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Hacer tangibles los pensamientos

La semana pasada fui al cumpleaños de una amiga. En ese grupo, predominan muchas profesionales ligadas a la educación: había dos profesoras de filosofía, una directiva de escuela, una maestra j...

La semana pasada fui al cumpleaños de una amiga. En ese grupo, predominan muchas profesionales ligadas a la educación: había dos profesoras de filosofía, una directiva de escuela, una maestra jardinera y una psicopedagoga y, dentro de los 300 temas que pueden tocar un grupo de amigas en un par de horas, intercambiaban experiencias sobre las mejores dinámicas para que los alumnos puedan sacar conclusiones y aprendizajes cuando terminaban un proyecto. Luego de escucharlas, me quedé pensando en esa dinámica del mundo de la enseñanza que creo que puede extrapolarse y ser provechosa para el ámbito de los negocios. Se trata del concepto de “pensamiento visible” o “rutinas de pensamiento” que son una serie de protocolos sencillos (o no tanto) que fomentan el pensamiento profundo y la elaboración propia de lo aprendido. En tiempos donde mucho de lo que hacemos a diario podremos resolverlo interactuando con una IA, cultivar esta “cultura del pensamiento” puede ser un diferencial.

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Investigando un poco más aprendí que “Pensamiento visible” es un proyecto de investigación y desarrollo didáctico de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard. Propone una serie de ejercicios para el aula, que llaman “rutinas”, para fomentar el pensamiento profundo en niños de jardín de infantes y hasta el final de la escuela secundaria. El objetivo es despertar el desarrollo de la curiosidad, la comprensión profunda y la argumentación basada en evidencias como objetivos de aprendizaje transversales a todas las disciplinas. La investigación está resumida en el libro Making Thinking Visible: How to Promote Engagement, Understanding, and Independence for All Learners (2011), por Ron Ritchhart, Mark Church y Karin Morrison.

Estas “rutinas” presentan una serie de preguntas y consignas que los estudiantes tienen que llevar a cabo y que se eligen de acuerdo a lo que se quiere lograr en el aula, ya sea reflexionar, comprender, hacer justicia, buscar de la verdad y fomentar la creatividad, entre otras. Una de las docentes de mi grupo de amigas propuso el siguiente ejercicio con la pregunta “¿Qué pensás acerca del proceso de escritura de tu monografía?”. Para expresar esa opinión se dibuja un rectángulo que contiene un cuadrado y al costado derecho también un círculo. Para el rectángulo, se elige un color que refleje lo que se siente por el tema en cuestión, en el cuadrado se elige un dibujo o una imagen recortada de una revista o de internet para “hacer visible” el proceso, y en el círculo se coloca un ícono o símbolo que resuma la experiencia. Algunos otros ejemplos son: ¿Qué te hace decir eso? (para interpretar y justificar). Pensar-Cuestionar-Explorar (para profundizar y abrir la indagación). Círculos de Puntos de Vista (para explorar distintas perspectivas). Solía Pensar-Ahora Pienso (para reflexionar sobre los cambios en nuestro pensamiento). ¿Y si usamos estas dinámicas del aula para valorar nuestros proyectos y aprendizajes?

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/hacer-tangibles-los-pensamientos-nid22072023/

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