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Realidad y ficción, mezcladas en la guerra entre Israel y Hamas

NUEVA YORKLas principales plataformas de redes sociales, antes celebradas por su capacidad de documentar acontecimientos mundiales en tiempo real, enfrentan una crisis de autenticidad que, s...

NUEVA YORK

Las principales plataformas de redes sociales, antes celebradas por su capacidad de documentar acontecimientos mundiales en tiempo real, enfrentan una crisis de autenticidad que, según sus detractores, es de su propia cosecha.

La guerra entre Israel y Hamas ha engendrado tanta información falsa o engañosa en línea que ha opacado lo que realmente está sucediendo. A su vez, la gente está recurriendo a fuentes que reflejan sus opiniones, lo que agudiza las divisiones sociales y políticas. Hay tantas afirmaciones falsas que algunas personas cuestionan las verdaderas. Y esto no solo ocurre en X, antes conocida como Twitter, que ha eliminado muchos de sus filtros de protección en los últimos meses. Los avances recientes en la inteligencia artificial –con programas que pueden producir cantidades casi ilimitadas de contenido– ya están agravando esa cacofonía digital. No obstante, la crisis de autenticidad va más allá de las redes sociales que han llegado a dominar el discurso público.

También se ha erosionado la confianza en los medios de comunicación tradicionales porque constantemente se los acusa de representar intereses estatales, corporativos o políticos. Esto ha ayudado a propulsar una abundancia de sitios alternativos en línea. Muchos se apegan a un punto de vista particular, que comparten usuarios de internet y que impulsan algoritmos diseñados para privilegiar el contenido impactante o sensible por encima de los matices o el equilibrio.

Hasta hace no mucho tiempo, las redes sociales eran proclamadas como una herramienta poderosa para democratizar las noticias y la información

“Distorsionamos el ecosistema de la información”, sentenció Nora Benavidez, abogada principal de Free Press, una organización que defiende la libertad de prensa.

Una encuesta realizada el año pasado por el Pew Research Center mostró que los menores de 30 años confiaban en las redes sociales casi tanto como en los medios de comunicación tradicionales. Aproximadamente la mitad expresó tener poca confianza en cualquiera de ellos. (Entre todos los grupos de mayor edad, la confianza en las organizaciones de noticias tradicionales sigue siendo mayor, aunque disminuye constantemente desde 2016).

“El resultado final siempre será que la gente estará menos comprometida”, dijo Benavidez. “La gente estará menos segura de qué temas le preocupan, menos consciente de por qué algo puede importar, menos conectada consigo misma y con los demás”.

En cualquier guerra, discernir entre la realidad y la ficción (o la propaganda) puede ser sumamente difícil

Hasta hace no mucho tiempo, las redes sociales eran proclamadas como una herramienta poderosa para democratizar las noticias y la información. En 2009, cuando un fraude electoral desató protestas masivas en Irán, los manifestantes usaron las redes sociales para romper con el dominio sobre la información que blandían los dirigentes autoritarios del país. Lograron publicar textos, fotografías y videos que desdecían las afirmaciones del gobierno. Hubo quienes la llamaron una revolución de Twitter.

La omnipresencia de las redes sociales en la mayoría de los países del mundo sigue desempeñando ese papel en muchos casos, por ejemplo, como fuente de evidencia para documentar los crímenes de guerra rusos en Ucrania.

Sin embargo, tal como lo ha demostrado el conflicto en Israel, estas mismas herramientas cada vez confunden más en vez de clarificar.

Nuestras vidas digitales se parecen cada vez más a un campo de batalla por la información, en el que cada bando de cualquier conflicto compite para ofrecer su versión de los hechos

En cualquier guerra, discernir entre la realidad y la ficción (o la propaganda) puede ser sumamente difícil. Los antagonistas buscan controlar el acceso a la información sobre lo que ocurre en el frente de batalla. Nadie puede tener más que un atisbo de una idea de lo que está pasando en cualquier momento dado. Pero ahora, videos falsos o engañosos se vuelven virales más rápido de lo que los verificadores de datos pueden desmentirlos o de lo que las plataformas pueden eliminarlos conforme a sus políticas empresariales.

A menudo, el problema reside en los detalles. Hamas asesinó a decenas de israelíes, incluidos niños, en un ataque en Kfar Aza, un kibutz cerca de Gaza. El informe no verificado de la corresponsal de un canal de televisión que afirmaba que 40 bebés habían sido decapitados en el ataque se hizo viral en las redes sociales como si fuera un hecho comprobado. El reporte sigue sin confirmarse.

Hamas ha explotado las redes sociales con ingenio para promover su causa, tal como lo hicieron alguna vez Al Qaeda y Estado Islámico. Utilizó la aplicación de Telegram, que en gran medida no tiene filtros, como canal para difundir imágenes explícitas de celebración por su incursión desde Gaza en redes sociales que han bloqueado a organizaciones terroristas.

Nuestras vidas digitales se parecen cada vez más a un campo de batalla por la información, en el que cada bando de cualquier conflicto compite para ofrecer su versión de los hechos. Se reciclan imágenes viejas para defender argumentos nuevos. Al mismo tiempo, imágenes reales se denuncian como falsas, incluso una fotografía sangrienta que Donald Trump Jr., el hijo del expresidente de Estados Unidos, compartió en X.

Los medios de comunicación confiables solían actuar como curadores, encargados de verificar la información y contextualizarla, y siguen haciéndolo. No obstante, hay quienes buscan poner en tela de juicio su integridad como guardianes de la información, y el más destacado entre ellos es Elon Musk, el propietario de X. El día después de que explotó el combate en Israel, Musk compartió una publicación en X en la que motivaba a sus seguidores a confiar en la plataforma más que en los medios de comunicación tradicionales.

X enfrenta críticas muy intensas, pero el contenido falso o engañoso se ha propagado en casi todas las plataformas digitales. Esta semana, Thierry Breton, funcionario de la Comisión Europea que supervisa una nueva ley que rige las redes sociales, envió cartas que advertían a X, TikTok y Meta, propietaria de Facebook e Instagram, sobre la prevalencia del contenido falso y violento respecto del conflicto.

Imran Ahmed, director de un centro para contrarrestar el odio digital, declaró que la guerra se había convertido en un “punto de inflexión” para las redes sociales. El aluvión de información que se ha visto desde que comenzó la guerra reveló que las plataformas ya “no son un lugar tan relevante para obtener información” durante un acontecimiento importante.

“Las redes sociales no deberían ser una fuente confiable de información: punto”, concluyó.

Ahmed, que estaba en Londres, dijo que se había sentido tan frustrado en los primeros días de la guerra que pasó de internet a la BBC en busca de información confiable. “¿Cuándo fue la última vez que me había puesto a ver la televisión?”, reflexionó.

Desde que adquirió la empresa el año pasado, Musk ha introducido una serie de cambios que, según los investigadores, han provocado el aumento de los contenidos nocivos, incluidos comentarios racistas y antisemitas. Entre ellos, una suscripción que permite que cualquiera pueda pagar por una marca de verificación azul, que en el pasado transmitía a los usuarios la sensación de autoridad de una cuenta.

“X, en particular, ha pasado de ser la primera plataforma en la que la gente se conectaba, y a la que permanecía pegada durante una crisis, a convertirse en un desorden inservible en el que solo intentar discernir qué es verdad requiere un gran esfuerzo”, dijo Ahmed.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/realidad-y-ficcion-mezcladas-en-la-guerra-entre-israel-y-hamas-nid21102023/

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