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Jurar contra la motosierra

Después de haber trabajado durante muchos años como cronista parlamentaria, una cree haber visto y escuchado todo. Sin embargo, la jura de legisladores siempre puede deparar sorpresas. Juan Marin...

Después de haber trabajado durante muchos años como cronista parlamentaria, una cree haber visto y escuchado todo. Sin embargo, la jura de legisladores siempre puede deparar sorpresas. Juan Marino, diputado kirchnerista, juró “por la patria, la Constitución, la soberanía nacional sobre nuestras islas Malvinas y los recursos naturales. Por el pueblo de la Nación que va a sufrir la agresión de la motosierra y a 40 años de democracia. Por la memoria de nuestro pueblo, 30.000 detenidos, desaparecidos, presentes. Dictadura, genocidas y fascistas, nunca más”.

Recuerdo cuando ese voto, otrora solemne, se restringía a conceptos previamente establecidos como jurar por la patria, por Dios y por los Santos Evangelios. O por la patria y por Dios. O simplemente por la patria en casos de agnosticismo.

No guardo registro de que se haya jurado alguna vez contra una herramienta de trabajo de cartón pintado, que fue usada como eslogan de campaña. No es que se me escape la alegoría ni mucho menos el eufemismo. Es que, como representantes del pueblo, uno espera que los diputados juren porque trabajarán mucho y bien en nombre de todos y no de un sector político determinado y, fundamentalmente, que juren porque trabajarán.

Nadie está diciendo que le cercenen la libertad de expresión a nuestros honorables legisladores, pero habría que sugerirles que amengüen el número de dedicatorias porque va a llegar el día en que juren por un amuleto, por el lemon pie o el chipá, por un Power Ranger, por el Call of Duty de la Play o por la vincha de Victoria Secret. Si todo tiene el mismo valor, nada tiene valor.

En caso de que prefieran insistir con la jura más estrafalaria, estaría bueno que también lo hagan pensando en que llegaron ahí por el voto de la gente que mayoritariamente demostró estar harta de las prepoteadas, las promesas sin futuro y el fulbito para la gilada.

Obviamente que hay legisladores que deben pensar muy seriamente su juramento. Ni la política es mala ni toda la dirigencia reacciona con idéntico reflejo pavloviano frente a los mismos estímulos.

Los nuevos ingresos en el Congreso se complementarán hoy con el recambio presidencial. Como sucede con cualquier mudanza, no alcanza con cambiar de aire. Una vez instalados, hay que juntar fuerzas y empezar a ordenar. La magia no existe. Los problemas viajan en los canastos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/jurar-contra-la-motosierra-nid10122023/

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