada ingesta un itinerario acompasado de las jornadas rurales habituales en el campo argentino. Las mesas comunitarias, el uso de la pulpería, la torta matera a la hora del atardecer cuando languidece la actividad, los caballetes montados al calor de la parrilla donde hasta el postre se termina como parte de una yerra.

Su tradición turística viene de lejos. De hecho, fue primero posta en el Camino Real hacia el Alto Perú, cuando los chasquis cambiaban caballos, recogían provisiones, descansaban y compartían entre todos las historias de sus travesías. La estancia como tal, nace formalmente en 1830 y se trata de una de las propiedades de estilo colonial argentino restaurado más antigua del país.

Su nombre nace del término celta Bahamba que significa lugar de reposo y hospitalidad. Es en la pulpería, el edificio más antiguo cuyo origen se remonta al siglo XVIII, sirvió como refugio para caballos y carruajes antes de ser transformado en hostería donde los gauchos se reunían para cantar, bailar o para saciarse después de un duro día de trabajo. Hoy es el sitio común y la zona de desayuno y la merienda.

El sitio hoy ha sido pensado para la contemplación, las actividades en la naturaleza, la gastronomía de lujo y el polo. Un paseo en carruaje tirado por caballos por el campo, andar en bicicleta, avistase aves, montar a caballo con el estilo tradicional argentino, la piscina, una visita a los establos de caballos de polo, algunas prácticas y, de acuerdo a la fecha, también un encuentro amistoso o de la temporada del circuito internacional.

Jean-François logró cumplir su sueño y se llevó a casa el título del Campeonato Abierto Británico en 2009 con su equipo de La Bamba. Entre sus frases favoritas se encuentra definición que incluye a su padre: “el nos hizo empresarios, no herederos”. Aún con un taco y caballo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/la-nacion-revista/un-giro-imprevisto-el-frances-que-heredo-un-imperio-pero-eligio-crear-un-club-de-polo-en-una-nid25052023/

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