Se escapó del geriátrico y sorprendió a todos al contar por qué lo hizo
Una mujer de 81 años se cansó de su situación en un asilo de ancianos de la ciudad de Faenza, en Italia. La señora se escapó del lugar con el objetivo de volver a ver el mar, en la playa adond...
Una mujer de 81 años se cansó de su situación en un asilo de ancianos de la ciudad de Faenza, en Italia. La señora se escapó del lugar con el objetivo de volver a ver el mar, en la playa adonde la llevaban sus padres cuando era niña.
La mujer vivió algunos años en la residencia, pero soñaba con volver a una playa en Rímini, donde sus padres la llevaron de vacaciones cuando era pequeña, un lugar que no había vuelto a ver en cincuenta años.
La adulta mayor planeó la fuga y logró salir de la institución cuando sus cuidadores no se percataron. Llegó a la estación de tren de Faenza y allí comenzó el viaje de ochenta kilómetros.
Los captcha se volvieron imposibles de resolver: los objetos que pide identificar no existen
Al llegar a Rímini, tomó otro tren que la llevó a Bellaria Igea Maritima, trece kilómetros más adelante. Una vez en su anhelado destino, junto al mar, se acercó caminando al hotel Flora, donde solía hospedarse hasta bien entrada su adolescencia junto a su familia.
En el interior se encontraban los dueños del antiguo edificio, quienes se acercaron a conversar con ella, la reconocieron y le explicaron que no podía quedarse ya que todo el lugar llevaba varios años fuera de servicio, por lo que sus condiciones no eran las mejores.
El “perro motociclista” que enterneció a todos por su estilo y glamour
Con el firme propósito de pasar una noche en la villa marinera, la mujer fue a una iglesia local para ver si la dejaban quedarse allí. Ante esta situación, y observando su avanzada edad, el sacerdote avisó a la policía que finalmente la llevó de vuelta al geriátrico, a más de ochenta kilómetros de distancia.
Una vez en la residencia, la mujer finalmente reveló que se había escapado porque “quería volver a ver el mar”, en esa playa donde había pasado los mejores años de su vida.
Tras la fuga, explicó que estaba harta de la vida dentro del geriátrico donde se comen “sólo sopas y manzanas hervidas”. Los médicos que la visitaron aseguraron que no había sufrido malos tratos en el lugar, entendiendo que tal vez había sido una simple búsqueda de “libertad y consuelo”, en los lugares que habían quedado en su corazón.
