Generales Escuchar artículo

Tu escena no es la mía: dos amores mínimos en una misma casa, creados con sensibilidad y talento

Tu escena no es la mía. Autora y directora: Gabriela Izcovich. Elenco: Mercedes Fraile, Daniel Goglino, Gabriela Izcovich, Mauricio Minetti. Iluminación: Ricardo Sica. Música: Lucas Fridman. Sop...

Tu escena no es la mía. Autora y directora: Gabriela Izcovich. Elenco: Mercedes Fraile, Daniel Goglino, Gabriela Izcovich, Mauricio Minetti. Iluminación: Ricardo Sica. Música: Lucas Fridman. Soprano: Natacha Nocetti. Asistencia de dirección: Lucas Suryano. Sala: Teatro del Pueblo, Lavalle 3636. Funciones: sábados, a las 20. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

En un mismo espacio escénico - el living de una casa- transcurren dos historias que involucran a cuatro seres solitarios que, casi sin darse cuenta, se ven implicados en sólidos encuentros amorosos. Por diversas circunstancias, a lo largo del relato, estos personajes terminan reconociendo que pueden lograr modificar algo de sus vidas después de atravesar una situación tan inesperada como sorpresiva.

Lucía, una profesora de historia, se detiene a observar, a través de una ventana, el interior de la casa en la que vive Francisco y que en algún momento perteneció a sus antepasados. Él la descubre y la invita a entrar. El ambiente en nada se parece al que ella conocía. Ingresar a ese lugar la obliga a recordar su pasado y a la vez necesita conocer a ese hombre que está atravesando un momento muy delicado. Su mujer falleció y eso lo hizo ingresar en un estado de tristeza del que le resulta muy difícil salir.

En un segundo acto la casa es habitada por Santiago, amigo de Francisco quien decidió venderle esa propiedad escapando de los recuerdos. El nuevo habitante es un importante director teatral que convoca a una destacada actriz para leer una pieza que proyecta montar. Así Elena llega al lugar. Ella es una mujer de carácter fuerte que en muy poco tiempo logra desestabilizar a Santiago. Tanto que llegará a dejar su profesión, cuando descubre que esa intérprete tiene la capacidad suficiente para hacerle olvidar su labor creativa y entregarse al juego amoroso que ambos deciden iniciar.

Dos momentos distintos que finalizan de igual manera. La nueva obra de Gabriela Izcovich sigue la línea que ya trazó en dos de sus espectáculos anteriores, Mar distante y Qué pasó en todo este tiempo. Las historias son pequeñas, pero los personajes se exponen en una plenitud que posibilita engrandecer lo que sucede en ese espacio que se completa con una austera escenografía. Esos seres que parecen tan pequeños al comienzo, a medida que avanza la historia, van dejando ver las múltiples capas que dan forma a sus conductas. Exponen sus vidas de manera muy natural, pero todo aquello que relatan adquiere una dimensión inesperada para el espectador.

Los cuatro intérpretes muestran mucha convicción a la hora de dar forma a esos personajes. Mauricio Minetti (Francisco) es un ser vencido a causa de su tristeza. Duda a la hora de involucrarse con Lucía (Mercedes Fraile), pero su melancolía se mezcla con la de ella y entre ambos logran escapar de sus mundos privados, casi sin darse cuenta. Es muy sensible el recorrido que realiza la actriz a la hora de dar a conocer en profundidad a esa docente que está demasiado involucrada con su profesión y una rutina que acepta, paradójicamente, con alegría.

Santiago (Daniel Goglino) asume con mucha energía el rol de director teatral. Sus planteos, sus certezas a la hora de emprender un proyecto escénico se van desarmando, también de manera casi imperceptible, hasta que logra reconocer que ya no le interesan los actores, al menos a la hora de conducirlos sobre un escenario.

Gabriela Izcovich crea para ella un personaje a medida. Una mujer (Elena) que posee una locura muy especial. Sabe muy bien cómo jugar con cierto desenfreno, pero también proponer desde el humor una mirada más piadosa sobre la realidad de esas criaturas que parecen tan opuestas, pero que terminan conviviendo, convencidos de que la única manera de lograr cierto equilibrio personal será posible tomándole la mano al otro.

Tu escena no es la mía es un espectáculo que se desarrolla con un ritmo convincente. Posee momentos muy conmovedores y otros en los que domina más el juego actoral. Estos intérpretes ya han trabajado juntos en otros proyectos de Izcovich, por lo que poseen una química muy intensa. Saben muy bien cómo relacionarse y engrandecer el propio trabajo apoyándose en el oficio escénico de sus compañeros. El público disfruta mucho esta experiencia que está construida de manera muy acertada.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/teatro/tu-escena-no-es-la-mia-dos-amores-minimos-en-una-misma-casa-creados-con-sensibilidad-y-talento-nid17102023/

Comentarios
Volver arriba