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Esos libros que llevamos dentro

Me ocurre a menudo. Me quedo mirando los estantes de los libros. O recorro alguno de los pasillos de esta casa, que, sin proponérnoslo, fue construida alrededor de una biblioteca. No al revés. Va...

Me ocurre a menudo. Me quedo mirando los estantes de los libros. O recorro alguno de los pasillos de esta casa, que, sin proponérnoslo, fue construida alrededor de una biblioteca. No al revés. Vaya ex libris.

Decía que me los quedo mirando o recorro los lomos engañosamente mansos, y entonces me pongo a pensar dónde está todo eso ahora. Silentes y sosegados, los volúmenes guardan miles de páginas que alguna vez leí. ¿Qué de todo eso quedó en mí? ¿Cómo quedó? ¿Dónde?

Tomo un volumen al azar, lo abro, leo cualquier línea. Si está subrayada, me transporta al momento en que, como el que corre hacia la orilla cuando ve por primera vez el mar, esas palabras me dejaron maravillado. Era joven y asistía a una sucesión de amaneceres. Si no está subrayada, es muy probable que no la recuerde. Y sin embargo, la memoria la retiene en alguna parte, porque resuena y reconozco el párrafo, la escena, el diálogo, y le digo al libro: “Vos y yo nos conocemos”.

Vuelvo a mirar los anaqueles y caigo en la cuenta de que contengo todo eso, de alguna forma misteriosa, insustancial e intocable. Me impresiona la capacidad que tenemos de llevar con nosotros, adonde vayamos y hasta el final, esa enormidad de papel impreso.

Cuando construí esta casa, tuve, diría que por fortuna, una revelación. Le pregunté al arquitecto si sabía cuánto pesaba un libro. Me dijo que no, que no tenía ni idea. El que no lo supiera era una foto de los tiempos. Pero aparte de eso, le informé que se calcula que de promedio cada volumen pesa 400 gramos. Hagamos medio kilo, así es más fácil. Me miró sin entender. Añadí, señalando el plano de la casa, ahí sobre la mesa: “Acá vamos a poner unos 4000 libros”. Cuando terminó con la aritmética, levantó las cejas, negó con la cabeza y declaró, como si acaso hiciera falta, que entonces eran casi dos toneladas adicionales. Exacto. Hubo un silencio filoso, y al final admitió que iba a tener que cambiar la estructura de la casa. Lógicamente.

Los muchachos de la mudanza estaban desconcertados. Uno se sinceró, cuando la obra estuvo casi terminada y pudimos venirnos. Me dijo, ya un poco fastidiado por la cantidad de cajas etiquetadas de la misma forma: “¿Qué hace con tantos libros, jefe?”

La pregunta me quedó dando vueltas. Es verdad. Qué hace uno con tantos libros. Recordé la biblioteca de Borges, en su departamento, cuando lo visité en 1982 o 1983, y la paradoja que él mismo había formulado, con la contundente belleza de las catedrales. Qué hacemos con todos nuestros libros, nosotros, los lectores. No podré leerlos todos de nuevo. Consultar alguno cada tanto, para una nota, para una disertación. Sí, es verdad.

¿Pero, en serio, por qué insistimos? En esta casa hay más volúmenes que los que había en la biblioteca papal de Avignon, antes de que llegara Gutenberg. Es un despropósito y a todas luces una exageración. Pero aparte de que me siento protegido entre mis libros, porque sé por experiencia que junto con la naturaleza son mi mayor defensa contra la adversidad, y aparte de que al mirarlos –lo descubrí el otro día– advierto un reflejo de lo inalcanzable que se esconde en mi interior, lo que me pasa es otra cosa, más inquietante. Lo que me pasa es que me llevó mucho tiempo leer todo eso. No me di cuenta, porque fueron horas apasionadas, pero ese tiempo pasó. Transcurrió. Así que los estantes, distribuidos por toda la casa, albergan también, quieto y expectante, el tiempo que pasé enfrascado en esos libros.

¿Por qué insistimos? Porque hemos dejado buena parte de nuestra vida en las páginas amadas. Por eso, una biblioteca es mucho más que una colección. Es como haberle robado al universo su magnitud más misteriosa y haberla cristalizado en esos volúmenes que ahora están en parte ahí, en los estantes, y en parte dentro de nuestro laberinto, y son por lo tanto una prueba de que hemos existido.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/esos-libros-que-llevamos-dentro-nid27092023/

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