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La ansiedad, a punto de explotar. “Hay pacientes muy angustiados que lloran, hablan sin parar y no paran de mover manos y piernas”

“Un día me encontré con sensaciones en mi cuerpo que desconocía. Había tenido palpitaciones y mareos, escuchaba mi corazón como queriendo salir del pecho. Entonces, visité a un médico que ...

“Un día me encontré con sensaciones en mi cuerpo que desconocía. Había tenido palpitaciones y mareos, escuchaba mi corazón como queriendo salir del pecho. Entonces, visité a un médico que me habló de la ansiedad, pero optó por medicarme. La medicación no me ayudaba, solo me dormía. En ese momento me di cuenta que esto pasaba por otro lado y noté la falta de información y de profesionales que había sobre el tema. Entonces, me interiorice en el tema de los Trastornos de Ansiedad. Gracias a la Terapia Cognitiva Conductual pude entender, trabajar y adquirir herramientas para tratar mi tema. Decidí hacer una página pública para informar y ayudar a todos los que pasaran por esto. Así encontré mí misión: tratar la ansiedad”.

Después de comprender todo sobre los síntomas y aprender las técnicas de relajación, Natalia Orleans pudo empezar a encarar las sensaciones de la ansiedad de otra manera. Cuando sentía taquicardia, cuenta, sabía que nada malo le pasaba, entendía que debía respirar. “También había aprendido que haciendo una tos forzada ayudaba al ritmo de mi corazón. Así comencé a hacerlo. Cada vez lo sentí menos y si aparecía no me asustaba y sabía cómo tratarlo. Observarlo sin miedo era la clave”, dice.

¿Qué hacer con lo que te pasó?

Pasaron varios años hasta que Natalia se recibió de licenciada en Psicología y no fue para nada casual que decidiera especializarse en Trastornos de Ansiedad y Ataques de Pánico. Por si le hacía falta algo más para su formación, también realizó un Diplomado en Psicología Cognitiva y Desarrollo Humano. Pero más allá de los títulos, los logros y los reconocimientos académicos a ella le interesaba poder ayudar a mucha gente que atravesaba lo que alguna vez le tocó enfrentar en primera persona. De esa forma atiende en su consultorio particular, pero también asesora en forma gratuita en su cuenta de Instagram donde casi todos los días sube información de mucha utilidad para los usuarios, con quienes mantiene un ida y vuelta con cierta regularidad.

Por todo esto, resulta una referencia ineludible a la hora de expresarse sobre este tema que tanto preocupa a una parte importante de la población. En esta charla explica las características de la ansiedad, los síntomas, cómo tratarla y brinda consejos para poner en práctica y evitar pasar momentos de mucha angustia y tensión.

¿Qué es la Ansiedad?

Es una reacción emocional y cognitiva. Es una emoción y es normal porque cumple una función “adaptativa” (como respuesta ante los estímulos). Podría describirse como un mecanismo de “vigilancia” que nos advierte de los posibles peligros, creando mecanismos defensivos para asegurar nuestra supervivencia.

¿Cuáles son los síntomas?

Podemos ver síntomas característicos como taquicardia, sudoración, respiración agitada, sensación de cansancio, sensación de ahogo o atragantamiento, tensión, sensación de intranquilidad o temor, nerviosismo, calor o sofoco, diarrea o constipación, entre otros. Hay más síntomas, algunos no son tan característicos y no necesariamente se presentan igual en todas las personas.

¿Hay una ansiedad mala y otra buena?

No, en sí la ansiedad siempre es adaptativa. Lo que podría llamarse “mala” refiere a los Trastornos de Ansiedad, donde el problema pasa por una reacción “desproporcionada” al estímulo y se caracteriza por tener reiterados episodios y de mucha intensidad, con una duración prolongada en el tiempo, y con un grado de sufrimiento elevado, es decir, muy alto. Estas son características que no se encuentran en una ansiedad normal, y es así como podemos hablar entonces de una ansiedad no mala, sino patológica.

Un ejemplo sería la Fobia Social, en ella el juicio negativo de los demás despierta una ansiedad desmedida, muy elevada, al grado de enfrentar la situación con muchísimas sensaciones molestas en el cuerpo y pensamientos catastróficos o directamente nos inhibe de enfrentarla por lo mal que lo pasamos al hacerlo. Y por todo lo “catastrófico” que estamos pensando que “podría pasar”. La ansiedad se caracteriza por el miedo a lo desconocido “más” la catastrofización, y lo que se teme en realidad es a perder el Control y por ello nos angustia tanto.

¿De qué forma nos puede ayudar la ansiedad en lo cotidiano?

Nos ayuda porque nos protege ante los supuestos peligros, sean estos reales o imaginarios. De esta forma, podemos decir que “nos prepara” o nos invita a “prepararnos” ante lo que se nos va a presentar.

Un ejemplo sería la preparación ante un examen, la ansiedad nos avisa del peligro de desaprobar y por eso nos sentamos a estudiar, aun sin que tengamos ganas. Lo mismo si debo dar una clase, una charla en público, la ansiedad se despierta y uno se prepara para enfrentar ese estímulo de la mejor forma posible.

¿De qué manera nos perjudica?

Bueno, una ansiedad muy alta nos puede perjudicar muchísimo en nuestra vida diaria, ya que puede llegar a inhibirnos de hacer las cosas que necesitamos hacer o también puede que las hagamos, pero sufriendo una gran cantidad de angustia, de sensaciones físicas y pensamientos absolutistas, generalizados y catastróficos. El ejemplo más visto en consulta es la inhibición, todo lo que saque a la persona de su zona de confort, es decir, de lo que hace habitualmente, y que por ende ya lo conoce y está acostumbrado, le despierta tanta ansiedad que termina inhibiéndolo de hacer lo que debe o desea hacer.

¿Cuáles son los indicios de que la ansiedad nos está haciendo muy mal?

La persona se suele sentir muy abrumada ante las cosas diarias, tienen síntomas físicos frecuentes, sus preocupaciones son casi continuas. Sus pensamientos tienen un tinte muy negativo la mayor parte del tiempo, son muy impulsivos, pueden padecer insomnio o, por el contrario, dormir más de la cuenta y sentir igualmente que no han descansado (por lo que sienten cansancio la mayor parte del día). Además, pueden verse desórdenes alimenticios (atracones de comida o muy por el contrario no sienten deseos de comer nada), dolores de estómago muy frecuentes (dispepsia), dolores de cabeza, una tensión general en todo su cuerpo, pero principalmente en la zona de cuello, nuca y espalda y todo eso se intensifica cuando deben salir de casa o ante alguna noticia poco agradable. A veces, también puede intensificarse al quedarse solos en casa, ya que ya no hay distractores y “llega la hora de pensar”, y ahí comienza la rumiación mental, con todo lo que ella conlleva, ya que “todo comienza por lo que pensamos”, y es a partir de allí que “viene lo que sentimos”.

¿Cuáles son las consecuencias para las personas que sufren de ansiedad?

Lo que se afecta principalmente es la calidad de Vida. Son personas que evitan muchas cosas y que igualmente lidian con los síntomas la mayor parte del día. Y no sólo con las sensaciones físicas, sino con su propia mente, que llega a ser su propia enemiga. Su auto-diálogo es muy negativo y catastrofista. Esto afecta su autoestima, su ánimo y consecuentemente su motivación. Es una lucha interna terrible. Esto los angustia, se vive en una gran desesperanza de poder salir de todo esto y estar mejor. Se los ve como apagados, pero sólo cuando ellos lo permiten, porque ponen siempre muchísimo de sí mismos para que se los vea bien y todo esto no se note. Les juega en contra el estigma social y la falta de entendimiento y empatía al respecto. Además, siempre están sus ganas de poder “estar normal”, de ser “funcionales”, de no parecer “bichos raros”.

¿Qué podemos hacer ante esto?

Yo no puedo dejar de recomendar la terapia con un psicólogo, no con psiquiatra de primera instancia, eso será algo que se verá en conjunto con el psicólogo. Por mi experiencia también recomiendo la Terapia Cognitiva Conductual, donde se integra lo emocional (todo aquello que siento ante las circunstancias que se me presentan o simplemente imagino), lo cognitivo (pensamientos, sesgos y distorsiones cognitivas, ), y lo comportamental (nuestros impulsos, acciones y reacciones, nuestras actitudes, nuestra forma de comunicación, nuestro diálogo verbal y no verbal, nuestras formas de actuar).

Ir a terapia tiene que ver con trabajar ciertas cuestiones que no podemos trabajar de otra forma, ni nosotros mismos ni con un familiar o un amigo, ni con libros de autoayuda, ni con videos, ni con tips porque no se trata de recibir consejos, sino de trabajar en nosotros mismos para que el cambio para estar mejor sea posible. Y fundamentalmente, real y duradero. Y esto no es sencillo, muy por el contrario, conlleva trabajo y mucha constancia.

¿Por qué un paciente puede llorar o presentar verborragia, entre otras manifestaciones de la ansiedad, en consulta?

Esto es muy visto con pacientes que padecen una ansiedad muy alta, ya que llegan a consulta extremadamente “cargados” de tensión. Esto es por sus preocupaciones, sus temores, y por no haber podido encontrar la forma de “descargar” esa tensión. Muchas veces, ni siquiera la notan, no perciben que están en esas instancias donde ya están a punto de “explotar”. Llorar, hablar rápido sin parar, los movimientos imparables de manos, brazos o piernas, es un gran indicador de la angustia con la que el paciente llega.

¿Qué hacés como especialista ante estas situaciones?

En primer lugar, escucharlos, permitirles esa descarga que tanto necesitan. Es muy importante que puedan descargar toda esa angustia con la que vienen y traen consigo. Las emociones deben salir, así hay que permitirlo, siempre. Y acompañar en ese momento, explicándoles que su estado es normal y que es saludable que dejen salir toda esa tensión que tienen dentro y no han podido o sabido liberar de alguna forma. Luego les explico sobre su estado y les enseño algunas técnicas para que hagan en ese mismo momento conmigo para que puedan relajarse un poco. Yo las hago con ellos si es necesario. Al verme pueden hacerlas sin problema. Y el resultado suele ser muy satisfactorio.

¿Cuáles son esas técnicas de relajación?

Les enseño fundamentalmente lo que yo llamo “la triada de relajación”, infaltables en todo arsenal de técnicas con las que el paciente debe contar. Ellas son la respiración diafragmática, la relajación progresiva (muscular) y la liberación de tensiones por medio de estiramientos. Se las explico y los invito a hacerlas en ese momento. Cuando el paciente desconoce estas técnicas, los acompaño en consulta haciéndolas con ellos a la par. Suelen sentirse mucho más relajados luego de hacerlas.

¿Qué otras cosas podemos hacer para bajar la ansiedad?

Les recomiendo que busquen técnicas de relajación para aprender y poner en práctica de inmediato. Hagan ejercicio para liberar tensiones y generar endorfinas, cuiden la alimentación, dejen el alimento chatarra, las gaseosas, las comidas rápidas. Cuiden el sueño, las horas de descanso, reduzcan productos que alteren el sistema nervioso como la cafeína o los energizantes. No abusen del alcohol ni del tabaco. También hay que desconectarse de las noticias, de las redes, todo en exceso es fuente de ansiedad. Hay que apagar el celular de vez en cuando. Apagar la tele. Apagar “todo”.

Hay que aprender a decir “no” más seguido. Hay que aprender a cuidarse por sobre todo y todos los demás. Porque si uno está mal, nada de lo demás funciona. Hay que escucharse, escuchar el cuerpo.

Y hay que aprender a dejar salir las tensiones, las emociones, hay que aprender a liberarlas, pero de forma adecuada como, por ejemplo, bailando, escribiendo, caminando, corriendo, yendo a un gimnasio, llorando. Recuerden que las emociones deben descargarse (no deben reprimirse ni taparse), eso es sano, pero de una forma adecuada para que no nos perjudiquen.

¿De qué manera puede ayudar el entorno?

Lo primero es la comprensión. Es decir, no estigmatizar, no subestimar el problema ni a la persona, no forzar a que la persona haga las cosas de las que se siente inhibido de hacer, ni reprocharle en este sentido. Lo mejor es informarse para entender lo que le está sucediendo y para tener herramientas de ayuda oportunas para ese problema. Estas herramientas pueden ser, por ejemplo, escucharlo, dejarlo hablar, no decirle que son cosas tontas o sin sentido, no subestimar lo que está sintiendo.

Acompañarlo, decirle que ahí estamos para él/ella, para lo que necesite. Y quedarnos con él/ella hasta que se sienta mejor. La ansiedad bajará, pero debemos darle su tiempo y no apurar a la persona “para que se ponga bien”.

No los dejen solos. Ya tienen suficiente con lo que les está pasando y lo que están sintiendo. Practiquemos la empatía, la comprensión, el respeto, más en estos temas donde no podemos ver nada externo ya que no hay sangre ni heridas físicas. Pero “el infierno está y va por dentro”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/la-ansiedad-a-punto-de-explotar-hay-pacientes-muy-angustiados-que-lloran-hablan-sin-parar-y-no-paran-nid22112023/

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