Calvin Johnson, un exrecluso que pasó un total de 37 años en una prisión estatal de Texas, reveló en diálogo con la BBC algunas de las desesperadas medidas que toman los presos estadounidenses para refugiarse del insoportable calor. Tanto prisioneros como el personal de seguridad que los cuida lucha por sobrevivir día tras día.

Durante la última semana, alrededor de 230 millones de ciudadanos en Estados Unidos experimentaron temperaturas superiores a los 32,2 C°. Sin embargo, la situación de quienes se encuentran confinados en establecimientos carcelarios es aún peor. Tal y como detalla Johnson, el termómetro llegaba a superar los 37,7 C°.

Sumado a ello, de acuerdo al análisis hecho por la Prison Policy Initiative, 13 de los estados más calurosos en suelo norteamericano -dentro de los que se encuentran Arizona y Texas-, no tienen a acceso a aire acondicionado universal en sus cárceles, lo que crea “condiciones de vida mortales”.

Johnson, quien pasó 37 veranos confinado en Texas, admitió que uno de los “recursos” más utilizados para escapar de las altas temperaturas era el agua de los inodoros.

“A veces, uno podía tapar el inodoro y dejar correr el agua. Se podía hacer un par de pantalones y una camisa sobre este. Entonces se inundaba la celda y tenías la oportunidad de recostarte sobre el agua por un rato”, detalló. Pero eso no era todo. Confesó haber visto presos tomando directamente el agua del inodoro.

“Se justificaban al decir que el agua del inodoro estaba unos grados más fría que el agua que salía de la canilla”, señaló.

Consultado sobre otros medios provistos por la misma cárcel para refrigerar a los reclusos, alegó que existían pero no eran de fácil acceso. Por ejemplo, contó que disponer de hielo para refrescarse era algo absolutamente raro. Es por ello que la mayoría de presos y guardias quienes no tenían alternativa solo podían desmayarse.

Clifton Buchanan, un exoficial que trabajó en diversas prisiones deTexas, también ofreció testimonio al medio británico y habló sobre lo que sufren los guardias penitenciarios.

“Es como trabajar en el infierno. Tenes que vestir un chaleco a prueba de puñaladas, subir y bajar tramos de escaleras durante varias horas... los oficiales suelen marearse y tienen nauseas”, relató. Y planteó la siguiente interrogante: “¿Un miembro de nuestro personal tiene que morir antes de que pongan aire acondicionado allí?”.

Un artículo del diario local Texas Tribune reportó que, hasta mediados del mes de junio, un total de nueve prisioneros murieron por ataques cardíacos en cárceles sin refrigeración donde los índices de calor exterior superaban los 100 grados. En esa línea, otros 14 reclusos fallecieron también pero por causas que se desconocen.

Por otro lado, señala la BBC, las estadísticas oficiales del Departamento de Justicia Criminal de Texas no contabilizan muertes por calor desde 2012.

Con mirada preventiva, la Cámara de Representantes de Texas buscó tomar este año medidas para abordar el sobrecalentamiento de prisiones en el Estado de la Estrella Solitaria. Para ello, aprobó un proyecto -valuado en US$ 343 millones- que exigía que los establecimientos se mantuvieran entre 18 y 29 grados por medio de sistemas de ventilación. Sin embargo, el Senado rechazó la iniciativa y recortó el dinero asignado para mejorar las condiciones, a pesar de que Texas tuvo un superávit presupuestario de más de 32 mil millones de dólares informó el portal norteamericano CBS.