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Perdidos en laberintos de la sinrazón

Estamos a 50 días del domingo en que se comenzará a develar el próximo gobierno; si es que hoy nos levantamos muy optimistas. Es altamente probable que al 22 de octubre le suceda la segunda vuel...

Estamos a 50 días del domingo en que se comenzará a develar el próximo gobierno; si es que hoy nos levantamos muy optimistas. Es altamente probable que al 22 de octubre le suceda la segunda vuelta, el 19 de noviembre. Y los 50 días se convertirían en 78. Y no sea ansioso que, para el 10 de diciembre, cuando se supone que Alberto Fernández entregará el bastón y la banda con gesto republicano a su sucesor, faltan 99 días. ¿A cuánto se cobrará el clonazepam a esa altura? ¿Saldrá más barato un blíster de un ansiolítico que un peceto para el vitel toné de Nochebuena? ¡Cuánta incertidumbre! Para la llegada de Papá Noel restan 113 días, qué número para tener esperanzas…

¿Cuántos videos de Instagram grabará el ministro candidato kirchnerista para entusiasmar con un sinfín de planes “platita” a los desencantados de sus programas antiinflacionarios? ¿Cuántos gobernadores, intendentes y empresarios volverán a marcarle a Sergio Massa la cancha de su derrota y a negarse a poner de su bolsillo los pocos pesos que van quedando? ¿Cuánto más imprecará Javier Milei, aunque el amor parece sosegarlo, contra toda ideología que no sea la de su propia misa liberal? ¿Cuánto más insistirá en el dialoguismo Horacio Rodríguez Larreta, que parece abrazarse a aquella frase de Victoria Tolosa Paz de “ganamos perdiendo”? ¿Dónde estará Martín Lousteau? ¿De qué colores serán las chaquetas merkelianas de Patricia Bullrich durante lo que resta de la campaña proselitista? ¿Cuántos productos faltarán en almacenes de cercanía, supermercados, kioscos, ferreterías, farmacias, salas de primeros auxilios, hospitales y clínicas?

Sí, ya sé. Mejor no me hago la picante contrafáctica. Bastante difícil es la actualidad para arrojar más leña al fuego. Tengamos el domingo en paz y enfoquémonos en las reflexiones de eventuales estadistas que, sin precisar si con la dolarización se cumplirá la premisa alfonsinista de que con la democracia “se come, se cura y se educa”, se preocupan por marcar sus distancias ideológicas con los opositores. “No me tiño para ser ministra”, nos tranquilizó Diana Mondino para diferenciarse del siempre atildado Carlos Melconian, ungido por Bullrich como el piloto de la tormenta económica que heredará del kirchnerismo. La candidata libertaria sí es precisa en su obsesión por el cuerpo ajeno. Ya había sido quirúrgicamente crítica de la política exterior del canciller Santiago Cafiero al sentenciar: “Yo me baño y hablo inglés”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/perdidos-en-laberintos-de-la-sinrazon-nid03092023/

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