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River no escapa del laberinto y los playoffs no ofrecen segundas oportunidades

Se enreda River, que es capaz de enseñar dos imágenes en un mismo partido. Se destiñe el juego de los millonarios en los últimos encuentros de la Copa de la Liga: con Instituto desanduvieron un...

Se enreda River, que es capaz de enseñar dos imágenes en un mismo partido. Se destiñe el juego de los millonarios en los últimos encuentros de la Copa de la Liga: con Instituto desanduvieron un primer tiempo con pleno control y dominio del escenario y la pelota, aunque se repitieron en la fórmula de ataque y equivocaron las llaves para destrabar el cerrojo que le presentó el rival. El empate 0 a 0 con los cordobeses se convirtió en el tercer partido consecutivo sin triunfo, la peor serie del ciclo Demichelis.

La clasificación para los cuartos de final del torneo ya estaba asegurada, pero el declive genera ruido, porque los playoffs no ofrecen segundas oportunidades: un mal funcionamiento, una mala ejecución, debilidades en las elecciones del planteo o de los intérpretes y la ilusión de derrumba, estalla, las manos se quedan vacías. En el curso, River sufrió en las definiciones mano a mano, tanto en la Copa Libertadores como en la Copa Argentina: el cierre del calendario le tiende un último puente, pero tiene que enseñar inteligencia y entender cómo se desenrolla el ovillo.

La mudanza no le resultó una complejidad a River, que dejó el Monumental para disputar la última fecha de la Copa de la Liga en Avellaneda, en el estadio de Independiente. Los recitales de la cantante estadounidense Taylor Swift motivaron el cambio de escenario y si en Núñez el show estuvo garantizado en el Libertadores de América hubo un pasajero contagio: el espectáculo enseñó un comienzo con los instrumentos afinados, pero terminó con las partituras extraviadas.

River extrañamente desentonó con los arreglos que pretendió imponer el director de la orquesta. Las modificaciones fueron convirtiendo a la pieza en un tema difícil de escuchar, de difícil comprensión. No todos los músicos están en su momento de esplendor y eso tampoco acompaña para que un solo instrumento tenga el poder de servir de guía al resto. El uruguayo Nicolás De la Cruz fue a lo largo del tour quien imprimió la mejor versión de la banda y con Instituto hizo un juego correcto, con desequilibrio, hasta que Demichelis compuso arreglos que distorsionaron y el charrúa y el grupo pasó de mostrar una paleta de colores a un gris preocupante.

Lo mejor del partido

La reaparición de Kranevitter, que desde hace dos meses no era titular –lo fue por tercera vez en el año-, asomó como una propuesta interesante. El tucumano se adueñó del eje y desde la posición el equipo se afianzó en el primer tiempo. El cuarteto que componían Nacho Fernández, Lanzini, De la Cruz y Barco animaban con la movilidad y entusiasmaba, porque desde atrás los laterales –Casco y Díaz- se proyectaban con criterio y doblaban a los futbolistas de Instituto.

El domino fue tan grande que la Gloria recién a los 40 minutos del primer tiempo logró rematarle a Armani; River tenía como desafío conectar en espacios reducidos y no repetirse en centros, porque el rival lo invitaba a tomar esa ruta. Desde el banco de los suplentes, Demichelis empezó a disgustarse, porque el equipo no era profundo.

Los registros positivos que exhibía River no tenían el más importante, el destacado: el gol. Los cambios no le entregaron la lucidez pretendida, más bien embarullaron, como si los posicionamientos no regalaran comodidad a las funciones. Colidio, cuya llegada fue casi una novela por su pasado en Boca y el deseo de los xeneizes por contar con él nuevamente, acompaño al venezolano Rondón y eso generó el retraso de De la Cruz, que fue un perjuicio para el juego; Simón –se sumó al plantel tras ser parte de la selección Sub 23- tomó la posición de Casco. Sin proponérselo, el juvenil quedó involucrado, tras un rebote, en la primera situación de peligro de Instituto:

Adrián Martínez, que batalló siempre de espalda, quedó de frente al arco y definió apurado, sin justeza. La respuesta llegó con un cabezazo de Enzo Díaz y un remate de Barco, que tras un desvío rebotó en el travesaño de Roffo. Fue la última acción de real peligro que diseñó River, quedaba media hora de partido. Careció de luces, de ideas, de espíritu y, a su favor, tuvo la inspiración de Armani, que con dos atajadas ahogó el gol cordobés.

A la confusión se le sumaron nuevos nombres desde afuera, como Solari, Palavecino y Borja, que jugó los últimos minutos con una lesión. River tenía que confirmar con juego una mejora de imagen, después de los tropiezos con Huracán y Rosario Central, solo arrimó desajustes. Sumó un empate, perdió el primer puesto de la zona y llega a los mata-mata envuelto en más dudas que certeza. Necesita recuperar la fuerza con la que hizo de su fútbol una marca registrada si quiere volver a llenarse de gloria.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/river-no-escapa-del-laberinto-y-los-playoffs-no-ofrecen-segundas-oportunidades-nid26112023/

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