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Iván Werning: “Milei le hizo un bien a la sociedad al instalar el tema del problema fiscal”

Es economista formado en la Universidad de San Andrés; hizo su Maestría en la Universidad Di Tella (UTDT) y completó su doctorado en Economía en la Universidad de Chicago (EE.UU.) en 2002; es p...

Es economista formado en la Universidad de San Andrés; hizo su Maestría en la Universidad Di Tella (UTDT) y completó su doctorado en Economía en la Universidad de Chicago (EE.UU.) en 2002; es profesor e investigador en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), y se especializa en macroeconomía y políticas monetaria y fiscal

“A fin de cuentas, intentar con atajos nos va a llevar a problemas”, dice el economista Iván Werning, al analizar la propuesta del presidente electo Javier Milei de dolarizar la economía de la Argentina. Ese plan, dice el profesor e investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT), “no es necesario ni suficiente para arreglar los problemas” del país. Problemas que se derivan, según su análisis, del desequilibrio fiscal. “Trato de pensar cuáles son los costos y los beneficios de cualquier política de la cual se hable, y contribuir a una discusión de que hay algunos costos especiales que muchas veces no se remarcan para el caso argentino, por la escasez de dólares que hay”, afirma Werning, en diálogo con la nacion.

–¿Cuáles son los costos de anunciar una dolarización en este contexto?

–Básicamente, que es muy difícil dolarizar sin dólares sin tener una gran hiperinflación antes. Si anunciás que vas a tener una dolarización en el futuro, tenés una gran inflación, una gran devaluación del tipo de cambio hasta que llegás a ese momento e implementás el plan. Y el otro costo es que, si dolarizás con muy pocos dólares y hay escasez de dólares en la población, se puede generar una gran depresión del tipo de cambio real. Es decir, la gente va a ganar menos en dólares que antes en una transición donde hay devaluación real, con la población consumiendo menos bienes transables y una reversión en la cuenta capital se genera un sudden stop. Incluso, dolarizar si hay pocos dólares puede generar una recesión ex-pos, porque la gente va a tratar de ahorrar para tener dólares.

–También se habla de que hay escasez de dólares en el Banco Central, pero que los argentinos tienen muchos dólares en el colchón, y que eso facilitaría una dolarización. ¿Cuál es su visión?

–En línea con lo que dije antes, es importante distinguir dos tipos de escaseces. Una es la escasez de dólares del Estado, y esa es relevante para la implementación de la dolarización, para lo que va a pasar con la inflación y el tipo de cambio. En eso creo que no hay debate: hay escasez de dólares en el Estado y eso afecta, porque son los dólares que va a poner sobre la mesa el Estado, a través del Banco Central, para hacer el intercambio de pesos a dólares. Ahora bien, otra escasez es lo que pasa después de implementada la dolarización. Y ahí lo relevante es cuántos dólares tienen los privados, que será una combinación de cuánto entregará el Estado y lo que tienen ahorrados. Y hay mucha ligereza cuando de habla de ese número; se habla de US$100.000 millones, de US$260.000 millones y algunos tiran US$300.000 millones. No hay claridad y, además, es una cifra que se sobrestima, en el sentido de que el número agregado puede ser grande, pero eso no es necesariamente relevante para la pregunta.

–¿Por qué?

–Primero que nada, porque los argentinos más ricos son los que tienen estos dólares en el exterior y no necesariamente los quieren traer. Y segundo, que hay gente que no tiene. Entonces, importa la distribución de esos dólares y no necesariamente el dato agregado. En macroeconomía tendemos a pensar en agregados, pero eso solo para una primera pasada en el tema, pero importa mucho pensar en toda la población y en las personas que no tienen dólares. Eso puede tener efectos macroeconómicos, aunque haya muchos dólares en el dato agregado. Si hay un porcentaje importante de la población que no tiene dólares –hay que pensar que en la Argentina el 40% es pobre–, eso me parece relevante. Muchas veces pensamos si hay muchos dólares y pensamos en nosotros, en la mayoría de la gente que opina sobre estos temas, que están bastante acomodada. Pero eso será el 10% más rico, y hay que pensar en ese 40% más bajo. ¿Cuántos dólares tienen ellos?

–¿Y qué implica anunciar una dolarización en ese contexto? ¿Qué pasa en esa transición?

–Ponele que necesitabas US$40.000 millones y tenés US$10.000 millones para dolarizar. Lo que habría es un fuerte efecto hacia devaluar el peso y hacia más inflación. Casi como una cuenta de almacenero: intuitivamente, si necesitaba 40 y tengo 10, el valor de mi moneda tiene que caer en un cuarto. Pero la cosa se pone todavía peor que eso, porque en el interín, a menos que puedas de un saque y enseguida reducir el déficit fiscal, vas a tener que seguir financiando ese rojo con emisión monetaria. Entonces, va a haber una retroalimentación entre el hecho de que tiene que haber una cierta devaluación, y eso va a empujar a una suba de precios, y que vas a tener que emitir aún más que antes para cubrir el déficit, porque los precios subieron. Y eso va a generar una especie de efecto multiplicador, una simbiosis entre estos dos efectos que se retroalimentan. Y el hecho de que es anticipado, como siempre en economía, hace que la gente reaccione y trate de evitarlo. Ese efecto también fomenta una inflación aún mayor, porque la gente trata de tener menores saldos reales en pesos, y eso lleva a que la emisión tenga que ser mayor para tener la misma recaudación que antes y, por lo tanto, eso lleva a mayor inflación. En vez de ser un ciclo virtuoso, es un ciclo en negativo y que se retroalimenta.

–¿Y a qué tipo de cambio sería esa conversión?

–A veces se dice que si se dolariza al precio marcado no hay ningún problema, porque el mercado es el precio justo en algún sentido, y esa es una intuición correcta a nivel micro. O sea, si yo voy, te ofrezco comprar algo y me lo vendés al precio de mercado, fue voluntario y es el precio justo. Pero a nivel macro, y cuando se habla de un gobierno que sale a comprar o a canjear algo, hay un jugador grande y esa lógica no resiste, porque si yo tengo pocos dólares, el precio de mercado va a ser muy malo. Entonces, va a ser a precio de mercado, pero no es algo objetivo que no esté influido por el gobierno o por la cantidad de dólares que ponga sobre la mesa. Yo hago una analogía: si alguien te compra tu casa al precio del mercado, está bien, porque soy un individuo. Pero si viene el gobierno y dice: “Voy a tirar abajo todo este vecindario y voy a poner un basural”, la casa se va a vender a mucho menos. No es necesariamente correcto decir que si es a precio de mercado no hay que pensar en otros efectos. En economía, el precio de mercado es endógeno a la política de gobierno y, en este caso, a cuántos dólares habría. Si yo salgo con 10 en vez de 20, el precio de mercado va a ser peor. Entonces, ese valor es más un resultado que un dato.

–¿Qué consecuencias positivas o negativas tendría dolarizar?

–Todos sabemos que algo como la convertibilidad o la dolarización es un arma de doble filo. Tiene el beneficio de ayudarte a reducir la inflación, pero tiene varios costos que se conocen. Uno es que perdés la política monetaria y eso te puede afectar si después tenés shocks externos o internos. Muchos entienden que la convertibilidad, en parte, tuvo ese problema, especialmente después del Tequila, Rusia y Brasil, y con los precios de la soja que estaban bajos. Tal vez la Argentina necesitaba una política monetaria más expansiva, menos contractiva. Lo mismo en modelos de tipo de cambio fijo, como en el euro y los países del sur de Europa, que sufrieron unas grandes recesiones por muchos años, como Grecia. Esos shocks son muy grandes, y cuando no tenés política monetaria independiente, porque fijaste el tipo de cambio o adoptaste otra moneda, es cuando sufrís más. Eso tiene que ser parte de la discusión, es súper importante, y creo que hasta lo más importante. Después, hay otros costos como el de perder el señoreaje y la capacidad de ser prestamista de última instancia a los bancos, que no es un problema menor, porque también en la convertibilidad, terminamos con recesión y una gran corrida bancaria que llevó al corralito, al corralón y a la pesificación asimétrica. Son esos tres costos y los economistas y la gente los entendían. Pero, claro, lo que pasó en la Argentina es que con el tiempo esa memoria se ve reemplazada con lo que está pasando cotidianamente ahora, con altísima inflación, y se vuelven a pensar en soluciones más de corto plazo, que tienen costos que son un poco más de largo plazo.

–¿Por qué?

–Porque el día que se imponga la dolarización, probablemente por los primeros años no pase. Entonces, la gente no está pensando en esos costos de largo plazo, sino en el beneficio de corto. Pero sí hay que recalcar que en el caso de la Argentina, con la escasez de dólares que hay, habrá también costos de implementación de corto plazo.

–Los referentes de la dolarización de Milei hablan de una “ingeniería financiera” para conseguir dólares prestados para el plan. ¿Es una opción viable?

–Trato de pensar en la gente que conozco que trabajó en el mercado financiero en Nueva York, y lo que escucho ahí es, en general, un escepticismo total de que se pueda. Tal vez haya alguna manera, pero también va a venir con un gran costo. Habrá que ofrecerles algo muy bueno a los inversores que pongan esa plata, así que no todo es gratis. En economía sabemos eso. Lo más probable es que no se puede hacer o que puedas hacer una parte, en cuyo caso mi análisis aún aplica.

–¿Y cuál sería el camino para resolver el problema?

–La Argentina es un país difícil. Entonces, hay que tener la discusión seria sobre cuál es el camino, teniendo en cuenta todos estos costos y las dificultades de los otros caminos. Y una dificultad del camino es política. La dolarización también es inviable sin atender el tema fiscal, y creo que Milei y la gente que la propone entiende eso. Pero, también, una vez que ese haya resuelto lo fiscal, no está claro que se necesite la dolarización. No la veo ni necesaria ni suficiente para arreglar nuestros problemas. Sería ideal, por lo menos, atender el problema fiscal. Veo que Milei hizo un gran bien a la sociedad en instalar ese tema y hacer que no sea una mala palabra. Pero si lo atendemos, veo como algo superior aspirar a una política monetaria independiente y un proceso de desinflación, que nos acerque a ser como Uruguay, Perú, Chile, Colombia o Brasil, que han logrado tener inflaciones bajas, moderadas, siempre en torno a un dígito, sacando la época de la pandemia.

–¿Dónde está la diferencia con esos países?

–Hay quienes dicen que los argentinos somos peores que ellos. Y yo no creo eso. Creo que hemos tenido más problemas en llegar ahí, pero una vez que lleguemos, también vamos a poder evitar caer de nuevo en los problemas anteriores. Porque ellos atendieron a sus problemas de otras maneras, y llegaron a bajar la inflación de una manera de más convencional, con una política monetaria independiente, mientras que nosotros nos atamos a la convertibilidad. Eso funcionó por un rato, y después no, y además eso hizo que la sociedad pidiera otra cosa totalmente distinta, lo cual nos llevó a otros problemas. Entonces, creo que justamente intentarlo de nuevo con el atajo puede llegar a andar algunos años, pero a fin de cuentas vamos a caer en problemas. En cambio, hay que tratar de solucionar el problema de forma más permanente. Y no es ninguna ciencia muy complicada. Lleva paciencia y voluntad política, pero es mejor para el largo plazo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/ivan-werning-milei-le-hizo-un-bien-a-la-sociedad-al-instalar-el-tema-del-problema-fiscal-nid26112023/

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