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La Izquierda Rentista S.A.

Cristina Kirchner odió a José López cuando lo vio ocultando bolsos con millones de dólares en un convento; aborreció a Martín Báez contando billetes con el rostro de Benjamin Franklin en La ...

Cristina Kirchner odió a José López cuando lo vio ocultando bolsos con millones de dólares en un convento; aborreció a Martín Báez contando billetes con el rostro de Benjamin Franklin en La Rosadita y maldijo a Víctor Manzanares, su ex contador, cuando confesó como arrepentido. Detestó a quien filmó las cajas bancarias de su hija Florencia y abominó a Claudio Uberti por las valijas que entregó en Olivos. De la misma manera, Jorge Capitanich odió a Emerenciano Sena, su socio político, por el femicidio de Cecilia Strzyzowski justo en vísperas de elecciones. La lista de odios y enconos del kirchnerismo es interminable, tan larga como los negociados que la Justicia fue descubriendo a través del tiempo.

En ambos casos, la aversión de aquella por aquellos y la inquina de este por aquel, pusieron en evidencia la contradicción entre sus discursos progresistas y las manifestaciones más crudas de su vulgar codicia.

Cristina Kirchner lagrimeó por decepcionar a jóvenes militantes tatuados con su imagen en los brazos; Capitanich, por desengañar a alumnos de la Escuela Pública de Gestión Social del barrio Emerenciano que lo honran tanto como al Che Guevara. Pero no se puede tapar el cielo con un arnero. En tiempos de celulares, videocámaras y protocolos sobre origen de fondos, no bastan camisas rojas ni chombas del Eternauta para ocultar estafas cantando oíd mortales. Siempre habrá quien sorprenda con un sol naciente y pegue el grito sagrado.

Néstor Kirchner no era ni fue un revolucionario de izquierda. No creía en la teoría de la explotación, ni en la alienación proletaria en el sistema capitalista. Era habilidoso para los negocios, supo amasar fortunas con la circular 1050 y obtener rentas disimuladas desde la intendencia de Rio Gallegos, la gobernación de Santa Cruz y la presidencia de la Nación. Con la perspicacia de un “trader” profesional manejó 962 millones de dólares en un banco suizo por regalías mal liquidadas a su provincia. Los hizo desaparecer con la destreza de un mago y diluir con pericia de alquimista sin que nadie le imputase delito alguno. “No fue magia”, dijo la viuda, admirada ante tanto talento, mientras recorría su holding hotelero salido de la nada.

A partir de 2004, Kirchner quiso resguardar su estructura de provechos espurios con un giro a la siniestra. Con cinismo, explicó al gobernador Ramón Puerta, sorprendido por el inesperado viraje de su amigo a quien conocía bien diestro: “Ramón, ser de izquierda te da fueros”.

Ese día nació La Izquierda Rentista S.A., nueva corporación de negocios, con domicilio en Santa Cruz y cuyo objeto social fue acumular poder para multiplicar dinero. La sociedad abrió su capital a militantes y nuevos simpatizantes, ampliando en forma transversal su base de adhesiones. Agrupaciones de derechos humanos, artistas e intelectuales, periodistas y cronistas recibieron acciones preferidas sin voto, pero con butacas en primera fila. Grupos identitarios, reclutados por consejo de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, obtuvieron acciones ordinarias con mucha voz y pocos votos. El resto del peronismo, sus gobernadores, intendentes, sindicalistas y dirigentes sociales, suscribieron opciones para especular en el mercado de futuros, sin asumir compromisos irrevocables.

La patria recuperará su dignidad cuando desvincule su nombre de quienes la malversaron en provecho propio, dejando un tendal de chicos con hambre

La idea innovadora que permitió reafirmar vínculos históricos, lograr amistades impensadas, unir opuestos contradictorios, disimular conflictos insolubles y consensuar disensos medulares fue la apropiación masiva de recursos públicos para todos los cuotapartistas, mediante empleos, contratos, subsidios, auspicios, pautas y embajadas. ¿Cómo no invocar a la patria, cuando provee sostén a esa unión entre argentinos? ¿Cómo no defenderla de acechanzas ajustadoras si sus dividendos hicieron prósperos a sus integrantes, leales a los desleales y amigos a los enemigos?

Mientras los pagos estén al día, nadie despliega ideologías. Lo mismo dan los dólares del Fondo Monetario que los yuanes de la República Popular China: lo importante es seguir cobrando por tesorería. La Izquierda Rentista prefiere las modernas autocracias a las clásicas democracias, pues su business plan no es compatible con el Estado de Derecho, la división de poderes y la libertad de prensa. Cuando la patria es el otro, mejor ceder soberanía al imperio pekinés que someterse a auditorías en inglés.

Sus integrantes más jacobinos no proponen la sociedad sin clases, sino subsidios de toda clase para perpetuar la pobreza administrando la riqueza. El pacto tácito para no ser expulsados del colectivo societario los obliga a soslayar valores morales y máximas sanmartinianas. Aunque se desgañiten con discursos principistas, olvidan los bolsos del convento; ignoran los dólares de La Rosadita; silencian las cajas de la hija Florencia; desconocen las valijas de Uberti y callan el femicidio de Cecilia en Chaco. Mientras respeten la omertá kirchnerista pueden discursear lo que quieran y hasta enfervorizarse denunciando a su propio gobierno. No sacarán los pies del plato para no perder sus alícuotas y terminar en la calle, sin un rublo, como le ocurrió a León Trotsky por insistir en la revolución permanente.

Pero cuando los incentivos no están alineados para la producción y el trabajo, sino para la apropiación de lo público y la expoliación de lo privado, los recursos se agotan y la corporación rentista entra en crisis. Con inflación del 115%, pobreza del 50% y reservas negativas, la cesación de pagos la desarticula y sus integrantes ajustan cinturones para no romper la unidad hasta las elecciones. La liquidación se hará después, a precios de remate y cada cual se llevará a casa lo que pueda, como en los saqueos de supermercados.

La izquierda marxista observa el final de la izquierda rentista con ansiedad, pues quizás llegue el momento de tomar revancha luego de tantos años de ser su furgón de cola dándole votos de forma gratuita. Esperan engrosar sus filas con arrepentidos de haber reemplazado el ABC de Nicolás Bujarin por aquella Carta Abierta que les abrió las billeteras, pero les cerró las molleras. Los rehabilitarán con ejercicios diarios de hoz y martillo luego de tanta molicie gastando de cajas oficiales.

En cuanto a la patria, no debe ser defendida sino rescatada. Y no de enemigos externos, sino del uso particular de los bienes públicos. La patria es la historia común, los recuerdos compartidos, el idioma que hablamos, el humor que entendemos, los valores que nos emocionan. La patria recuperará su dignidad cuando desvincule su nombre de quienes la malversaron en provecho propio dejando un tendal de chicos con hambre, faltos de educación, en hogares desarticulados e inmersos en un mundo adulto de droga, violencia y desprotección.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/la-izquierda-rentista-sa-nid16072023/

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