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La casta votante

Tiene razón Pitty, la numeróloga que contrató el Banco Nación. No hay que agarrársela con ella. No tiene la culpa de que la directora del banco, la efímera exministra Silvina Batakis, haya ac...

Tiene razón Pitty, la numeróloga que contrató el Banco Nación. No hay que agarrársela con ella. No tiene la culpa de que la directora del banco, la efímera exministra Silvina Batakis, haya aceptado que la entidad le pagara 1,8 millones de pesos para que una gerenta explorara su campo energético teniendo en cuenta la fortaleza numérica que le deparan su día y hora de nacimiento, la cantidad de letras de su nombre y la sumatoria de los números de su teléfono celular. ¿O, acaso, para qué existe el Banco Nación?

Está en todo su derecho de dar vuelta la página el sindicalista peronista Walter Cortés, quien hace poco ganó la intendencia de Bariloche con el 19,61% de los votos. ¿Cuál es el problema de que desde 2014 pese sobre él una condena de 4 años de prisión por fraude a la administración pública y haya logrado acortar la pena por haber hecho en el Penal Federal de Esquel un taller de teatro y cumplido el primer módulo del nivel secundario?

¿Cómo se atreve el candidato a intendente de Morón por Juntos Por el Cambio, Leandro Ugartemendia, a denunciar que existe en ese municipio comandado por Lucas Ghi un Programa de Atención al Delincuente que usa fondos del Estado para asistir a malhechores? De ninguna manera. La dependencia que funciona en tierras del sabbattelista Ghi se llama “Acceso a derechos de personas privadas de libertad y sus familias”. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Cómo no maravillarse al ver cómo progresa el empleado público atornillado a la política. La imagen de ayer del jefe de Gabinete de Kicillof, Martín Insaurralde, en un barco de lujo en Marbella, tomando auténtico champagne francés y haciendo regalos de marcas carísimas a su pareja no hace más que legitimar a la portavoz presidencial cuando dice que no hay chicos con hambre en el país porque asisten a comedores. Dame una estadística y te regalo una interpretación forzada.

¿Cómo no entender el acercamiento de Luis Barrionuevo a Javier Milei si ya pasaron más de tres décadas de cuando Luisito sentenció que para sacar al país adelante había que dejar de robar por lo menos dos años? Esa veda prescribió.

Hablando de veda, querido lector, seguramente debe estar esperando que empiece la electoral, así se desintoxica de tanto mensaje de campaña reiterado hasta el infinito. Le tengo malas noticias: quedan todavía 19 días. Eso sí, el miércoles pasado comenzó la prohibición de actos públicos susceptibles de promover la captación del sufragio. Supuestamente, Massa candidato le tendría que decir al Massa ministro que deje hacer propaganda electoral disfrazada de anuncios de gobierno. Por el momento, no se estarían comunicando entre ambos. La prueba más contundente la tuvimos el viernes cuando buena parte de la ciudad estuvo colapsada porque varios gremios que aparentan no vivir en el país le agradecieron la quita de Ganancias con movilizaciones y estruendos al Massa ministro, mientras el dólar superaba los 800 pesos. Un esfuercito más y vamos a volver al 1 a 1: un dólar igual a un San Martín.

En este colecho político donde muchos se juntan, amparan y protegen, los electores tenemos la posibilidad de ponerlos en caja y cantarles las cuarenta sin siquiera levantar la voz. Somos más que un número en el padrón. Somos la verdadera casta: la “casta votante”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-casta-votante-nid01102023/

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