Una vez más, la Catedral se vistió de fiesta para celebrar la gran final de la 130° edición del Abierto Argentino de Polo, el campeonato más importante del mundo. Después de la postergación por la lluvia (el partido debió jugarse ayer, sábado), y a pesar de algunas lloviznas intermitentes, los vecinos de Cañuelas desplegaron su talento en un peleadísimo partido disputado en la mítica cancha 1 que terminó en una victoria para La Natividad, el team de los hermanos Castagnola, Facundo Pieres y Pablo Mac Donough; que le ganó 13-10 a La Dolfina, el equipo del recordman Adolfo Cambiaso y su hijo Poroto, junto a Pelón Stirling y Juan Martín Nero.

“Ganamos Palermo, no lo puedo creer. Tuve un par de años complicados pero volví. Hice todo para estar acá, para vivir este momento… estoy feliz de que los chicos me convocaran. Sabía que hoy era nuestra oportunidad y se nos dio”, dijo Facundo Pieres ni bien se bajó del caballo. Cerca de él, Camilo Castagnola, que además resultó goleador de la Triple Corona, agregó con emoción: “Fue el partido más intenso de mi vida. Haber ganado Palermo dos veces es una cosa de locos. Gracias a todos los que me acompañaron para llegar hasta acá, y ahora, a seguir aprendiendo”.

A partir de las 15.30, al terminar la final del 7° Abierto de Polo Femenino en la cancha 2 -El Overo Z7 UAE se coronó campeón-, una auténtica pasarela social y de moda tomó forma bajo las gradas de la Tribuna Oficial. Entre los primeros en llegar estuvieron Alejandro Gravier, Benjamín Vicuña, Cora Reutemann y Nacho Figueras. Ya en palenques, María Vázquez, “primera dama” del polo, encabezó la hinchada de La Dolfina. Del otro lado, en el palenque “verde”, una cada vez más integrada Zaira Nara se instaló junto a su hija Malaika y uno de sus sobrinos, Valentino López, hijo de su hermana Wanda, para hinchar por Facu Pieres y sus teammates.

Esta vez, por primera vez en años, los linos y los tonos claros fueron reemplazados por looks donde primó la comodidad y la practicidad de la mano de impermeables, paraguas y jeans. Sin embargo, debajo de ellos asomaron algunos outfits impecables y con toques de sofisticados, como los abrigos animal print o con detalles de piel. Llueva o truene, en Palermo el estilo nunca se pierde.