No se había jugado un minuto y a Guido Carrillo ya le habían cometido una falta. Antes del cuarto de hora José Sosa había demostrado su clase. Se perfilaban para ser las figuras de la final de la Copa Argentina. Y lo fueron.

Ellos dos, dos futbolistas salidos de las inferiores de Estudiantes, fueron los estandartes de un campeón lleno de sentido de pertenencia: Mariano Andújar –en su despedida del Pincha– fue invulnerable, Federico Fernández entró para sacar los últimos pelotazos, Santiago Ascacibar y Pablo Piatti ingresaron y fueron importantes, y Mauro Boselli se despidió del fútbol con un título. Referentes con el ADN del Pincha.

Pero los más destacados fueron, sin dudas, Sosa y Carrillo. El fútbol y el gol del flamante vencedor. La figura de la final y el tanto del campeonato. Tan merecido como buscado. Lo soñaron así. Y cuando se despertaron lo hicieron realidad.

Decían que el Principito Sosa había regresado tarde. Se equivocaron. Está intacto. Tiene 38 años, pero juega como en aquel equipo campeón en 2006 y corre más que antes. Cracks, en Argentina, hay pocos y él es uno de ellos. Toca de primera, ordena, se tira al piso. Emociona.

¿Y qué decir de Carrillo? Guido volvió en plenitud. Cuando la mayoría opta por destinos exóticos y asegurar el futuro con ingresos, el delantero eligió volver a su casa, y buscar la gloria de un título. Esa que lo había esquivado hasta esta final de Copa Argentina. El goleador no jugó su mejor partido, es cierto. Sin embargo, se mostró siempre activo. Se le notaba la voracidad. Y cuando tuvo una, la canjeó por un gol. Que vale un título, nada menos.

El destino quiso que Sosa ganara su segundo campeonato con Estudiantes otro 13 de diciembre. Igual que en 2006. Hace 17 años le metía un golazo a Boca en la final del Apertura, para empezar a cambiar la historia de un partido histórico. Entre aquel 2-1 y este 1-0 el Principito consiguió muchos logros y en diferentes países. Ninguno como esta Copa Argentina. Ninguno.

El destino que quiso que Sosa fuera dos veces campeón un 13 de diciembre, a Carrillo le tenía guardado un laberinto más complejo. El atacante debutó justo después de la época de gloria 2006/10. Se la perdió por poco. Cuando él empezó a jugar, Estudiantes ya no era aquel equipo ganador. Se ganó el cariño de la gente, sí, pero faltaba algo. Una vuelta olímpica. La oportunidad de entrar en la historia grande del club. Cuando pase el tiempo y la gente del Pincha recuerde esta final, no olvidará a ninguno de los dos. Ellos cambiaron la ecuación de una final difícil. Sosa jugó e hizo jugar. Carrillo hizo el gol que sueña todo N° 9.

Y cuando fueron reemplazados, el León platense tuvo otros que tomaron la posta. Porque Ascacibar corrió como Sosa, y Boselli reemplazó a Carrillo a la perfección. Hay campeones que se arman con la fuerza de la chequera, y otros que se construyen con sentido de pertenencia. El Estudiantes campeón de la Copa Argentina pertenece al segundo grupo. Los jugadores que no habían salido campeones querían darse ese gusto y meterse en la rica historia Pincha. Los que ya lo habían conseguido querían agigantar la epopeya. Misión cumplida para todos.

Estudiantes es campeón una vez más. Sufrió una injusta eliminación en la Copa Sudamericana, por penales ante un Corinthians al que había vapuleado en el juego. Fue un golpe durísimo. Perdió el clásico con Gimnasia. Se repuso. Se fijó un nuevo objetivo, y lo buscó hasta encontrarlo. En este décimo quinto título del Pincha, muy esperado porque habían pasado 13 años desde el último festejo, hubo dos figuras estelares: José y Guido.

Uno puso el fútbol. El otro metió el gol del campeonato. Estudiantes está de fiesta y en esta celebración mucho tiene que ver el dúo de la felicidad: Sosa y Carrillo. ¿A qué edad volvieron? ¡Importa poco! Los dos todavía están vigentes, y lo demostraron en la final.