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Mejoramiento genético y agregado de valor para la forestación, con la fuerza de la Patagonia

Mejoramiento genético en ovinos, ensayos para reducir los tiempos de corte en forestación y con proyectos en carpeta hacia el futuro como la generación de hidrógeno y el ingreso a los mercados ...

Mejoramiento genético en ovinos, ensayos para reducir los tiempos de corte en forestación y con proyectos en carpeta hacia el futuro como la generación de hidrógeno y el ingreso a los mercados de carbono son los focos en los que está hoy Compañía de Tierras del Sud Argentino (CTSA), que pertenece al grupo de la familia italiana Benetton, del conglomerado conocido como Edizioni.

Con unas 950.000 hectáreas (la mayoría está en la Patagonia) dedicadas a la ganaderías ovina y bovina, a la forestación y a la agricultura más un frigorífico en Santa Cruz, el CEO de CTSA, Agustín Dranvosky, explica en una entrevista con LA NACION que proyectan aumentar las inversiones y agregar valor, aunque reconoce la preocupación por la incertidumbre sobre el tipo de cambio. Además, explica que tienen un proyecto para construir un aserradero próximo a los campos dedicados a la forestación, 80 kilómetros al norte de Esquel, pero enfrentan el problema de la usurpación de campos.

En 2021, CTSA ganó el premio a la Excelencia Agropecuaria LA NACION Banco Galicia en la categoría “Mejor Producción Genética Animal”. Este proyecto lo desarrollan en dos cabañas, Leleque, en Chubut, y Cóndor, en Santa Cruz. “En genética seguimos trabajando en el mejoramiento de la lana. Básicamente, sobre la finura”, explica Dranovsky. “En Cóndor empezamos un proyecto: la raza Corriedale tiene la característica que genera buena producción de corderos, pero la lana es muy gruesa. En los últimos años, el mercado se está yendo de las lanas gruesas y está teniendo una preferencia por la lana fina. Entonces empezamos un proceso “merinización” en la cabaña Cóndor para afinar las lanas y estamos también haciendo ensayos de genética para ver cómo mejorar la producción de carne”, añade. La faena se realiza en el frigorífico propio, Faimali que está en Santa Cruz.

En tanto, en Leleque, “se está trabajando también en un mejoramiento genético que permita una mayor calidad de la lana”, añade y destaca que “la lana de Leleque no solo es muy reconocida en la Argentina sino a nivel mundial. La idea es seguir mejorando eso, pero a su vez mejorar la producción de corderos”. No obstante, aclara que tienen dos propósitos: mejorar la producción de lana y buscar la excelencia de las carnes.

Respecto de la evolución del negocio ovino, Dranovsky dice que el año no fue bueno. “Por un lado, los precios, el aumento que tuvo el cordero, (la zafra en general va desde diciembre hasta marzo abril como mucho) estuvo por debajo de la inflación”, explica y señala que eso fue común con la ganadería vacuna. “La distorsión en todos los sectores es el tipo de cambio. Si vos mirás el tipo de cambio, comparado con la inflación, estás teniendo una inflación en costos que, acumulada en los últimos dos años, sacando la devaluación post PASO, está por arriba del 50%. Entonces eso impacta directamente en los márgenes y en la capacidad de inversión”, afirma.

En materia de precios internacionales, el precio de la lana tuvo un retroceso debido a que China, principal procesador mundial, tuvo una baja de la demanda lo que hizo que su principal abastecedor, Nueva Zelanda, fuera a buscar otros destinos, como la Unión Europea. Esto, a su vez, provocó una menor demanda de la oferta exportable argentina.

Sequía

El clima fue otro factor negativo. “En Santa Cruz, en Río Gallegos, ya llevamos tres años de seca. Las precipitaciones vienen por debajo de la media histórica. Para para la provincia no fue un buen año productivo. Primero porque hubo menos cordero y por otro lado tuvieron menos peso al promedio histórico. Lo que compensó un poco la venta fue que al tener seca se achican los campos y hubo bastante venta también de animales adultos”, dice el CEO de CTSA.

El clima también afectó el negocio agrícola, ubicado en el partido bonaerense de Balcarce. “Tuvimos un año con un rinde en trigo y cebada entre 30 y 40 por ciento por debajo de por debajo de la media. En girasol, también estuvimos, no tan abajo, pero un poco más reducido”, informa.

En cuanto a la producción de carne ovina y bovina, Dranovsky explica que apuntan tanto al mercado externo como al interno. “Va variando el porcentaje, pero somos proveedores en ambos mercados. Varía en proporciones, pero siempre la exportación tiene más volumen, pero no desatendemos uno de los dos mercados. Tiene que ver con la coyuntura argentina, que muchas veces el tipo de cambio te cambia radicalmente el negocio, de un lado y del otro”, reconoce. “Tenemos algunos productos especiales, por ejemplo, hacemos bastante carne kosher y eso es casi todo para la exportación. También hay cortes o productos que no se consumen en la Argentina. Y el país tiene su estacionalidad en el consumo del ovino que está relacionado muchas veces con las fiestas o el turismo en la zona de Patagonia que va traccionando la demanda”, afirma.

Otro rubro que comenzaron a explorar, pero con el que enfrentan una indefinición burocrática es con el guanaco, que se transformó en una plaga en la Patagonia por su expansión sin control y podría tener una vía de solución por la producción de carne. Realizaron una primera exportación a Bélgica, pero en el mercado interno solo pueden comercializar en Santa Cruz ya que todavía no hay un acuerdo entre la Secretaría de Ambiente y el Senasa para autorizar el tránsito federal de la carne de este origen, explica el ejecutivo.

Forestación

En forestación, Dranovsky informa que plantan unas 400 hectáreas por año. “Estamos incrementando la superficie, no estamos cosechando todavía, tenemos nuestro plan de negocios armado y el proyecto para armar el aserradero. Estamos esperando que se den las condiciones en las cuales podamos este desarrollar la inversión. El proyecto está entre el Maitén y Leleque, a unos 80 kilómetros al norte de Esquel, que es la zona donde nosotros tenemos toda la forestación”, dice.

Hace unos años realizaron un inventario para determinar cuál era el volumen de madera que tenían y cómo iba a ser el flujo futuro. “Medimos a partir de qué año podíamos empezar a cosechar y desde el momento en que vamos a empezar a cosechar. A partir de eso, dijimos, ´bueno, vamos a tener esta disponibilidad durante este tiempo y analizamos cuáles son los productos que mejor se amoldan a ese tipo de madera´. Y, por otro lado, analizamos cuál es el producto que sigue las tendencias de crecimiento en el mercado. Y luego, vimos la cuestión logística: dónde estamos ubicados y a quién le podemos vender ese producto. De todos los análisis que hicimos, salió que el aserradero era lo que optimizaba el resultado para industrializar y procesar la madera”. Por ahora, el proyecto del aserradero está frenado por las usurpaciones y ocupaciones de campos. “Tenemos 65 denuncias penales por distintas situaciones como robo y sabotaje, entre otras. Es difícil determinar el área ocupada, tenemos varios cuadros que nos quedan inutilizados. Nos concentramos en la Justicia. No exponemos a ningún empleado a resolver una situación que sí o sí la tiene que resolver la justicia”, indica.

Más allá de ese conflicto, explica que quieren seguir creciendo en forestación. “Por eso aumentamos el ritmo de plantación y también estamos haciendo ensayos con los turnos de corta. La rotación de la madera en la zona de la Cordillera es entre 35 y 40 años, entonces cualquier cambio genético o tecnológico que se pueda hacer y acortar ese plazo es una mejora para la rentabilidad, es un incentivo para seguir invirtiendo”, dice.

A futuro

En cuanto a los planes en carpeta, afirma que están siguiendo con atención los proyectos de hidrógeno verde, mediante los parques eólicos y el agua para generar este tipo de energía. “Es incipiente en la Argentina, pero los campos nuestros están en zonas de las mejores y con mucho potencial para esos proyectos”, señala Dranovsky.

Además, siguen de cerca los mercados de carbono. “Arrancamos en un proyecto en Balcarce, con Pro Carbono con Bayer, y a partir de ahí empezamos a ver cómo podíamos medir en la Patagonia. Qué se puede generar y certificar. Empezamos a tener distintas conversaciones con consultores. La cuestión es que no solo por capturar sino entrar en un proceso que te permita capturar más de lo que capturamos actualmente”, concluye.

Crisis de la ganadería ovina

“La Patagonia tiene un potencial enorme para producir”, dice Agustín Dranovsky, CEO de CTSA, aunque señala que en los últimos años se dieron un conjunto de factores, climáticos y económicos, que afectan la rentabilidad. Sostiene que hay campos abandonados porque ya no es negocio producir y que enfrentan un problema de aumentos de costos en dólares con un tipo de cambio oficial atrasado. “En los últimos años se conjugaron varias cosas que atentan contra la inversión y el crecimiento de del sector. Antes, un productor con 2000/3000 ovejas tenía un tenía un ingreso aceptable y hoy ese número tal vez está entre 4000 y 5000″, dice.

Para Dranovsky, “hay muchas cuestiones que se pueden gestionar con políticas públicas en conjunto con el sector privado que permitan desarrollar las actividades en la Patagonia. Hay un desafío para desarrollar un plan estratégico”

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/mejoramiento-genetico-y-agregado-de-valor-para-la-forestacion-con-la-fuerza-de-la-patagonia-nid07102023/

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