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Laura Di Marco: “La casa peronista, en riesgo de demolición”

La palabra demolición o “dinamitar” estuvo toda semana dando vueltas, primero en boca de la oposición y, después, en la del oficialismo que activó la campaña del miedo frente a encuestas q...

La palabra demolición o “dinamitar” estuvo toda semana dando vueltas, primero en boca de la oposición y, después, en la del oficialismo que activó la campaña del miedo frente a encuestas que no le dan bien.

“Dinamitar”, como lo dice Axel Kicillof. La otra versión de Kicillof de la campaña del miedo es en modo de cuento infantil: “cuidado que viene el lobo, pero esta vez sin el disfraz de caperucita”. Pero le vamos a mostrar a Kicillof -el que nos llenó de cepos no solo la economía sino la vida-, la cantidad de empresas que se fueron huyendo de la Argentina en estos últimos cuatro años. Porque, le voy a contar un secreto al gobernador: ¡el lobo ya está entre nosotros! Y desde hace muchos años.

El viernes el Banco Central vendió casi 200 millones de dólares de reservas (un mix de dólares y yuanes); el dólar blue vuela. Se acaba de concretar la medida que exige un adelanto de ganancias para 20 grandes empresas empresas: otro modo de rascar el bajo fondo de la olla, no ya el fondo.

Sergio Massa, en su gelatinosa campaña -hace nestorismo para los kirchneristas y menemismo para el establishment-, piensa en un nuevo dólar soja, pero también en aplicar nuevas retenciones al agro.

La inflación es del 50% en lo que va del año. Tu plata vale un 40% menos desde que arrancó enero hasta ahora. Es decir, sos -somos- un 40% más pobres desde el 1 de enero de 2023.

Como bien expresó la portada de un diario: “se viene una devaluación que no osa decir su nombre”. ¿El peso? Está muerto. No lo digo yo, ni LN+, ni los poderes concentrados. Esta semana lo dijo Juan Grabois.

¿Hablamos de pobreza? 18 millones de argentinos son pobres y 3.362.037 los agregó la gestión de Sergio Massa. ¿Seguimos hablando de pobreza? Hay un señor que se llama Steve Hanke, de la universidad Johns Hopkins y que hace un ranking anual de miseria. ¿Y sabés qué? Hanke midió a 157 países y descubrió que la Argentina está sexta en el ranking de la miseria y la penuria.

Ucrania, que está en guerra, está mejor que nosotros. Hermoso. Pero, increíblemente, en este panorama decadente en un país rico como la Argentina (y este es nuestro drama), en la casa peronista se dedican a matarse entre ellos.

¿Por qué te cuento con todo esto? Porque la casa peronista, que tiene dos plantas, está en riesgo de demolición. O de implosión. Pero los dinamitadores son ellos mismos: los propios dirigentes peronistas: algunos propietarios; otros, inquilinos.

Hay otro investigador norteamericano, un politólogo (se ve les damos mucha curiosidad a los norteamericanos) que se llama Sergio Levitsky y que vino a estudiar este aparato de poder llamado peronismo. Levitsky llegó a la conclusión de que el peronismo no es una ideología, sino una organización: dice que arriba hay una cima fluida donde están los liderazgos nacionales populares y abajo, una base permanente, que nunca cambia: los intendentes, los sindicalistas, los Moyano de la vida, los Duhalde de la vida, las estructuras sociales, los movimientos sociales, los empresarios prebendarios.

En base a esta idea, el sociólogo argentino Eduardo Fidanza habla de una casa peronista de dos plantas. En el de abajo, habitan los dueños. En el de arriba, los inquilinos, que van renovando su contrato de alquiler: hoy el inquilino estrella es Sergio Massa.

El contrato es caro y solo depende de la popularidad. Cuando el inquilino deja de ser popular, se va o lo echan. Y vos dirás: ¿por qué no se presentan a elecciones los dueños? Y porque son impresentables. Imaginate aun Roberto Baradel a elecciones, un Moyano. Inviable.

La casa peronista está en problemas. En Santa Fe perdió por paliza; perdió en San Juan; perdió el feudo de San Luis. En La Matanza se están matando entre ellos, valga la redundancia. Al macho alfa matancero, Fernando Espinosa, lo está desafiando una mujer, Patricia Cubría, esposa de Emilio Pérsico, del Movimiento Evita.

Así como Córdoba es la meca, la Jerusalén de Juntos por el Cambio (sobre todo, del macrismo), La Matanza es la meca del peronismo. Allí se juegan las elecciones. En La Matanza el peronismo arrasa, históricamente, por más de 60 puntos. Y desde el ‘83 gobiernan siempre ellos, inquilinos y propietarios. Pero la encuesta que hizo la Universidad de La Matanza le da a Unión por la Patria un 39,7% (no un 60); a JxC un 22% y a los libertarios casi un 10%.

Esta semana el inquilino Massa se reunió con varios de los propietarios del peronismo permanente, los sindicalistas. Una periodista de la agencia española EFE, Verónica Dalto, le preguntó a uno de ellos, Héctor Daer, lo obvio. ¿Cómo va a hacer Massa para bajar la inflación en el futuro si no pudo hacerlo en el presente?

Ojo que Cristina Kirchner también cree que la casa peronista está en serios problemas: La casa peronista, en riesgo de autodemolición. A manos de ellos mismos, sus propios victimarios, además de nosotros, que estamos en el medio.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/laura-di-marco-la-casa-peronista-en-riesgo-de-demolicion-nid22072023/

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