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Política y cuestiones de género

Días pasados, desde nuestras páginas, un ...

Días pasados, desde nuestras páginas, un artículo daba cuenta de algunas particularidades del perfil de adolescentes varones votantes de Javier Milei. Analistas políticos le dan a este segmento un protagonismo bastante por encima del que asignan a sus pares mujeres. Los adolescentes de 16 y 17 años de ambos sexos representan el 3,3% del padrón.

A partir de encuestas, desde la consultora Opinaia se sugiere que existe un discurso de resistencia al feminismo en el segmento de varones jóvenes que vota al candidato libertario. Milei anunció que, si llega al poder, eliminará el Ministerio de la Mujer, al tiempo que se declaró contrario al aborto, a la educación sexual en escuelas, al lenguaje inclusivo y a las políticas de género.

Un exacerbado fenómeno de empoderamiento femenino por fuera de márgenes de razonabilidad que también se da en las aulas siembra desconcierto e incomodidad en algunos varones. Que alguien salga a reivindicar una postura diferente que rescata la identidad masculina indudablemente cosecha adeptos. Son demasiadas las cuestiones que se han salido de caja con nulo beneficio para la mayoría de una sociedad abrumada por autopercepciones y extremos. Estructuras como el cuestionado Ministerio de la Mujer terminan guareciendo posiciones extremistas, más abocadas a nimias sandeces que a contribuir en algo a la reivindicación o auténtica defensa femenina y solventadas con dinero de todos.

Quienes con sus erradas políticas solo han sumado millones de excluidos insisten en forzar desde el discurso lo que muchas veces lejos están de promover en la praxis. No por nada prefieren limitar su mirada a cuestiones de género y diversidades que involucran a un universo por demás reducido.

Desde ese sesgado intento de instalar ampulosamente conceptos pseudosuperadores que connotan pluralidad, nuestra sociedad ve modificadas sus más tradicionales costumbres. Sirva de ejemplo que ya no celebramos más el Día del Niño sino el Día de la Niñez, a partir de la modificación introducida por la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia en 2020 para imponer un enfoque con perspectiva de género. Sin embargo, la niñez es una etapa de la vida, mientras que un niño es una persona que demanda protección y cuidados.

“No es cierto que 6 de cada 10 niños en la Argentina tengan hambre. Nosotros vemos otra cosa”, afirmó la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, en conferencia de prensa. Ven otra cosa porque miran para otro lado y porque prefieren insistir en su prédica respecto de cuánto el lenguaje refuerza estereotipos y desigualdades, olvidando que los usos de una sociedad no se imponen y que la intolerancia, la intransigencia y la exclusión pueden largamente exceder a las palabras.

En ese enfermizo afán por reivindicar diversidades discursivamente, desde el vocabulario se nos han impuesto plurales como infancias y un sinfín de palabras adaptadas con variantes como e, x o @ dirigidas a superar cuestiones sexistas que hoy se han vuelto anatema. El debate en torno del uso del lenguaje inclusivo se da al calor de una nutrida agenda de género y se asocia a una dimensión ideológica con niveles de aceptación que algunas encuestas señalan como más altos entre votantes del Frente de Izquierda y del kirchnerismo, y con niveles de rechazo mayores entre partidarios de JxC y afines a Milei. También en este terreno, los comicios de este año podrían traer vientos de cambio.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/politica-y-cuestiones-de-genero-nid22092023/

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