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No es la vida por Perón ni CFK, sino por el movimiento

Aun teniendo sobradas espaldas para soportar embates dialécticos de más alto vuelo, en su reaparición en un programa de TV, tras seis años de ausencia, Cristina Kirchner hizo su stand up, pero ...

Aun teniendo sobradas espaldas para soportar embates dialécticos de más alto vuelo, en su reaparición en un programa de TV, tras seis años de ausencia, Cristina Kirchner hizo su stand up, pero impuso un cambio en el formato del programa Duro de Domar.

A pesar de que el panel le respondía fervientemente desde lo ideológico, prefirió dejarlo sin voz ni imagen (es más: los reprendió por desconcentrarla cuando se hicieron notar detrás de cámara) y solo accedió a ellos, en modo cholulo (abrazos, selfies y saluditos) cuando todo había terminado.

En cambio, concedió un mano a mano con Pablo Duggan que, como buen converso -pasó de furibundo antiK a furibundo ultraK-, ofició de mero eco de la entrevistada, tirándole continuos centros, y de claque, celebrándole algunas de sus respuestas. “Te has portado muy bien”, le dijo ella al final, cual ama con su perrito faldero.

Juan Domingo Perón, fundador del movimiento que más tiempo ha permanecido en el poder desde 1946 hasta ahora, arriesgó más durante la campaña que lo tuvo como candidato presidencial en 1973, cuando accedió a una entrevista conjunta con tres periodistas de fuste en aquel tiempo, como Jacobo Timerman, Roberto Maidana y Sergio Villarruel.

Tal vez Cristina Kirchner esté tomando mayores recaudos por algo que se ve venir: todo populismo termina canibalizando también a sus líderes máximos. No solo Perón fue impulsado por sus acólitos hacia su tercera presidencia a pesar de que su médico personal había advertido que eso era sentenciarlo a un solo año de vida, sino que en junio de 1974, una lluvia invernal lo empapó durante una visita de Estado a Paraguay. Murió un par de semanas más tarde.

El siguiente caso no mató a persona alguna, pero sí a la democracia. Cuando Isabel Perón tomó una licencia, pudo quedar Ítalo Luder como interino hasta el fin del mandato (faltaban pocos meses para las elecciones), pero la ortodoxia partidaria clamó para que ella retomara el poder. Fue destituida el 24 de marzo de 1976 por el más sangriento golpe militar de la historia. Hay más: el siguiente caso toca de muy cerca a Cristina Kirchner. En septiembre de 2010, su marido fue intervenido de urgencia por una severa obstrucción coronaria que terminó en una angioplastia. Era su segunda internación en menos de siete meses. No habían pasado 48 horas de su alta médica, y pese a que los médicos desaconsejaban que abandonara el reposo, apareció, lívido, en el acto de La Cámpora, en el Luna Park. Tan frágil estaba que ni siquiera pudo hablar. Entonces todavía se barajaba que Néstor Kirchner fuese el candidato del Frente para la Victoria, en 2011. Murió al mes siguiente.

No parece Cristina Kirchner atravesar ninguna encrucijada inquietante de salud, pero ella sí tiene muy en claro que no goza de salud electoral. “Lo importante es entrar al ballottage”, dijo con franqueza, lo que tácitamente quiere decir “ojo, que podemos no entrar”. Extraordinaria coincidencia con Mauricio Macri, que planteó esa posibilidad ya hace rato.

Ahora bien: no está en riesgo la vida de la vicepresidenta, pero el persistente “¡Cristina, Presidenta!” de la militancia y de sus principales referentes (que ella catalogó, casi despreciativamente, de “letanía” en la entrevista de C5N) más que implorar, exigen que la vicepresidenta exponga su salud política casi a una segura defunción. Es la dinámica canibalizadora imparable del populismo: si ella aceptara la candidatura y le fuera pésimo en los comicios, su ciclo político estaría terminado. No solo eso: se quedaría sin fueros y podría perder la libertad si Casación y la Corte confirman la condena en primera instancia que ya tiene en la causa Vialidad, en tanto siguen adelante otros procesos en los que está muy complicada. ¿No piensan en eso los que tanto proclaman amarla?

El canibalismo populista no solo lo exige todo de sus líderes máximos -Eva Perón fue otra prueba de ello; también Carlos Menem haciendo campaña para ganar su segundo mandato en pleno duelo tras la trágica muerte de su hijo-, sino que tampoco se interesa por cuidar mejor a aquellos que están en condiciones de liderar en el futuro. Los alienta a malograrse antes de tiempo.

Perón había dicho: “Mi único heredero es el pueblo”. Sergio Massa se siente heredero de la “papa caliente”, a la que aludió Cristina en su unipersonal del jueves y Wado de Pedro plantea sus derechos como uno de los hijos de la “generación diezmada”, a la que también se refirió la vice en su show televisivo. Al revés, Axel Kicillof no quiere saber nada con ser presidenciable. Nadie está a salvo: es la propia dinámica populista la que indicará quién debe inmolarse esta vez en las urnas. No es la vida por Perón ni por Cristina. La vida por el movimiento vale todo. Los hombres no importan y las mujeres, tampoco.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/no-es-la-vida-por-peron-ni-cfk-sino-por-el-movimiento-nid21052023/

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