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Los caminos de Milei

El avance que registró Javier Milei en las encuestas de intención de voto fue un hecho político llamativo. Pero no ha habido unanimidad en la interpretación de sus causas o, en todo caso, en la...

El avance que registró Javier Milei en las encuestas de intención de voto fue un hecho político llamativo. Pero no ha habido unanimidad en la interpretación de sus causas o, en todo caso, en la importancia de las que pudieron identificarse.

Las razones del rápido avance de su popularidad fueron básicamente tres. En primer término, su denuncia de “la casta”, como incluyente de todos los políticos y de la política. En segundo lugar, su particular personalidad, sea natural o exagerada, a la hora de debatir y confrontar otras opiniones. Por último, sus ideas liberales, de donde derivan propuestas de acción y de cambio concretas.

La diferenciación y el ataque a “la casta” le permitió a Milei recoger el apoyo de aquellos que vienen postulando “que se vayan todos” o que, simplificando, afirman que en la política actual “todos roban”. En cualquier país, y particularmente en las democracias que requieren el juego de la política, hay una franja poblacional que se manifiesta de esa manera. En casos como el de la Argentina, que padece una larga decadencia, esa franja antisistema es mayor, particularmente en la juventud. No hay allí ideas determinadas y predominantes.

La personalidad combativa de Milei resulta hasta simpática. Ofende a interlocutores, pero entretiene a espectadores. Su presencia es garantía de concurrencia o de rating. Hay algo de actuación, pero más de autenticidad. Su equilibrio emocional genera dudas que no alcanzan para afectar los números positivos que le adjudican las encuestas, aunque probablemente lleven a recapacitar al votante en el momento del acudir al cuarto oscuro.

La diferenciación y el ataque a “la casta” le permitió a Milei recoger el apoyo de aquellos que vienen postulando “que se vayan todos” o que, simplificando, afirman que en la política actual “todos roban”

Las ideas liberales de Milei constituyen un genuino valor. Se le reconoce una buena formación económica, lo cual le permite defenderlas en el debate político. Esto le ha granjeado el reconocimiento de quienes comparten su ideario y que no habían logrado divulgarlo eficazmente. Se dice con razón que Milei ha corrido el eje del debate y que hoy hay muchos opinantes que ya no son estigmatizados por neoliberales. Esto es ciertamente un mérito, aunque en alguna oportunidad la ejemplificación libertaria le ha producido un descarrilamiento. Como cuando se pronunció en favor de la libertad para vender órganos.

De ahora en adelante, uno de los puntos más débiles de Milei será su inevitable inserción en “la casta”. Su carrera en busca de la presidencia de la Nación exige un armado político que implica apoyos y coaliciones en elecciones provinciales, así como la conformación de un partido nacional con no menos de cinco distritos, y cientos de candidatos en listas para legisladores. En varios distritos el único camino es tomar un sello partidario existente que abre su espacio, pero negociando condiciones y ventajas. Estos tratos con Milei, que en ocasiones tienen lugar con representantes de la vieja política contra la cual el líder libertario asegura luchar, son inevitablemente difundidos en redes sociales y en medios. De ahí a la huida de sus potenciales votantes hay una corta distancia. Un primer síntoma es el de las pobres resultados electorales logrados en algunas provincias por políticos locales apoyados por Milei.

La elección de la casta como enemigo pudo ser un acierto de marketing político para acercarse a un tercio de los votos en las encuestas, pero opera como un boomerang en esta etapa de la carrera hacia el poder. No es cierto que todos los políticos son corruptos ni tampoco que todos sean necesariamente defensores de intereses espurios. Seguramente una buena parte de ellos son personas honestas y bien intencionadas. Si la denominación “casta” implicaba una descalificación in totum, fue una equivocación, por no decir que fue una estrategia deliberada. Ahora debe pagarse su costo. Es de desear que no afecte a las ideas sostenidas por Milei ni tampoco a quienes lo apoyaron movidos por ellas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/los-caminos-de-milei-nid23062023/

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