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Los Pumas lo dieron todo, pero en el balance global del torneo no mostraron un nivel de juego para estar en el podio

PARÍS.- Los Pumas no merecieron perder este partido y jugaron quizá el mejor test del campeonato, pero lo cierto es que en el balance global de todo el torneo no mostraron un nivel de juego para ...

PARÍS.- Los Pumas no merecieron perder este partido y jugaron quizá el mejor test del campeonato, pero lo cierto es que en el balance global de todo el torneo no mostraron un nivel de juego para estar en el podio del campeonato del mundo. Vale destacar la entrega de los jugadores, que otra vez dieron todo y que por varios momentos del encuentro se llevaron por delante a los ingleses a puro coraje y vergüenza deportiva. Sin embargo, no alcanzó con esos atributos y la medalla de bronce fue para un equipo que sí en el desarrollo del Mundial hizo los méritos para terminar con el premio del tercer puesto.

El seleccionado argentino aprovechó todo lo que el sorteo le brindó. Ganó los partidos que debía ganar para llegar a jugar los siete tests del Mundial. Eso es un mérito que nadie le podrá quitar ni discutir. Llegar entre los cuatro primeros en un torneo donde los poderosos se fueron antes quedará en los libros. Muchos de estos jugadores, algunos de los cuales anoche libraron seguramente su última batalla, han dejado la vara alta en los Pumas. En un proceso de tres Mundiales y con tres entrenadores distintos y con distintos métodos también, alcanzaron dos semifinales de Mundiales y lograron triunfos inolvidables ante todas las potencias. En estos años cayeron en fila ante las garras Pumas los All Blacks, los Springboks, los Wallabies, los ingleses, los galeses, los franceses y los escoceses.

Pero el análisis de este Mundial no debe mirar exclusivamente el hecho de haber llegado a las semifinales y de haber peleado hasta el último segundo la medalla de bronce. Los jugadores tuvieron corazón, hambre y locura, pero al equipo le faltó juego e inteligencia. En cuanto a resultados el balance tampoco es óptimo. Se perdieron los dos encuentros con Inglaterra y se sufrió una goleada aplastante con los All Blacks.

Pablo Matera había dicho que este grupo quería inspirar a las próximas generaciones como lo había hecho el del Bronce de 2007 con ellos. No hubo otro bronce, pero este equipo quedará en la historia, y a lo largo de estos extensos días que duró la Copa del Mundo, consiguió por varios momentos emocionar a los seguidores del rugby pero también a los ajenos. El partido con Gales, el tackle de Moroni, la intercepción de Sánchez, la locura del segundo tiempo en Marsella entre jugadores y público son imágenes que no pueden empalidecer no haber llegado al tercer puesto.

Lo que sí quedó en deuda es el sistema de juego del que tanto se habló durante el Mundial. Apareció poco y nada y, en realidad, nunca se supo cuál era. Si los Pumas sacaron los partidos adelante fue por la entrega de los jugadores. En lo que hace al juego no apareció casi nunca. Fue un equipo muy bien preparado físicamente pero con los altibajos emocionales que lo acompañaron en los últimos tiempos. Esa misma inestabilidad que volvió a aparecer en la noche de París, con un comienzo lleno de dudas y errores que los ingleses aprovecharon para sacar una rápida ventaja de 13-0.

Quedarse para el día de mañana sólo con el hecho de haber llegado entre los cuatro primeros sería un error. El nivel de juego y los problemas que tuvo el equipo fueron los mismos de cuatro años atrás en Japón, sólo que aquella vez tocó una durísima primera rueda. Hay un sistema cerrado en la toma de decisiones en el rugby argentino –como el que le critica Agustín Pichot a los europeos en World Rugby- que incluye poca discusión, debilitamiento de la competencia interna y de los clubes, algunos cargos que no rinden cuentas y, en lo estructural, serios conflictos de intereses. El destrato que recibimos en este Mundial los periodistas que no pertenecemos al grupo PEGSA-Disney no debería repetirse. A los Pumas no les hace bien escuchar una sola versión que por lo general es interesada.

Esta semifinal, de todos modos, pasará a la historia. Pablo Matera y sus compañeros pueden quedarse tranquilos: la entrega que ejecutaron por la camiseta inspirará a las próximas generaciones. Porque los jugadores en este último acto en París dieron todo para subirse al podio. Esta vez, a diferencia de aquella lejana noche en Marsella, merecieron derrotar a Inglaterra.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/rugby/los-pumas-lo-dieron-todo-pero-en-el-balance-global-del-torneo-no-mostraron-un-nivel-de-juego-para-nid27102023/

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