Generales Escuchar artículo

La campaña electoral no cree en la ciencia

Aunque un eslogan de esta campaña electoral es qu...

Aunque un eslogan de esta campaña electoral es que la ciencia es importante, es llamativo que sus participantes desprecien los descubrimientos científicos que aconsejarían lo contrario de lo que se ve hoy en la calle y en las pantallas.

Las sociedades ya no se manejan con marcos teóricos del pasado. La mitad de la población argentina tiene menos de 31 años. Nació y creció con formas de conversar y conocer muy diferentes a las que había cuando empezó la democracia. Sin embargo, los partidos políticos siguen recurriendo a lo de siempre: declaraciones, mitines, publicidad.

La ciencia social ya había encontrado evidencias de agotamiento de la propaganda desde mucho antes de que nacieran los treintañeros. Sin embargo, la política cree que innovar es mandar propaganda por las redes sociales. Informes globales como WeAreSocial confirman que la mayoría de la gente usa internet, móviles y redes sociales. Pero en los múltiples usos que les da a esas tecnologías no está recibir panfletos políticos ni pelearse por los candidatos. Esa parte que llama la atención del periodismo político es marginal en el volumen total de actividades provechosas que la gente realiza en el mundo digital.

Cuando los informes dicen que los argentinos pasan más de tres horas “en redes sociales” debe leerse que pasan la mayor parte de ese tiempo en contacto con conocidos y familiares. El problema de la política es que no logra entrar cordialmente en esas redes personales, sino que siempre es la intrusa que irrumpe hasta en las publicidades habituales.

Esa ajenidad a la vida cotidiana se refuerza cuando la política elige el insulto y la agresividad. Es curioso que mientras sobran las políticas públicas dedicadas a proteger a la ciudadanía de la violencia privada, los candidatos elijan el insulto, la denigración, la trompada verbal como tono de campaña. Más curioso es que en lugar de entender esa agresividad como la razón del desencanto social con la política, analistas y candidatos justifiquen en ella su violencia argumental.

Cuando los informes dicen que los argentinos pasan más de tres horas “en redes sociales” debe leerse que pasan la mayor parte de ese tiempo en contacto con conocidos y familiares. El problema de la política es que no logra entrar cordialmente en esas redes personales, sino que siempre es la intrusa que irrumpe hasta en las publicidades habituales

Cada vez que la campaña electoral se define como una batalla de exterminio al adversario, se mete en la burbuja que para la gente normal es amenaza. No por acaso el 57,94% de quienes propusieron tema para el primer debate presidencial pidieron que se incluyera “derechos humanos y convivencia democrática”.

Un error del periodismo en los últimos años es elegir ese agujero negro en que ha decidido extraviarse la política. Desde ahí no entiende que el desinterés de la política es una cuestión saludable de supervivencia. Quien hoy elige sumarse a la controversia y a la polarización que propone la campaña política se aleja de las inmensas mayorías que navegan en redes inofensivas. Condición que significa sin ofensas.

El enfoque racionalista de la política viene de siglos en que no se podía escanear el cuerpo humano. La ciencia hoy da base científica a las intuiciones y a los mecanismos de preservación de nuestra integridad. Todos viscerales. La ausencia de lógica en el voto de la que se quejan ciertos analistas es en realidad instinto de supervivencia en una campaña que solo propone sálvese quien pueda.

El desafío de la campaña electoral no es batallar sino ingresar en el precioso círculo de confianza. En esa red de afectos, trabajo, oportunidades las emociones juegan un rol principal para delimitar lo que nos hace bien y evitar lo que nos hace mal. Decidir el voto emocionalmente no es el desvío sino la regla de los impulsos y las decisiones que marcan los vínculos vitales. Eso también surge de evidencias de las neurociencias.

El problema es que hemos convertido el voto, que era un derecho, en una cuestión de legítima defensa.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/la-campana-electoral-no-cree-en-la-ciencia-nid01102023/

Comentarios
Volver arriba