El sexo planeta de nuestro sistema solar, Saturno, es, fuera de toda duda, el más elegante. Orbita a un promedio de 1437 millones de kilómetros de la Tierra, o poco más de 9 unidades astronómicas. Traducido: su pálido brillo ambarino, debido al amoniaco en la atmósfera exterior del gigante gaseoso, tarda más o menos una hora y media en llegar a nuestros ojos.

Tiene 146 lunas con nombre, además de sus vistosos anillos y un sinnúmero de asteroides. Una de esas lunas se llama Encélado, por el gigante de la mitología griega Enkélado, latinizado como Enceladus. La NASA acaba de descubrir en las plumas de vapor que surgen de este satélite, y que provienen de su océano interior, un elemento esencial para la vida, el fósforo. En la forma de fosfatos está presente en el ADN, el ARN y en el trifosfato de adenosina. Es la primera vez que este elemento, el decimoquinto de la tabla periódica, aparece en el análisis de otros mundos. Para la exobiología es un hito sin precedente; acaso en los mares que yacen bajo la superficie congelada de Encélado encontremos las primeras formas de vida extraterrestre. Un hallazgo histórico que aquí, en la Tierra, ha pasado prácticamente inadvertido. Sería fantástico que analicemos por qué.