Los mascarones de proa son una especie de amuleto que desde la remota antigüedad guían a los barcos en altamar. Como una protección cuando a veces no queda más remedio que hincarse a rezar, estas figuras talladas en madera van rompiendo las olas, desafiando la furia marina de los dioses. Suelen tener formas inéditas, mitológicas, y nunca hay dos iguales, pero siempre son mujeres y hombres alados, dicen los textos que acompañan las piezas exhibidas en una de las salas del Museo Benito Quinquela Martín, en el barrio de La Boca. La mayoría son tallas exquisitas realizadas hace más de un siglo en los talleres y astilleros entonces poblados de artesanos llegados de Liguria, Italia, portadores de antiguas tradiciones navales.

¿Qué tiene que ver todo esto con el amor? Sin dudas mucho desde que días atrás trascendió la noticia de que el megamillonario Jeff Bezos homenajeó a su novia colocando en la proa de su flamante velero - 127 metros de eslora, equipado con todo tipo de lujos y detalles - un mascarón imponente que reproduce la imagen de su amada, la empresaria y periodista, Lauren Sánchez. Días después, durante el viaje inaugural, Bezos le propuso matrimonio. Más que un ritual de navegante, el gesto habla de la significación que tiene Lauren en la vida del tercer hombre más rico del mundo: es un amuleto contra todo lo malo que pueda pasar, y a quien se encomienda en ese viaje que es la vida.

El llamativo mascarón no solo tiene sus rasgos faciales, sino también una figura sinuosa decorada con alas en los brazos y cuádriceps con forma de aleta de pez; además lleva un vestido ajustado en cuyo escote destaca el nombre de la embarcación, también cargado de sentido: Koru, que en lengua maorí quiere decir algo así como “nuevos comienzos”. Construido en Holanda, este espectacular yate de vela fue un encargo especial del actual presidente ejecutivo de Amazon, dueño de un patrimonio que según Forbes ronda los 125.100 millones de dólares.

Después de cinco años de novios, la pareja parece estar ahí por amor, y no por la fortuna. Son casi de la misma edad y ella tampoco es una tirada: posee propiedades, es empresaria y además periodista (aunque esto último suene a oxímoron). Quizá por eso mismo es que ambos acaban de firmar un prenupcial bastante fenicio. Él sale de un matrimonio de más de dos décadas y cuatro hijos que le costaron un millonario acuerdo de divorcio. No olvida que en su momento la revista National Enquirer publicó un artículo en el que revelaba detalles de la infidelidad que aparentemente había causado la ruptura, e incluso entonces se dieron a conocer los mensajes románticos que se enviaban Bezos y Sánchez, además de fotos robadas en sus citas. Quizá conscientes de que la tentación, y los paparazzi, están a la vuelta de la esquina, es que decidieron proteger sus respectivos bienes materiales.

Conocida como la “primera dama” de Amazon, Sánchez parece estar muy enamorada ya que planea prestarse a los planes de su amado y subir en breve a una nave impulsada por Blue Origin, la compañía creada por Bezos que se encarga de lanzar vuelos comerciales al espacio. Casualmente el empresario no estará entre los viajeros: “Nos estará animando desde afuera “, confesó ilusionada la presentadora de televisión.

¡Las cosas que hacemos los seres humanos por amor! Bueno sería saber si los mascarones de proa aplican también para los vehículos espaciales. Tratándose de un océano tan desconocido como es el universo, al cohete de Lauren podría hacerle mucha falta….