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La ganadería saldrá de la última sequía mejor parada que el fenómeno que la afectó hace 14 años

Más allá de la dureza y extensión del desastre climático de cada período analizado, existen marcadas diferencias no climáticas, entre ambos eventos. Algunos factores afectan directamente la o...

Más allá de la dureza y extensión del desastre climático de cada período analizado, existen marcadas diferencias no climáticas, entre ambos eventos. Algunos factores afectan directamente la oferta, otros inciden en la demanda.

Los factores que pueden afectar la oferta

Por un lado, la cantidad de explotaciones gropecuarias: según los censos agropecuarios, en 2002 existían 333.533 EAP’s, y en 2018 bajó a 250.881. El hecho de que haya tantas menos es producto además, de las contingencias climáticas, a las malas políticas agropecuarias. Esta concentración que se ha dado, seguramente ha significado que las que quedan, tengan más y mejores recursos para sobrevivir que las que desaparecieron. Esto se traduce en mejores herramientas para atravesar una crisis.

Por otro, están los precios del producto que tienen una incidencia directa en la renta del ganadero. En períodos de crisis, es por lo general el criador (el eslabón más débil de la cadena) quien lleva la peor parte, ya que no tiene variable de ajuste. Sabido es que quien define el resultado del criador es la venta de terneros/as como producto principal y en menor medida la venta de vaca de descarte y luego para algunos la venta de vientres.

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Al analizar la variación de precios (en moneda constante de noviembre de 2023) vemos que el novillo cotiza en promedio durante los años 22/23 (895 $/kg) un 45% más que durante el período 08/09 (616 $/kg). El ternero tuvo una variación del 69% pasando de 701 a 1186 $/kg; la vaquillona preñada tuvo un incremento del 89% pasando de 239.924 a 454.140. La vaca conserva en estos últimos dos años se ha pagado un 13% menos que la gorda, mientras que durante 08/09 esa diferencia era del 30%.

Durante el período 22/23 hubo mejoras de precios de la hacienda en general, con un aumento relativo mayor de las categorías que definen el resultado de la cría. El contexto actual permite la obtención de mejores resultados económicos para el sector en general y para la cría en particular, que en 2008/2009. La mejora en la renta implica tener la posibilidad cierta de acceder a mejores herramientas para combatir las adversidades climáticas.

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No solo los precios son mejores en la actualidad, sino que las relaciones de intercambio con muchos de los insumos también los son. Con un kilo de novillo en promedio durante el bienio 22/23 se puede comprar un 23% más de maíz que en 2008/09, un 64% más de gasoil y un 59% más de PDA.

Otro ítem muy significativo es la mano de obra, en promedio en estos dos últimos años, con 400 kg de novillo se pagaba el equivalente de 1,46 sueldos de peón rural, mientras que en el período 08/09 los 400 kg de novillo solo pagaban 1,11 salarios.

En cuanto al stock; en diciembre de 2007 se informó que el stock de vacas era de 23,4 millones, dos años después, o sea finales de 2009 el stock de vacas era de 20 millones. Es decir que en los dos años de seca se perdieron 3,16 millones de vacas. A finales de 2021, la cantidad de vacas informadas era de 22,6 millones crece a 23 hacia fines de 2022 y se proyectan 22 millones al terminar el corriente año; es decir que el stock de vacas habrá caído en estos dos años unas 600 mil cabezas.

La producción neta en cabezas (PN cab = Inventario final-inventario inicial-faena) fue de 11,26 y de 10,48 millones de cabezas para 2008 y 2009 respectivamente. Durante 2022, se produjeron 14,32 millones de cabezas y se proyectan unas 12 a 12,5 millones de cabezas en 2023.

Un factor que ha resultado fundamental a la hora de definir la producción neta de cabezas es el coeficiente de logro de terneros (nº de terneros obtenidos por vacan-0). Durante la seca de 08/09 el se ubicó en valores del 59% y 56,7% respectivamente; durante 2022 se estableció el máximo histórico, llegando al 65,8% y se proyecta que caiga un par de puntos o algo más durante 2023. Este punto es crucial para explicar porque, a pesar de que durante 08/09 solo se hayan faenado 2,7 millones más de cabezas que en 22/23, la pérdida del stock fue de alrededor de 8,9 millones de cabezas versus algo más de un millón que se dará en el período 22/23.

Otra cuestión es que el peso de faena creció en 22/23 un 9% respecto a 08/09. Por otra parte, la producción promedio de cada bienio es prácticamente la misma, ya que la menor cantidad de hacienda faenada durante 22/23 es compensada de alguna manera por el aumento en el peso de faena. La producción de carne fue de 6,5 vs. 6,4 millones de toneladas en 08/09 y 22/23 respectivamente.

Muchos de los ganaderos actuales han sorteado con éxito la seca ocurrida en 2008/2009. Seguramente sortearán las adversidades climáticas de estos dos últimos años con menores daños que 14 años atrás ya que existen mejores precios de los productos, relaciones de intercambio más favorables y mejor tecnología.

Factores que pueden afectar la demanda

Uno de los factores que puede afectar la demanda es que el promedio del salario mínimo vital y móvil ha caído durante estos últimos dos años un 37,6%, respecto del valor promedio de 08/09. Además el consumo en kg/hab/año ha decrecido de 68 kilos a 50, lo que representa una merma del 26,5%. También el gasto en $/mes en carne (promedio de dos años) cayó en 22/23 a 14.174 $/mes, de 15.576 $/mes que existía en 08/09, lo que representa un -9%.

En cuanto a las exportaciones, durante 2008 se exportó el 14% de la producción y en 2009 el 19%. El giro exportador que comenzó con la administración de Mauricio Macri llevó a que este último bienio el porcentaje de la producción exportada estuviese muy cerca del 30%, a pesar de las trabas que puso el gobierno de Alberto Fernández.

A pesar de que el salario se haya deteriorado un 37% y el consumo de carne haya bajado un 26,5% el gasto mensual de la población en carne solo se redujo un 9%. La merma en el consumo es explicada por dos factores, aumento de exportaciones y el crecimiento demográfico. La situación macroeconómica que atraviesa el país hace que cada vez más parte del salario sea gastado en productos de primera necesidad. La inflación en alimentos supera ampliamente el índice de inflación mensual, al estar muchos servicios y algunos bienes con los precios pisados.

Proyección 2024

El momento más crítico de la seca fue quizás durante la primavera del 2022 y verano del 2023. No solo porque coincide con los calores extremos y días largos, sino porque además lo hace con el período de mayor demanda energética de los rodeos de cría, que es la época de servicio. Es por ello que se asume que el daño mayor que habrá infringido la falta de agua será en la cantidad de terneros nacidos durante el último invierno.

Seguramente el número será sustancialmente menor a los más de 15 millones de terneros obtenidos en 2022. La camada que aparecerá en febrero /marzo del 2024 es la que proviene del servicio 22/23. Se espera una firme demanda para esa época, sobre todo por las expectativas de que exista un “faltante” de terneros, que de darse llevará inexorablemente a un aumento relativo en el precio de la invernada, que se ubique por sobre el esperado histórico.

Por otra parte, el gordo definirá su precio con lo que se espera sea un mercado exportador liberado y con mejor tipo de cambio más un consumo que, dependiendo de la cantidad que quede en el mercado interno, podrá o no convalidar altos valores. Digamos que, si para el consumo interno quedan 40 o 45 kg/hab/año es muy posible entonces ver precios muy altos.

Durante 2024 se faenará una parte de la hacienda nacida en 2022 (cuando ingresaron más de 15 millones de terneros) quedando el grueso del supuesto faltante de la parición 2023 para 2025. Por ello, es muy posible que si bien exista una caída en la oferta anual de hacienda, esta no sea de una gran magnitud. Es posible que la faena en 2024 se encuentre cerca de 13,3 millones de cabezas.

Con una probable distribución que aporte un 42% de hembras en la faena, podría estar compuesta por 10,1 millones de animales jóvenes, 1,1 millones de novillos, 200 mil toros y 1,9 millones de vacas. Por supuesto que de mediar algún acontecimiento extraño (climático y/o económico) se puede producir un cambio sustancial, sobre todo en la faena de hembras.

Si efectivamente la pampa húmeda recibe “el Niño”, es muy posible que se alarguen los procesos de engorde y por ende en febrero/marzo pueda aparecer cierta tensión debido a una caída temporaria en la oferta. En caso de disminuir la oferta de invernada, habrá un aumento relativo respecto del gordo del precio de la invernada, lo que hará imprescindible aumentar peso de faena para que cierre la ecuación económica.

Otro factor que puede inducir a cargar más kilos por animal, es que el mercado ha comenzado a enviar señales a los productores, donde parece haber cada vez menos predisposición a pagar un sobreprecio por el consumo liviano. De hecho, en noviembre se ha dado la particularidad, que el precio promedio por kilo del novillito en el MAG, ha sido superado por el del novillo de 430/460, este es un hecho históricamente inédito.

De tal manera podemos concluir que no se saldrá indemne de la seca, pero mucho mejor parados que 14 años atrás. Las categorías de cría aparentemente son las que mejor posicionadas estarán, y en la medida que se demuestra la liberalización de las exportaciones, que exista unificación en el tipo de cambio y que no se intervenga el mercado interno, los vientres son quienes más firmeza tendrán en sus cotizaciones.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/la-ganaderia-saldra-de-la-ultima-sequia-mejor-parada-que-el-fenomeno-que-la-afecto-hace-14-anos-nid07122023/

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