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María Lynch, confesiones de una agente literaria en Buenos Aires

Una de las visitantes internacionales más solicitadas durante la reciente edición del Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA) fue la agente literaria española ...

Una de las visitantes internacionales más solicitadas durante la reciente edición del Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA) fue la agente literaria española María Lynch (Barcelona, 1978), nieta de la escritora Marta Lynch. La joven española, hija de una pareja de argentinos que debió exiliarse durante la dictadura militar, hoy dirige la prestigiosa agencia Casanovas & Lynch, fundada por la agente española Mercedes Casanovas, que fue pareja de su padre, el destacado intelectual y escritor español nacido en Buenos Aires, Enrique Lynch, que falleció en noviembre de 2020.

En las rondas de negocios del sector editorial en el CCK, la mesa asignada a Lynch en el MICA nunca estaba vacía: editores, scouts y escritores se acercaron a conversar con ella para ofrecerle sus trabajos. En 2020, fue elegida la mejor agente internacional de la Feria del Libro de Londres.

En diálogo con LA NACION, Lynch anticipa que iniciará los trámites para obtener la ciudadanía argentina (como hizo de unos sus representados, el español Andrés Barba). “Siendo hija de argentinos es relativamente fácil. Es algo que me gustaría hacer realidad muy pronto por motivos sentimentales”.

Su agencia literaria, especializada en escritores de España y América Latina, representa la obra de autores reconocidos como los argentinos Martín Caparrós, Mariana Enriquez, Jorge Fernández Díaz, Pola Oloixarac, Camila Fabbri y Patricio Pron, las mexicanas Ángeles Mastretta y Laura Esquivel, los peruanos Santiago Roncagliolo y Gabriela Wiener, los chilenos Raúl Zurita y Paulina Flores, los españoles Manuel Vilas y Elvira Navarro y los colombianos Fernando Vallejo y William Ospina, por mencionar solo a los vivos. “Son unos noventa autores -indica-. Menos Laura Alcoba que escribe en francés, los demás son solo autores en castellano. Siempre hago bastante hincapié en el trabajo previo del agente literario, en la edición y primera lectura del manuscrito. Y es un trabajo que requiere que uno lo haga en una lengua que domina”.

-¿Cómo fueron estos días en el MICA y con qué finalidad participaste?

-He visto a unos quince editores por día. Son reuniones relativamente cortas pero que sirven para presentar el catálogo y la editorial e intercambiar intereses y objetivos. Ha sido interesante ver un poco la variedad del tejido editorial. La impresión que me llevo es que tiene bastante foco puesto en visibilizar la edición fuera de la ciudad de Buenos Aires; me llamó la atención la cantidad de editoriales independientes que hay y las relaciones entre autores, editores, autores que son editores, talleres literarios. Es bastante singular. Para las microeditoriales en España es más difícil subsistir.

-¿Fue la primera vez que participaste?

-Sí, no había venido nunca. Como era la primera vez, tampoco sabía exactamente cómo me tenía que organizar. Me hubiera gustado aprovechar para ir a otros sectores como el audiovisual u otras disciplinas con las que también interactuamos los agentes. Quedará para la próxima vez.

-¿En la agencia trabajan con los manuscritos de los autores y les aconsejan cambios?

-Sí, es una parte que me gusta mucho de mi trabajo esa complicidad con el autor y con el desarrollo de la obra desde la idea original. Me parece una parte importante.

-¿En qué consiste el trabajo de una agente?

-Hay varias etapas. La primera es lograr que la obra se difunda de la mejor manera posible en la lengua original; ese es otro de los motivos por los que también defiendo que la literatura en español la representen agentes en lengua española.

-¿Por qué?

-Porque es un territorio muy vasto, muy variado. No es lo mismo publicar libros en México, Ecuador, Uruguay o España; las dinámicas son muy diferentes. Y hay que entender muy bien los territorios y las estrategias editoriales funcionan mejor en cada uno. Para muchos agentes y editores extranjeros, la lengua española a veces se confunde con publicar solo en España. En el caso de los autores que represento yo, que son fundamentalmente literarios; a veces la estrategia de publicación para la lengua pasa por publicar en un grupo que publican en toda Hispanoamérica, a veces pasa por dividir los territorios en editoriales locales.

-¿Pero esa decisión la toman los agentes o los autores?

-Diría que más bien la planeamos un poco nosotros, pero, bueno, siempre depende de los intereses del autor y de las particularidades del territorio y de la obra.

-Por ejemplo, un autor argentino debe, supongo, privilegiar que su libro se distribuya en la Argentina.

-Obviamente, sí, aunque se publique en España. Esa sería una condición que puede poner algún autor. Pero también es importante que si el libro se publica en la Argentina circule en España o en Colombia.

-¿Podrías dar un ejemplo?

-En el caso de Mariana Enriquez, ella tiene una editorial en España que publica la mayor parte de su obra en toda la lengua, con ediciones locales en la Argentina, México y España. Pero hay otros libros, como Alguien camina sobre tu tumba, en los que hicimos una edición local en la Argentina y tiene editoriales en Chile, México, Colombia, Bolivia. Suelen ser editoriales independientes que hacen otro tipo de trabajo con los libros.

-Ella es un fenómeno global.

-Sí, tanto en la lengua española como en traducción. Y también en el ámbito de la adaptación audiovisual. Hay como ocho proyectos de adaptación de novela o cuentos suyos a película o serie. Hay productoras de la Argentina, Estados Unidos, Brasil, España y México.

Mariana Enriquez es un fenómeno global, tanto en la lengua española como en traducción. Y también en el ámbito de la adaptación audiovisual: hay como ocho proyectos de adaptación de novela o cuentos suyos a película o serie en productoras de la Argentina, Estados Unidos, Brasil, España y México.

-¿Alguien ya compró los derechos de Nuestra parte de noche?

-Están opcionados: es el paso previo al rodaje durante el que se procura la financiación y se planea la filmación. Y una vez que la financiación se ha organizado, se ejerce la opción y se compran los derechos formalmente.

-¿Podrías contar otro caso de un autor que representas?

-Hay uno que me gusta siempre citar porque reúne también otros de los retos que supone representar a autores. Hay un libro precioso colombiano, que se llama Memoria por correspondencia, de Emma Reyes, que encontré en la Feria del Libro de Bogotá. Se acababa de publicar en una editorial independiente colombiana que tenía un año o dos de andadura y era un éxito en la Feria. Me enamoré del libro y nos ocupamos de buscar una editorial en España, otra editorial en México y así en varios países de habla hispana. También sirvió para suplir, en este caso, la falta de una autora viva que pudiera abogar por su obra. Con esta estrategia de publicación cada uno de los editores podía defender localmente el libro.

-¿Es más fácil negociar con los autores o con los herederos?

-Es igual, aunque quizá los herederos se apoyan más en el agente porque los autores pueden tener una mirada un poco más profesional sobre el sector. Los herederos están un poco más alejados del día a día editorial. A veces no hay albacea; solo hay herederos que operan como ambas cosas. En el caso reciente de Javier Marías, hay unos herederos y la albacea es la agencia.

-¿Hay libros inéditos de Javier Marías?

-No, solo su correspondencia, pero por ahora no hay proyecto de publicarla.

-¿Por qué las agencias literarias representan a tan pocos poetas?

-Porque el circuito de la poesía se autogestiona, las relaciones entre editor y poeta suelen ser muy estrechas y hay poco margen de mejora de las condiciones de publicación.

-¿Pero eso no atenta contra la internacionalización de la obra?

-No tanto porque, de nuevo, igual que se autogestiona entre editor y poeta, también se autogestiona entre editoriales de poesía. Los editores de poesía españoles se fijan en editoriales de poesía latinoamericanas y, salvo en casos excepcionales, no se justifica tanto la intermediación de un agente. No es tan evidente que una agente pueda llegar a catapultar la difusión de un poeta, mientras que en la ficción y en algunos casos en la no ficción puede cambiar muy radicalmente la carrera de un autor.

-¿Cómo describirías entonces la función del agente?

-A mí me gusta siempre defender que el agente es un intermediario cuya función es acelerar y hacer más eficiente la relación entre el autor y el editor. No entorpecerla. Y que en algún momento, al ser una figura profesional, permite destensionar la relación entre autor y editor. Permite también que el autor se sienta más en confianza con respecto a cómo se maneja su obra. Se basa en una complicidad fundamentalmente con el autor, porque mis intereses son los suyos, pero también hay una complicidad con los editores para trabajar en sinergia. Finalmente, el interés de todos es difundir la literatura de la mejor manera posible.

-¿Cuáles son esas tensiones que ustedes vendrían a distender? ¿La cuestión económica?

-A pesar de que es muy evidente el trabajo que hace una agencia literaria a nivel internacional para que las obras de un autor se traduzcan, muchas veces donde resultamos más rentables para los autores es negociando en la lengua original, en el territorio doméstico.

-No entiendo bien.

-Cuando negocio un contrato de edición entre un autor argentino y un editor argentino, trato de obtener mejores condiciones que las que puede lograr un autor directamente. Hay casos en los que puedo duplicar o triplicar anticipos. En otros casos puedo hacer más eficiente la rentabilidad de las ediciones en diferentes formatos. Y aparte está multiplicar las posibilidades de una obra en el caso de las traducciones y la adaptación audiovisual.

-Estudiaste biología. ¿Cómo te convertiste en agente?

-Estudié biología pero me crié en una familia muy vinculada a los libros. Soy nieta de una escritora. Mi madre es historiadora del arte, mi padre filósofo y fue editor también. Ambos tienen varios libros publicados. Siempre tuve un vínculo con los libros muy fuerte. Y después de estudiar biología estudié humanidades con especialización en literatura.

-Cuando eras una niña, ¿sabías que existía esa profesión?

-Mi padre estuvo casado con una gran agente literaria de quien aprendí la profesión, Mercedes Casanovas. Ella fundó la agencia en 1981, yo me incorporé en el 2001 y, bueno, ahora la agencia es mía. Ella continúa colaborando, aunque está más retirada del día a día, y tengo muy buenas colaboradoras. Empecé muy joven y, gracias entre otras cosas a hablar idiomas, que son muy importantes en mi trabajo, poco a poco fui asumiendo más responsabilidades.

-¿Quién fue el primer autor al que incorporaste en la agencia?

-Juan Gabriel Vásquez. Con él hemos hecho todo juntos, y es otra de las cosas bonitas de mi profesión: me permite acompañar la carrera de un autor a lo largo de muchos años, así sea en ficción, no ficción o poesía y que esté en distintas editoriales.

-¿Hubo deserciones en la agencia?

-Muy pocas, las cuento con los dedos de una mano.

-Algunos agentes se hicieron famosos por su carácter belicoso.

-Hay muchas maneras de ejercer la profesión. No es mi forma de verlo; creo que una negociación bien hecha es una negociación donde todas las partes terminan contentas.

-¿Aconsejan a los a autores a no presentarse a tal o cual concurso?

-Si creo que no le conviene, sí. Y a la inversa, si creo que es un momento adecuado en su carrera para hacerlo, que tiene posibilidades, también. Hay otros premios que no son tan obvios como el Alfaguara o el Herralde a cuya información tenemos acceso y están además los circuitos de los festivales, de las residencias literarias. Asesoramos, aconsejamos, proponemos, aunque no involucra honorarios. Pero forma parte de la manera en que se difunde la obra del autor. Abre puertas. También circulamos información sobre becas.

-¿También aconsejan en cuanto a la construcción de la imagen pública del autor? Por ejemplo, su actividad en redes sociales.

-No, eso es personal, y cada autor maneja su imagen pública como quiere. Las editoriales tampoco interfieren en eso normalmente.

-Desde que eres agente, ¿notaste cambios importantes en la literatura en lengua española?

-El papel de las mujeres tiene mucha más relevancia ahora; era necesario. Creo que han innovado formal y temáticamente, han añadido puntos de vista y desarrollado géneros híbridos. Han aportado mucho a la literatura en lengua española. Creo que también se ha descentralizado la circulación de la literatura dentro y fuera de cada país. En España hay muchas escritoras y escritores que no necesariamente están en Madrid o Barcelona, sino que escriben desde la provincia. También pasa aquí, pasa en México y en Colombia.

-Como pasó con la escritora canaria Andrea Abreu.

-Que escribe reproduciendo la oralidad local. Fue un éxito enorme de una autora desconocida publicada por una editorial sevillana, joven e independiente.

-Gestionan la obra de Marta Lynch, tu abuela.

-Sí. Ahora hubo un relanzamiento de La señora Ordóñez y hay propuestas de reeditar algunos de sus otros libros en la Argentina y en España. Creo que es el momento de rescatarla, junto con otras autoras de su generación, sin caer en titulares amarillistas.

-Vas a tramitar la ciudadanía argentina por motivos sentimentales.

-Antes me preguntabas cómo empecé como agente literaria: creo que en el plano personal el hecho de ser hija de argentinos también ha influido en la formación del catálogo de autores de la agencia y en mi trabajo como puente. De alguna manera, estoy más cerca de la realidad latinoamericana que un español que no tenga ningún vínculo aquí.

-¿En España se ve América Latina como un bloque?

-Bueno, tampoco hay que exagerar. No somos tan brutos. Pero a veces se puede llegar a generalizar más de lo deseable.

-¿Cómo ingresa un autor a tu agencia?

-La mayoría de las veces nos buscan ellos. Algunos llegan por recomendación, otros por interés nuestro. Por ejemplo, Mariana Enriquez me recomendó a María Gainza. En el caso de Mariana fui a buscarla yo. Otro de los motivos por los que a veces se acercan es porque admiran a otros autores que representamos y se identifican. Yo defiendo también la idea de catálogo de agencia; aunque tiene un catálogo más ecléctico que una editorial, yo podría unir con una línea todos mis autores, como si fuera una constelación.

-¿Es necesario que todos los escritores tengan agente?

-No todos lo necesitan. De forma similar a lo que explicaba antes de la poesía, hay casos en los que yo puedo mejorar radicalmente las condiciones económicas de un contrato o puedo difundir mucho mejor la obra de un autor y hay otros casos en los que por más que yo intervenga la obra tiene una difusión limitada. Tampoco es que yo tenga una varita mágica; a veces la relación entre el autor y el editor no necesita nadie que la mejore.

-¿Hay autores muy reconocidos sin agente?

-Pocos, muy pocos. Y también es por algo. A determinados niveles de carrera profesional es bastante imprescindible tener una agente.

-¿La profesionalización de los escritores es importante?

-Siempre es bueno. Vivir de la escritura es muy difícil en cualquier país y en cualquier lengua. Y los agentes facilitamos que los autores puedan dedicarse más a escribir y menos a subsistir.

-¿El avance de la inteligencia artificial es preocupante para los escritores?

-Todavía no, pero hace un par de días, la Asociación de Escritores y Artistas Americanos anunció que iba a empezar a proponer cláusulas en los contratos que contemplan la inteligencia artificial. Creo que es urgente legislarla y regularla. Es un tema muy interesante, y a la vez me preocupa mucho.

-¿Cómo podría afectar?

-La inteligencia artificial per se no tiene derechos de autor. No hay propiedad intelectual sobre el resultado de la obra creada con inteligencia artificial y eso puede desequilibrar el ecosistema o el entorno en el que se trabaja con derechos de autor, y no solo en la edición, sino en la actuación, en la fotografía, en el arte o en la traducción. Se podría limitar el acceso a las obras de los autores por parte de la inteligencia artificial, por ejemplo.

-¿Puede ser una herramienta creativa?

-No sé, creo más en la creación humana que en la inteligencia artificial. Me preocupa más que se altere el entorno y no tanto que compita con la originalidad o con la importancia de una obra escrita por un ser humano. El problema es que la inteligencia artificial avanza a una velocidad abismal, comparada con la velocidad con la que se legisla y se reflexiona sobre esos avances.

-Si tuvieras que elegir a algún autor de tu catálogo que aún no se conozca tanto en la Argentina, ¿quién sería?

-Recomendaría una novela que publica Marciana dentro de unos meses de una autora española que se llama Layla Martínez Vicente, Carcoma. Es un caso en los que fui yo a buscarla a ella. Es un debut que salió en una editorial muy pequeñita, una novela de terror que dialoga con el gótico latinoamericano, pero llevado a la tradición y el folklore español. Me gusta mucho y también es otro caso que ilustraría esa publicación en España en una editorial pequeña, en la Argentina con Marciana, Laurel en Chile, Almadía en México. Es una autora que apenas tiene treinta años y puede llegar a publicar en una editorial independiente. Y es un libro que he vendido a veintiún territorios.

-¿Se negocia distinto con un gran grupo que con una editorial independiente?

-Sí. Para ejercer bien la profesión hay que saber adecuarse al interlocutor, distinguir qué se puede exigir a una internacional o a una independiente y qué se puede aprovechar de los recursos de un grupo editorial y de una editorial independiente. Me gusta llevarme bien con todo el mundo e intento trabajar con todos.

-¿Crees que hay mayor interés en la literatura a partir de la pandemia?

-Creo que sí, soy optimista en ese sentido. Creo que la pandemia puso en evidencia que la literatura y el libro están en buena forma, que es una clase de entretenimiento o conocimiento que permite desconectar de las pantallas y de la cultura de la inmediatez, de un disfrute un poco más pausado. También soy optimista en cuanto a la literatura infantil que está en un muy buen momento, y en que eso dé continuidad también a las generaciones que serán adultas en unos años.

-¿Quién fue el escritor argentino más reciente que sumaste a la agencia?

-María Negroni. Estuve con ella en España, el éxito de El corazón del daño me llamó la atención.

-¿Lees memorias y libros escritos por agentes y piensas escribir uno?

-Me interesan los libros de memorias del sector, de agentes y editores. Me gusta dejar el espacio a los escritores y ser una agente más bien invisible, pero nunca se sabe. Por ahora escribir no está en mis planes.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/maria-lynch-confesiones-de-una-agente-literaria-en-buenos-aires-nid07062023/

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