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Martín Fierro: como cada año, el premio se adapta al momento de la TV abierta para asegurarse una asistencia completa en su fiesta

Este año serán 36 las categorías de la televisión abierta premiadas con el Martín Fierro. Cinco años atrás, sumaban 32. Y en 2013, hace una década, llegaban a 31. Este aumento debe ser la ...

Este año serán 36 las categorías de la televisión abierta premiadas con el Martín Fierro. Cinco años atrás, sumaban 32. Y en 2013, hace una década, llegaban a 31. Este aumento debe ser la única señal inflacionaria que la Argentina actual registra sin un solo factor económico capaz de alentarla. La explicación, una vez más, es mediática. Hay que buscarla en la eterna capacidad de adaptación a los nuevos tiempos que caracteriza a los dueños del premio más longevo de la TV argentina. Y el único plenamente legitimado por los ocupantes de este pequeño gran universo, reconocido sobre todo por su inalterable endogamia.

A lo largo de los años, la Asociación de Periodistas de la Televisión y Radiofonía de la Argentina (Aptra) se aseguró ese reconocimiento mediante un procedimiento muy sencillo: garantizar que nadie falte a la “gran fiesta anual de la televisión”. La única manera de lograrlo es incluir entre los nominados la mayor cantidad de títulos y nombres propios de la programación vigente en ese momento.

Hasta hace unos cinco años, por lo menos, ese objetivo se cumplía con la repetición, entrega tras entrega, de un cuadro más o menos estable en cuanto a la cantidad y la materia de los rubros premiados. Lo que legítimamente se cuestionaba desde afuera era cierta rigidez en el armado de las categorías y una escasa disposición para reflejar en los premios algunos cambios de época decisivos e inevitables. Le alcanzaba por entonces a Aptra con sostener el dispositivo que aseguraba la presencia en su celebración anual de la mayor cantidad posible de caras conocidas, sobre todo actores y actrices. Era el único aval que necesitaban los organizadores para conservar la virtual exclusividad de la marca Martín Fierro como reconocimiento al mérito televisivo en la Argentina.

En los años más recientes (sobre todo durante el último lustro), los canales de aire quedaron expuestos a un verdadero cambio de identidad en sus grillas, marcada sobre todo por la retirada paulatina de la ficción local y la pérdida del lugar dominante que este género tradicionalmente ocupó. En la nueva configuración, tiras y unitarios quedaron reducidas al mínimo y su lugar ahora es ocupado por debates de actualidad, entretenimientos, competencias con premios y reality shows de tamaño dispar.

Los premios televisivos más reconocidos del mundo suelen tener como principal atributo la estabilidad de los rubros distinguidos con el mérito. En todos los casos vemos la natural adecuación del medio (y de sus programas) a una realidad siempre cambiante, que se expresa a través de la incorporación o la eliminación de unos pocos rubros. Pero nunca de manera tan drástica como lo que ocurre en la Argentina, que pasó rápidamente de una especie de intransigencia conservadora, completamente inmune a los cambios, a una postura relativista en la que no hay otra prioridad que la de adaptarse a las nuevas necesidades para llamar la atención de los nuevos protagonistas. La escasez forzaba el armado de un nuevo diseño de programación y había que legitimarla.

En todo caso, lo que pudo haber hecho Aptra para responder a este desafío desde la fidelidad a la televisión como medio y a su propia historia consistía en evitar el relativismo como norma, mantener después de los ajustes de rigor una columna vertebral más o menos estable de categorías y declarar eventualmente desierto al ganador del premio si en alguna de las más importantes (empezando por la ficción) los competidores brillan por su ausencia. Se trata de un gesto que, de paso, dejaría sentada una clara postura frente a la crisis que atraviesa la ficción local en la TV abierta. Los actores, tantas veces requeridos por los organizadores del Martín Fierro para llenar cada año las mesas de sus entregas de premios, serían los primeros en respaldarlo.

Pero Aptra eligió otro camino. El Martín Fierro 2023 fue armado a la carta con los rubros que identifican a la televisión abierta de este momento en la Argentina, con la ficción casi ausente. También con algún ejemplo insólito, como el premio que se entregará el 9 de julio al mejor aviso publicitario específicamente hecho para el Mundial de Qatar; una categoría aleatoria, que en el mejor de los casos volvería a entregarse en 2026. ¿Alguien se hubiese animado de verdad a proponer la inclusión de esta categoría si la Argentina no ganaba la Copa del Mundo?

Este año, los avisos publicitarios se agregaron a la fórmula preferida por Aptra para diseñar el tablero de las categorías a premiar: la duplicación. Cuando reinaba la ficción, había en este terreno candidaturas para todos: unitarios (o miniseries), ficciones diarias, actor protagonista de unitario, actriz protagonista de unitario, actor protagonista de ficción diaria, actriz protagonista de ficción diaria, actor de reparto en ficción diaria, actriz de reparto en ficción diaria, participación especial de ficción. Cada uno de ellos con cuatro o cinco nominados. No podía faltar nadie a la fiesta. Como en algunas competencias infantiles, el hecho de estar presente casi significaba llevarse un premio.

Ahora eso ya no es posible. Es tan pobre el mapa actual de las ficciones en los canales de aire que fue necesario agrupar las pocas que quedan (unitarios, miniseries y tiras) en un solo rubro. Y los premios a los actores aparecen reducidos a cuatro categorías, como en el Oscar: actor y actriz protagónica, actor y actriz de reparto.

¿Cómo se cubrirá este año la ausencia con aviso de los actores? ¿Quién ocupará ese lugar? El ancho mundo de la “no ficción”. El entretenimiento ahora duplica sus premios, ahora también en el Martín Fierro: hay un rubro denominado “juegos” y el otro “conocimientos”. Se supone que ambos deberían tener características diferenciadas. Pero resulta que 100 argentinos dicen, uno de los candidatos a mejor programa de entretenimientos (juegos), exige de los participantes un determinado saber, marcado eso sí por un espíritu mucho más lúdico y divertido del que tienen La hora exacta o Los ocho escalones del millón. Pero no se gana allí por puro azar.

También se desdobla la competencia entre los noticieros. Hay un Martín Fierro para los diurnos y otro para los nocturnos. Pero no son las únicas franjas horarias que salen en busca de la audiencia a través de programas que rivalizan mano a mano. Cada canal tiene su noticiero en la apertura (los nominados diurnos son este año tres informativos de los mediodías) y el cierre de las transmisiones. ¿Por qué hay entonces dos estatuillas y no cuatro para los informativos? ¿No sería lo mejor premiar a un único noticiero como el mejor de toda la TV abierta para evitar las confusiones?

Otro clásico de Aptra es el de los rubros intercambiables. A la Barbarossa, A la tarde y Cortá con Lozano (agrupados en una categoría de nombre tan curioso como “magazine”) ¿no merecerían ser tan considerados “de interés general” como Almorzando con Juana, Gran Hermano: el debate, y PH?

Y hablando de categorías y nominados que se superponen y permanecen abiertos a la confusión cuando un premio debería ser extremadamente preciso en sus características para que no se mezcle con otro, ¿por qué solo se premia con el Martín Fierro a la mejor labor en conducción a quienes cumplen esa tarea en programas de entretenimientos? ¿No son conductores, acaso, de sus respectivos ciclos Rodolfo Barili, Jorge Lanata, Rolando Graña y Dominque Metzger, todos ellos candidatos al premio por labor periodística?

En otro momento no muy lejano de la TV abierta el Martín Fierro al mejor programa musical estuvo a punto de desaparecer por falta de oferta. Este año hay cuatro nominados en esa categoría, cuyo momentáneo revival responde a los vientos que soplan en la actualidad sobre los canales de la TV abierta. Estas entradas y salidas condicionan el diseño de cada grilla de programación. Antes dominaba la ficción, ahora los pasatiempos. Por eso aparecen este año los premios para la gastronomía, los viajes y los ciclos dedicados a la juventud. ¿Cuánto seguirá y cuánto quedará de todo esto en los próximos años?

El único cambio reciente aplicado por Aptra en el armado de categorías que verdaderamente se justifica es la división entre los directores de ficciones y de no ficciones para que cada uno reciba por separado su respectivo premio. Esta es una genuina muestra de adaptación a los nuevos tiempos televisivos (durante muchísimos años ni siquiera hubo reconocimiento en el Martín Fierro para este oficio clave del quehacer televisivo) que se distingue de la mayoría de los cambios aplicados por los organizadores para la edición 2023.

La estrategia es inocultable: Aptra ordena sus categorías y fija sus premios en función de cada nuevo cambio de piel televisiva para conservar la legitimidad y sobre todo para asegurarse que no falte en su fiesta ningún representante destacado de ese mundo. Eso explica la presencia de 36 categorías en el Martín Fierro 2023. El año que viene el número puede ser cualquier otro.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/television/martin-fierro-como-cada-ano-el-premio-se-adapta-al-momento-de-la-tv-abierta-para-asegurarse-una-nid21062023/

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