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Robaron a todos menos a él, buscó seguridad en Canadá pero no fue fácil: “Éramos como traidores al mate, al Martín Fierro”

“¿Sabías que entraron a robar a todas las casas vecinas menos a la tuya?” Gustavo Giménez-Comas escuchó aquella pregunta con sabor a sentencia y decidió que era tiempo de actuar. ¿Para qu...

“¿Sabías que entraron a robar a todas las casas vecinas menos a la tuya?” Gustavo Giménez-Comas escuchó aquella pregunta con sabor a sentencia y decidió que era tiempo de actuar. ¿Para qué esperar a que la desgracia llame a su puerta? Vivía en Lomas de Zamora, tenía dos hijos adolescentes que anhelaban salir y socializar, y eso también parecía haberse transformado en un riesgo. A ellos aún no les había tocado, pero tenían conocidos que contaban que asaltaban a la salida del cine. Hacía un tiempo, por otro lado, un gran amigo de la familia había perdido su vida por el robo de un auto, demasiadas malas experiencias, dolor y estrés cotidiano.

“Pensé que era inútil esperar a que finalmente algo nos aconteciera a nosotros”, rememora Gustavo. “Mejor irse antes que algo ocurra, y preservar la salud”.

El ladrillo en la garganta tras una despedida agridulce: “Éramos como traidores al mate, al Martín Fierro”

Gustavo jamás olvidará aquel día del 2003, cuando dejó Argentina. La puerta de salida del aeropuerto se abrió y el frío golpeó su garganta, que llevaba sin cubrir, como si fuese un ladrillo: “Tres días en cama con gripe”, revela.

El comienzo alicaído traía consigo los recuerdos de los últimos días en su país, en su barrio, con su gente. No había sido fácil dejar todo atrás y, tanto él como su mujer, debieron recurrir a sus profundas motivaciones para no dudar ni paralizarse: “Salvo el caso de mi hermana, en general, la familia y los amigos argentinos en la época no apoyaban para nada que uno emigrara, y menos mi madre, hasta que entendió que era un esfuerzo para encontrar un beneficio que nosotros personalmente no hallábamos en Argentina”, cuenta.

“Para algunos éramos como traidores al mate, al Martín Fierro y a todas las tradiciones. Cada uno lo puede percibir diferente y las circunstancias son diferentes. Por suerte, encontramos que la provincia de Quebec tenía específicamente una oficina instalada en Buenos Aires con un programa de visas como residentes permanentes dirigido a profesionales argentinos con hijos, y entonces con mi esposa, profesional también, no lo dejamos pasar”, continúa Gustavo, quien en Argentina ejercía como abogado.

Volver a empezar en Canadá: “¡Como si fuéramos bebés!”

El efecto positivo al llegar a Canadá fue inmediato. Gustavo pudo respirar la seguridad en cada rincón, en los barrios, el centro, los medios de transporte, en las calles y en los negocios. Existió aquella mochila olvidada en un café, y ahí la encontró, nadie la había tocado, a pesar de tratarse de un local en Montreal, en una urbe de más de 3 millones de habitantes.

Lo que habían ido a buscar -seguridad pública- lo hallaron de manera instantánea: “A partir de ahí, claro, no iba a ser tan fácil”, asegura Gustavo. “Aprendimos a abrigarnos selectivamente según las circunstancias. También fue raro tener que aprender a caminar de nuevo, porque caminar sobre el hielo en ciertas veredas es un asunto serio”.

“Y también tuvimos que aprender a hablar de nuevo, porque había que aprender a hablar el francés quebequense, el cual tiene un acento diferente. Es decir, era extraño tener que aprender a caminar y hablar, de alguna manera ¡como si fuéramos bebés!”

“Con el tiempo, descubrimos también los bemoles del país. En Montreal, por ejemplo, es difícil para los adultos acceder a un médico, y si se accede, que el médico preste atención a su caso. Hay que usar Internet para informarse y pedirles respuestas concretas”.

Estudiar, esforzarse, trabajar en Canadá: “Como extranjero, adulto, sin contactos sociales, todo resulta lógicamente mucho más difícil”

En Montreal, Gustavo tuvo que exigirse de maneras que jamás hubiera imaginado. Tras emplearse en algunos trabajos menores, decidió que debía volver a estudiar en la universidad. Tras mucho esfuerzo y sacrificios, se recibió de la carrera de Notariado, profesión a la cual se dedicó a partir de entonces.

Tanto él como su mujer, motivaron con su propio ejemplo a sus hijos, que, al igual que ellos, fueron muy aplicados y lograron construirse su camino con éxito: “Cuando llegamos a Canadá veníamos también a buscar especialmente una educación de calidad para nuestros hijos, en ese momento los dos adolescentes y la bebé de 2 años”.

“Montreal es una ciudad universitaria y las opciones de colegio (Cegep) y universidades son muy amplias, tanto en inglés como en francés. El objetivo nuestro con mi esposa era que los hijos se educaran en los tres idiomas a buen nivel y eso funcionó muy bien. Yo mismo aproveché las oportunidades educativas para estudiar francés, inglés, aparte de hacer la equivalencia de mi diploma y estudiar para escribano: me dediqué a mi profesión con una clientela diversa, trabajando en los tres idiomas, ya que Canadá sigue atrayendo inmigrantes, cada día más”, continúa.

“Los locales te respetan mucho por la profesión u oficio en el que uno trabaja, piensan que si uno obtuvo los diplomas y credenciales de las instituciones locales en la materia es porque la calidad profesional de tu servicio es la que corresponde. Claro que como extranjero, adulto, sin contactos sociales previos y con otros idiomas en juego, todo resulta lógicamente mucho más difícil, sea tanto para volver a estudiar como para trabajar”.

De regresos y aprendizajes: “Uno debe elegir a qué tipo de problemas enfrentarse”

Veinte años han pasado desde que Gustavo dejó su barrio, Lomas de Zamora, atrás. Junto a su mujer, hoy vive a 45 minutos de Montreal en un pueblo de 17 mil habitantes. A través de su ventana su mirada se pierde en una hermosa montaña que alberga un lago. Allí respira paz, entre los árboles imponentes, el aire puro y la ausencia de ruidos.

Jamás olvidará su volver a empezar, con frío en la garganta, pero un enorme deseo de construir otro presente y otro futuro para su familia. En el camino, y con el tiempo, Argentina adquirió un nuevo sabor para ellos, uno más dulce, añorado y querido. A pesar de lo duro que significó transitar el desarraigo, las consecuencias, finalmente, resultaron mejores en todos los sentidos, incluida la imagen que ellos mismos, sus hijos y sus nietos tienen hoy de su tierra de origen.

“Al volver a Argentina, de vez en cuando, admiro todo lo bueno: la familia y amigos que continúan allí, el `calorcito´ casi todo el año, la comida sabrosa, el idioma maravilloso, el acento español tan particular. Se siente bien, muy bien, uno es turista en su propio país y tiene tiempo para revisitar los lugares de siempre, disfrutarlos y sacar conclusiones”, dice Gustavo conmovido.

“Por ejemplo, pienso que con la gente, la cultura y los recursos, la Argentina tendría que ser al menos igual que Canadá, si no mejor, porque tiene una geografía y un clima espectaculares, muy vivible, con muchas oportunidades. Quizás en el futuro se pueda organizar mucho mejor”, reflexiona.

“Han pasado dos décadas y lo volvería a hacer. Los problemas de la vida se encuentran en todos lados y son inevitables, pero uno debe elegir a qué tipo de problemas enfrentarse porque vivir en diferentes países tiene diferentes problemas: inflación versus estabilidad, seguridad versus delincuencia, diferentes niveles de educación, empleo, libertad, diversidad, etc”.

“Aprendí mucho viviendo en Quebec, obviamente en relación a los idiomas, lugares y costumbres distintas. Aprendí a vivir con frío y nieve. Aprendí que las relaciones humanas también pueden ser frías. Aprendí cómo opera el racismo, solapadamente. Aprendí que un poco uno deja de ser solamente argentino (de los cuales hay relativamente pocos en Montreal) y se hace más `latinoamericano´, porque aquí conoce y hace amigos también con los mexicanos, colombianos, chilenos y personas de toda Latinoamérica. Y te convertís en ciudadano global”.

“Estoy muy agradecido por lo que Argentina, Quebec y Canadá nos ofrecieron. Aprendí que los sueños se pueden hacer realidad, ya que ahora también tengo tres nietos, preciosos, y están acá para empezar sus vidas en un lugar organizado, donde pueden aprender las tres lenguas desde chicos, estudiar e ir tranquilos al cine”, concluye.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/robaron-a-todos-menos-a-el-busco-seguridad-en-canada-pero-no-fue-facil-eramos-como-traidores-al-mate-nid20092023/

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