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Libra esterlina, dólar, euro, ¿qué otra moneda se usará en países diferentes al emisor?

Me llama la atención el entusiasmo con el cual muchos periodistas, hablando de monedas emitidas por algunos Estados, que son utilizadas por ciudadanos y gobiernos de otros países, me preguntan si...

Me llama la atención el entusiasmo con el cual muchos periodistas, hablando de monedas emitidas por algunos Estados, que son utilizadas por ciudadanos y gobiernos de otros países, me preguntan si el dólar “ya fue”, cómo veo la emisión de una moneda de los países que integran el Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la moneda de los países latinoamericanos o, al menos, una moneda común para la Argentina y Brasil. Lean historia, contesto en todos los casos, recordando al economista argentino Héctor Luis Diéguez, quien decía que no leer historia equivale a entrar al teatro en la segunda mitad del tercer acto; no se entiende nada.

Sobre esta cuestión consulté al norteamericano John G. Gurley (1920-2020), quien estudió en Stanford y enseñó en Princeton, Maryland y Stanford. La profesión lo conoce por haber sido coautor, con Edward Stone Shaw, de Dinero dentro de una teoría de las finanzas, publicado en 1960.

–Chris Kenrick contó una conmovedora historia, que lo tiene como protagonista.

–Durante 69 años estuve casado con Yvette, quien también era economista. No tuvimos hijos. Ella falleció en diciembre de 2014, cuando tenía 92 años. Ahora leo lo que dijo Kenrick: “Durante los 32 meses que su esposa vivió en la unidad de ‘soporte de memoria’, de la comunidad de retiro Palo Alto Vi, Gurley la visitó un par de veces por día, caminando de un extremo al otro del complejo, lo cual implicó recorrer algo más de 1200 millas. A pesar de que ella perdió el habla y no pudo alimentarse sola, él se negó a aceptar que la evolución de su mujer era inevitablemente descendente. En sus últimos meses John dijo: “Al menos para mis ojos, fue la mujer más hermosa que yo haya conocido”. Relató su experiencia con la demencia, publicando seis pequeños volúmenes, explicando su determinación para seguir conectándose con su esposa a través de la música, las ropas coloridas, el arte, las conversaciones persistentes y las caminatas hasta el shopping center de Stanford”. Estoy seguro de que debe haber muchas historias como ésta, solo que permanecen en el anonimato.

–¿Cuál fue el aporte del libro que publicaron en 1960?

–Distinguimos entre dinero externo e interno. El dinero externo, como el emitido por el Banco Central o el respaldado por algún título público, es un activo neto para el sector privado; mientras que el dinero interno, ejemplificado por los bonos emitidos por las empresas privadas, no lo es, porque son activos para algunos integrantes, pero pasivos para otros. Desde el punto de vista del análisis monetario, los consideramos sustitutos imperfectos, pero la literatura moderna le quitó importancia a la distinción.

–¿Cuál es la ventaja de que la moneda emitida por el Estado de un país sea utilizada por ciudadanos y gobiernos de otros países?

–Que el Estado de dicho país obtiene un crédito, a cero tasa de interés nominal, por parte de los tenedores extranjeros de la moneda de dicho país. Como bien explicó Robert Triffin, fue un problema para la economía internacional que durante la década de 1950 Estados Unidos no tuviera déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, por la iliquidez que generaba en el sistema monetario internacional, un problema que los gobiernos demócratas solucionaron con tanto entusiasmo en la década de 1960, que terminaron con la convertibilidad del dólar en oro y su ulterior devaluación.

–¿Es posible que el dólar de Estados Unidos deje de ser la moneda de uso internacional por excelencia?

–Es posible, porque todo es posible, salvo lo que es lógicamente incongruente. Ejemplo: 2 más 2 no puede ser 4 y no ser 4 al mismo tiempo. Pero seguramente que la pregunta se refiere a la probabilidad de que ocurra el evento, y a la velocidad con la cual cabe esperar que ocurra. La historia es ilustrativa al respecto.

–Lo escucho.

–Eso de que las monedas emitidas por los Estados de algunos países, sean utilizadas por los habitantes y los gobiernos de otros países, en la historia moderna es un hecho relativamente reciente. Tiene dos o tres siglos, para ser más precisos. Comenzó con la libra esterlina, siguió con el dólar de Estados Unidos, y se completó –parcialmente, por ahora– con el euro. Con esta característica: la anterior moneda puede perder el carácter hegemónico, pero no desaparecer por completo.

–¿Cómo es eso de que los habitantes de algunos países confían más en los funcionarios de otros que en sus propios funcionarios?

–Más todavía, la mayoría de los argentinos que atesora dólares no lee inglés. Es decir, confía algo tan importante como sus ahorros a un papelito rectangular de color verde en el que no sabe lo que se dice. Y confía más en funcionarios extranjeros que no conoce que en los funcionarios locales que sí conoce. Cínicamente podría argumentarse que es precisamente por eso.

–¿No es por eso?

–Yo no personalizaría el argumento, más bien en la confianza que despierta la seguidilla de gobiernos que tuvieron los respectivos países.

–La credibilidad se puede perder.

–Efectivamente, pero el Sistema de la Reserva Federal, o el Banco Central Europeo, tienen que hacer muchos “méritos” para que los tenedores de dólares y euros los cambien por otras monedas, oro u otros bienes.

–¿Por qué los procesos de incorporación al club de las monedas internacionales es tan lento?

–Porque tiene que ver con un cambio en los usos y costumbres, y esto es difícilmente precipitable por acciones gubernamentales, como prohibiciones u obligatoriedades. El intento de los gobiernos de la Argentina y Brasil de utilizar el peso o el real en vez del dólar de Estados Unidos en las operaciones de comercio exterior falló de manera estrepitosa, pues apenas 1,5% de las transacciones se realiza en las monedas de los países involucrados.

–¿Cómo ve el equivalente en América Latina del reemplazo de las monedas nacionales por el euro, que ocurrió a comienzos del siglo XXI?

–Muy poco probable. No se ofendan, argentinos, pero la labor que ustedes tienen que hacer para que al resto de los países que compartirían con ustedes una moneda común les resulte atractivo reemplazar sus propias monedas por una común es tan, pero tan grande, que difícilmente ocurra.

–¿Alguna reflexión final?

–Toda esta cuestión de inducir el uso de otras monedas, como el reemplazo de algunas monedas nacionales por nuevas monedas internacionales, me suena a la pretensión de alcanzar de manera más o menos mágica resultados que no se pueden obtener de manera directa. El dinero es un invento genial, pero lo es para resolver algunos problemas, como facilitar las transacciones y ahorrar. La historia enseña, sin embargo, que se generan problemas cuando se lo quiere utilizar para fomentar el desarrollo económico.

–Don John, muchas gracias.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/libra-esterlina-dolar-euro-que-otra-moneda-se-usara-en-paises-diferentes-al-emisor-nid23072023/

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