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La trágica historia de Anne. Cómo una joven ahogada en París se convirtió en la mujer más besada de la historia

Se llama Anne, y sus labios de plástico están acostumbrados a recibir cientos de besos bienintencionados en diferentes momentos y en todos los lugares del mundo. Es que su rostro forma parte del ...

Se llama Anne, y sus labios de plástico están acostumbrados a recibir cientos de besos bienintencionados en diferentes momentos y en todos los lugares del mundo. Es que su rostro forma parte del maniquí más popular que existe para practicar las técnicas de Reanimación Cardio-Pulmonar (RCP). La cara femenina de ese muñeco antropomorfo, compuesto de un torso y una cabeza, que sirve hace más de 60 años para aprender a salvarle la vida a la gente que sufre algún episodio cardíaco o respiratorio grave, tiene una historia que se remonta a fines del siglo XIX y se origina en una tragedia.

Parecerán relatos inconexos, pero no lo son. La cara de la joven que hoy en día es la más besada del planeta se remonta a un episodio ocurrido cuando moría el siglo XIX, en la ciudad de París. Allí fue donde apareció, en el río Sena, el cuerpo de una mujer muy joven -se dijo que no superaba los 16 años- que se había ahogado en esas aguas. Una vez recuperado el cuerpo, como la autopsia determinó que no había signos de violencia física, se supuso que la muchacha se había arrojado al río por su voluntad, con el fin de suicidarse.

Por tratarse de un suceso ocurrido hace ya tanto tiempo, aquí comienzan a aparecer diferentes versiones. Una de ellas dice que se hizo una réplica del rostro de la joven para exponerla en el hospital para que alguien pudiera identificarla, algo que nunca ocurrió. La otra versión, un tanto más romántica, señala que el patólogo que recibió el cuerpo de la chica quedó prendado con su belleza y le pidió a un artista que hiciera un molde en yeso de su cara.

Sea cual sea la verdad que hay detrás, lo cierto es que la reproducción del rostro de esta adolescente verdaderamente existió, y también fue real su serena hermosura. Eso hizo que la máscara que la representaba comenzara a venderse masivamente en distintas tiendas, primero de París, y después del resto de Francia y de Europa. La cara de la muchacha adornaba los ambientes hogareños más variados del viejo continente, incluso en casas en las que sus habitantes ignoraban la funesta historia de la dueña de esos rasgos.

La desconocida del Sena

A la par del crecimiento de su popularidad, la mujer comenzó a tener nombre propio. Fue bautizada por algún ingenioso anónimo como “L’Inconnue de la Seine (La desconocida del Sena)” y se convirtió en una imagen icónica de la cultura de la capital francesa. Tanto, que años más tarde, el escritor francés de origen argelino Albert Camús se referiría a ella, haciendo eje en su sonrisa, como “La Mona Lisa ahogada”.

La muchacha, con su apacible gesto, fue musa de inspiración también para hombres del arte como el poeta austríaco Rainer Maria Rilke, que escribió sobre ella: “El rostro de una hermosa joven, abandonada en la morgue, sonriendo con una sonrisa falsa, como si lo supiera”. El artista visual estadounidense Man Ray y el novelista ruso Vladimir Nabokov, fueron cayeron cautivos de la imagen de la joven.

Ya en 1889 aparecía una de las primeras historias de ficción en relación con la joven ahogada, en la novela El adorador de la imagen, escrita por el prolífico Richard le Gallienne, se señala que la máscara tiene una fuerza tenebrosa que provoca un hechizo y luego la destrucción de un joven poeta.

Otros autores realizaron historias más amables -aunque no menos trágicas- para con la mujer del Sena. Señalaron que la joven era una campesina inocente que llegó a la capital francesa y un amante rico la sedujo y la abandonó cuando supo que estaba embarazada. Sin tener a quién recurrir, la joven decidió acabar con su vida arrojándose a las aguas, como una Ofelia decimonónica.

Otro de los intentos nunca confirmados por querer explicar el origen de la desconocida del río decía que ella era una chica de Liverpool que se fugó a París con su amante. Mucho tiempo después, y cuando ya no se sabía más de ella, una gemela de la joven visitó la ciudad luz y se encontró en una tienda con la máscara, a la que reconoció de inmediato como la imagen de su hermana. Además de la sorpresa por dar allí con ese rostro familiar, se dijo que la mujer también sufrió el impacto de ver los rasgos juveniles de su gemela, mientras que en ella misma los años habían dejado su huella.

La aparición de Resusci Anne

Más allá de estos relatos, siempre con un componente luctuoso, lo cierto es que el recorrido de la desconocida de París estaba muy lejos de concluir. Y otro accidente la colocaría pronto en otro punto de extrema popularidad. En 1955, un fabricante de juguetes noruego llamado Asmund Laerdal, que tenía conceptos de primeros auxilios gracias a su paso por el ejército y la Segunda Guerra Mundial, salvó la vida de su pequeño hijo Tore. El niño había caído al agua y su papá pudo despejar sus vías respiratorias y reanimarlo.

Poco tiempo más tarde, un grupo de médicos, entre los que se encontraba el anestesiólogo estadounidense Peter Safar, se acercó al fabricante de juguetes, que se estaba especializando en el diseño de muñecas de plástico, para ver si podía hacer un maniquí para la práctica de RCP, en especial para realizar respiración boca a boca y compresiones torácicas intermitentes.

Sucedía que las técnicas de reanimación practicadas entre estudiantes de enfermería o medicina provocaban, a veces, la rotura de las costillas del alumno que hacía el rol de paciente a resucitar. Como la vehemencia necesaria de la presión en el pecho para reanimar a alguien no puede menguar en un ensayo, solo un muñeco con aspecto y contextura realista podía solucionar ese inconveniente.

Laerdal internalizó la experiencia vivida con su hijo para realizar un modelo que simulara a una persona inconsciente. Entonces fue cuando pensó que un rostro femenino podría ser más amable o menos amenazante para los estudiantes. Y recordó una máscara con la cara de una mujer que colgaba en la casa de sus abuelos y que era, ni más ni menos, que la desconocida del Sena.

Así nació, en el año 1960, el muñeco de RCP que recibió el nombre de Resusci Anne y que tenía la cara de aquella muchacha que había dejado su existencia en las heladas aguas del Sena. Más de seis décadas después de su trágico final, ahora los labios de la desdichada mujer, multiplicados por miles, servían para salvar vidas.

Como recordó el diario español ABC en 2020, cuando se cumplieron 60 años del nacimiento de Resusci Anne, gracias al manequí se habían instruido en RCP a unas 500 millones de personas en todo el mundo y se habían rescatado de una muerte segura a alrededor de 2.500.000 de seres humanos.

Esta fue la forma en que una muchacha desconocida que se ahogó en el río Sena, en Francia, a finales del siglo XIX se convirtió en el rostro de la Reanimación Cardio-Pulmonar. La mujer más besada del planeta, y posiblemente, la que más vidas ayudó a salvar.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/la-mas-besada-del-mundo-la-tragica-historia-de-anne-la-mujer-que-con-sus-labios-salvo-millones-de-nid07122023/

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