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Es psicóloga y tiene otra profesión de alta exposición: “Mis pacientes se lo bancan”

Se llama Sissi, como la emperatriz de Austria. De segundo nombre le pusieron Caterina, como la zarina de Rusia. Al igual que ellas, es dueña de una belleza y una inteligencia que le acarrean grati...

Se llama Sissi, como la emperatriz de Austria. De segundo nombre le pusieron Caterina, como la zarina de Rusia. Al igual que ellas, es dueña de una belleza y una inteligencia que le acarrean gratificaciones y disgustos por igual. En el lenguaje del mundo en el que se mueve como pez en el agua, las redes sociales, podría decirse que Sissi Caterina Tener, una modelo y psicóloga de 25 años, es una microfluencer.

Las marcas le pagan para que promocione sus artículos entre su audiencia que es menor que la de un influencer (más de cien mil) pero calificados. Tiene una comunidad de 10 mil seguidores entre sus dos cuentas, en las que muestra muchísimas fotos y videos mostrando maquillajes, peinados, ropa, pero antes que eso, una actitud seductora que no es fácil eludir. Por supuesto, no está inmune a los haters que, como suele suceder, pegan adonde más duele. En este caso a la doble condición de modelo y psicoanalista que Sissi exhibe con total naturalidad en ambas cuentas.

Aunque le duelen las críticas, no piensa claudicar. Ella está convencida de que las dos actividades, el mostrar su imagen y resguardar la confidencialidad de lo que ocurre en su consulta clínica, son perfectamente compatibles.

Con esa meta por delante, hoy la licenciada Sissi Tener, psicóloga, modelo y futura sexóloga, siempre con Instagram como plataforma de lanzamiento, apuesta a abrirse camino hacia un futuro que por incierto que aparezca, tiene una meta: vivir una vida llena de sentido. Y de sentidos. Más exactamente de un concepto que ella declara militar: la erotofilia. Veremos de qué se trata, pero antes, sigamos conociendo a Sissi.

“Mis pacientes se van a tener que bancar que sea modelo”

“El día en que me recibí dije: ‘Yo no voy a dejar el modelaje. Mis pacientes se van a tener que bancar que sea modelo. Y lo estamos llevando muy bien, ellos y yo”, revela la licenciada Sissi Tenner.

Experta en el arte de posar luciendo diferentes estilos, sea romántico, hot, divertido o exótico, ella no duda en mezclar belleza con intelectualidad, fondo y figura, cuerpo, imagen y palabra. Además, es una perfecta emprendedora. Eligió no trabajar para ninguna agencia de modelos y, en cambio, gestionar sus propios contratos publicitarios. Su perfil de modelo lo promociona en Instagram y en TikTok compartiendo la trastienda de las producciones de moda, make up, peinados o estilismo en las que participa. Siempre ejercitando miradas seductoras, sonrisas insinuantes y el infaltable beboteo para las redes sociales, también comparte hechos de su vida cotidiana: cómo entrena, qué come, qué está leyendo o estudiando, sus salidas y sus looks.

A diario alimenta sus dos cuentas, la de modelo y la de psicóloga. En esta última comparte reflexiones acerca de la salud mental, opina sobre la actualidad, el deseo, la sexualidad y comparte -sin dar nombres ni referencias, por supuesto - cosas que aprende con sus pacientes.

En su bio se presenta como: “Psicoanalista. Bruja. Milito la erotofilia”. La erotofilia es una dimensión de la personalidad que expresa una predisposición positiva a lo relativo a la sexualidad. Las emociones agradables con respecto a la sexualidad contribuyen al bienestar general de las personas, a la autoestima y a ser capaces de construir relaciones más responsables y respetuosas. Cuando conoció este concepto, primero en la facultad de psicología y luego en el posgrado de Sexología clínica que está cursando actualmente, fue una revelación.

Descubrirse en esa palabra tan poco cotidiana fue la clave que le faltaba para unir sus dos pasiones, esas que parecían llevarla por caminos opuestos y que no lograba terminar de decidir cuando le preguntaban ¿qué vas a hacer ahora que te recibiste? Y ella no sabía cómo responder. Quería seguir siendo modelo, una carrera que había forjado con tanto esfuerzo y en la que se había ganado un lugar. Pero, al mismo tiempo, la vocación por ayudar a otras personas a estar bien consigo mismas, volcar todo lo aprendido en la universidad, seguir estudiando y capacitándose en distintos abordajes de la salud mental, era otro camino que no estaba dispuesta a abandonar.

¿Por qué tener que elegir entre trabajar de linda o de intelectual? ¿Es que todo tiene que ser tan blanco o negro ? ¿No podemos ser lo que deseamos ser? Todas esas preguntas tuvo que masticar por mucho tiempo hasta que entendió que no tenía por qué resignar una pasión en detrimento de otra.

Durante mucho tiempo en la facultad evitó contar que trabajaba como modelo y en los castings no decía que estudiaba psicología. “Para la facultad quería afearme para no enfrentarme al prejuicio de ser linda y tonta, mientras que cuando estaba en las producciones publicitarias no podía hablar de psicología porque me miraban como diciendo ‘¿qué estás haciendo aca?’. De todos modos creo que ahora ya no es tan categórico y estamos más abiertos a integrar lo que somos, en parte porque en los últimos años hubo un cambio de consciencia colectivo que nos lleva a ser menos prejuiciosos y en parte por la manera en que yo lo encaro”, reconoce Sissi.

Finalmente concluyó que no tenía que optar y que ella iba a ser capaz de hacer camino al andar.

“Todo puedo hacerlo con responsabilidad y deseo”, asegura. “Solo atiendo pacientes que con mis conocimientos puedo ayudar y de lo contrario o no los tomo o los derivo y siempre cuento con una supervisión profesional. Yo creo en un análisis que no tiene que estar atado a un marco institucional determinado”, explica Sissi. Y en su Instagram lo detalla un poco más: “Prefiero brindar una escucha sincera y pacífica. Que haga contraste con tanto ruido. Una escucha deseante es lo que más tengo para ofrecer. Gracias por confiar.”

“Cuando encontrás la autenticidad es un lugar del que no querés volver”

La afición por la belleza viene desde chica. “Siempre me vistieron de rosita, siempre estaba linda y mi papá me sacaba muchas fotos. Era un momento con mi papá y yo amaba tanto ese juego que a los diez años dije que quería ser modelo”, recuerda Sissi. Pero sus padres no quisieron o no pudieron ocuparse de llevarla a las agencias, los castings, hacerle un book de fotos y su vida siguió como la de cualquier otra nena: yendo al colegio y soñando con ser grande. Así que el sueño tuvo que esperar varios años para hacerse realidad.

Fue en un viaje a Machu Picchu, cuando todavía cursaba la carrera, que tuvo una epifanía. Al volver de las ruinas, luego de una experiencia exigente tanto física como emocionalmente - quienes recorrieron a pie el camino del Inca conocen lo arduo de subir y bajar esos kilómetros a una altura de 4.200 metros sobre el nivel del mar- que pudo conectar con su deseo largamente guardado en el fondo de la memoria: el de volver a jugar con la cámara de fotos como hacía de niña con su papá. Había sufrido una infección gastrointestinal por esos días, había perdido muchos kilos por no poder comer y de pronto se vio delgadísima. “Es mi momento, pensé. Vuelvo y me pongo a buscar agencia.”, recuerda Sissi y enseguida cuenta que estaba equivocada. “Es cierto que verme tan flaca me dio impulso para empezar a modelar, pero por otro lado, también me provocó un trastorno de conducta alimentaria, porque al empezar a trabajar pensé que si volvía a mi peso saludable iba a perder oportunidades de seguir modelando. ¡Qué equivocada que estaba! Por suerte, con el tiempo y tratamientos pude superar el trastorno alimentario, volver a alimentarme bien, disfrutar de la comida y de la vida. Creo que la facultad también me salvó de no caer en la falsa dicotomía entre la imagen y el ser una misma. Poner palabras a lo que nos pasa, reconocer nuestra subjetividad, nuestro deseo y asumirlo es esencial para no caer en la cultura de la fragmentación a la que nos lleva constantemente la exposición”, advierte.

En ese sentido, vuelve al mandato que conlleva su nombre: el de la belleza, la inteligencia y la tragedia a la vez. “Mi mamá me puso Sissi porque leía los cuentos de Sissi emperatriz, después salió la película con Romi Schneider y se enamoró de ella y de su historia de amor. Después cuando empezó a salir con mi papá tuvo su propia historia de amor muy fuerte también y me concibieron con mucho deseo. Mi papá eligió Caterina, emperatriz de Rusia. Y sí: es una carga a nivel psicoanalítico tener ese nombre.

Pero, a diferencia de las princesas, ella sí logró unificar sus deseos y llevarlos adelante, en una sociedad con muchas conquistas ganadas. En los tiempos que corren, con críticas o no, una mujer puede ser aquello que desea.

“Con el nombre ahora me llevo muy bien. Siento que es muy original y que por lo menos acá en Argentina pocas personas se llaman Sissi, pero de chiquita fue un tema porque una quiere ser igual a los demás, pero cuando crecés y encontrás la autenticidad es un lugar del que no querés volver.”

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/es-psicologa-y-tiene-otra-profesion-de-alta-exposicion-mis-pacientes-se-lo-bancan-nid08062023/

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