CÓRDOBA.- “Es un acto de desesperación para acordar con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En mi experiencia, estas cosas no funcionan. Es aguantar hasta el acuerdo para que me den plata”. Así definió el economista Ricardo Arriazu, uno de los más escuchados y consultados por el empresariado argentino, las últimas medidas anunciadas por el ministro y precandidato a presidente Sergio Massa.

Estimó que las reservas netas del Banco Central son negativas en US$7.800 millones (suman US$11.800 millones con las tenencias de oro). Describió: “Es un problema; perdemos divisas todos los días; se aguanta con los encajes y con la suerte de que no caigan los depósitos en dólares que, básicamente, son del chiquitaje”.

El economista calificó de “poco tradicional” la forma en que el FMI comunicó los avances del acuerdo con la Argentina el domingo y advirtió -ante inversionistas de S&C Inversiones en Córdoba- que lo adelantado no es un acuerdo. “Hay un acuerdo de palabra para seguir negociando y no será aprobado ahora. Mi cálculo es que todo queda para después de las PASO”, sintetizó Arriazu.

En un tramo de su exposición respondió a la pregunta generalizada de si el tipo de cambio está atrasado o no. Sostuvo que si se toma costo laboral unitario “diría que debería estar al doble”, pero si se compara con el de Estados Unidos, podría estar rezagado el 50%.

No espera una devaluación formal antes de las PASO y estimó el atraso del dólar oficial en torno del 30%. Como en otras oportunidades, sostuvo que “devaluar por devaluar” no es la solución de los problemas estructurales que tiene el país.

“El mercado cambiario es la contracara del de pesos -razonó-. Si tengo un dólar libre, pierdo reservas; si pongo controles, se arma un mercado paralelo. Si emito y la gente no demanda pesos, la brecha es alta y crece. Si bajo la emisión y doy confianza, la brecha debería caer aún con controles. Con un programa consistente se pueden ir bajando los controles”.

A su criterio, las últimas medidas de Economía que siguen abundando en tipos de cambio múltiples es “la peor de las soluciones” a la vez que consideró que la devaluación encubierta instrumentada es una búsqueda de “minimizar” impactos, pero “aumenta el riesgo de aceleración de la calesita en los precios relativos”.

Sobre la posibilidad de traslado a la inflación del impacto de las últimas medidas, sostiene que dependerá de las expectativas del costo de reposición; si se interpreta que son decisiones de “corto plazo”, habrá traslado. En cualquier caso, la medición de agosto será la que marque si hay o no derivación.

Por el momento, mantiene su proyección de una inflación en torno al 140% anual. Sin embargo, hizo la salvedad de que “nadie sabe cómo terminará, porque depende del mercado cambiario, que a su vez depende del acuerdo con el FMI”.

Para los últimos meses del año, Arriazu fue más optimista sobre la evolución de la balanza comercial y del nivel de actividad.