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La ‘Séptima’ maldita: hace 16 años que el match-point se va afuera

Cidade de Deus, cidade maravilhosa. Era el lugar para el exorcismo de Boca. Para que se quemasen en el infierno tantos demonios. Contra un rival brasileño y en el Maracaná de Río de Janeiro, el ...

Cidade de Deus, cidade maravilhosa. Era el lugar para el exorcismo de Boca. Para que se quemasen en el infierno tantos demonios. Contra un rival brasileño y en el Maracaná de Río de Janeiro, el destino quería que fuera perfecto. Los efectos sanadores traerían la ‘Séptima’ Libertadores y la supremacía continental. El premio soñado para hacer más profunda la huella boquense en el torneo que es su debilidad. Su obsesión. ¿Ahora su condena?

Necesitaba reencontrarse con la gloria, cerrar una herida con algunas puntadas de venganza. Porque Boca es sanguíneo, es pasional. Y la pasión es irreflexiva. Pero Boca está atormentado, hundido en el vacío. Sin premio, sin magia, sin epopeya y con una sombra larga que le sube helada por sus huesos: tres ilusiones y tres finales de América perdidas, en 2012 (Corinthians), 2018 (River) y 2023 (Fluminense). El 7 se vuelve un número fantasmagórico. Las derrotas amenazan con ser contagiosas.

Debía suceder en el Maracaná. Ese templo que el uruguayo Alcides Ghiggia sembró de espectros en 1950, y Boca tenía los suyos. Escenario ideal para el conjuro. Pero el Xeneize no supo decapitar esa mitología de gárgolas y espectros. Ahora hay más, y esos espectros estarán en las nuevas desventuras. El orgulloso espíritu copero ya cuenta tantas finales ganadas como perdidas, seis. Las últimas tres, un tobogán.

Y Boca arrastraba una cuenta con el Maracaná, el templo de Río, la de aquella final de ida perdida en 1963 contra el Santos de Pelé y Coutinho. Seis décadas más tarde, la cicatriz no pudo pasar a inventario. Seguirá pendiente. Porque a Boca se le están agigantando las deudas. Alguna vez el historial copero contra Independiente estuvo 0-6 (1975) y 2-7 (1984). Desde 2007 Boca se puso 6-7, a tiro de la ‘Séptima’. Y desde que se asomó a la visión panorámica desde el techo de América, ahí se paralizó.

Muchos creían que un guión de fantasía estaba escrito. Boca campeón de la Libertadores en el Maracaná, con aroma a reparación histórica. ¿Mejor marco, mejor contexto? Pregúntenle a la selección de Lionel Messi por la final de la Copa América 2021. Desatar aquel nudo abrió las puertas del paraíso. Pero Boca sigue enredado. No dejará de intentarlo, claro. Hay que haber llorado alguna vez por el sentimiento xeneize para saber qué es el amor por la azul y oro. Es un tatuaje, los de verdad, los que no ven porque están grabados para siempre en el corazón. Pero la mochila se ha puesto muy pesada. Boca está advertido: en la próxima Libertadores que le toque –para la de 2024 todavía no está clasificado–, jugará contra los rivales y contra una mancha viscosa que no deja de crecer: sus miedos.

¿Cuánto tiempo estuvo Real Madrid sin ganar la Champions League, su torneo fetiche, pilar de su grandeza planetaria? Fueron 32 años, hasta que cortó el conjuro en 1998. Y sufrió. Y Brasil no levantó la Copa del Mundo entre 1970 y 1994. Y sufrió. Y ya encadena otros 21 años desde Corea-Japón 2002… y convive con esa urticaria. Es un insoportable zumbido de abejas, porque la grandeza impone urgencias. Siempre. Si conocerá ese calvario la selección argentina, que entre la Copa América de 1993 y la de 2021 se sometió a destratos, bajezas, operaciones y miserias de todo tipo.

Pasa el tiempo para Boca… En 2007 quedó match-point, y desde entonces todas se fueron afuera. Ya pasaron 16 años, nueve técnicos, tres presidentes, decenas de jugadores y, ahora, tres finales perdidas. Doce intentos que terminaron en la banquina entre la corona de 2007, en Porto Alegre, y otro derrumbe en Río de Janeiro. Boca en los tiempos del dorado virreinato llegó a creer que se trataba de un trámite, por eso sufre tanto el destierro continental. Quizás, hay que llegar a la desazón para que el sentimiento se potencie. Por eso la obsesión. Por eso el escalofrío del desamparo. La ‘Séptima’ se empieza a transformar en un estigma. El 7 también puede ser un número maldito.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/la-septima-maldita-hace-16-anos-que-el-match-point-se-va-afuera-nid05112023/

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