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El triunfo de los alquimistas de las campañas

Es posible conocer las reales razones por las que una persona decide su voto. Pero se requieren estudios minuciosos que se lleven a cabo en el momento mismo en que las elecciones ocurren. O investi...

Es posible conocer las reales razones por las que una persona decide su voto. Pero se requieren estudios minuciosos que se lleven a cabo en el momento mismo en que las elecciones ocurren. O investigaciones experimentales que garanticen condiciones similares a las de la elección en cuestión. La motivación del voto no se adivina por mera observación de las circunstancias.

En la Argentina no hay investigaciones tan detalladas. Menos de las elecciones que acaban de sustanciarse. Sin embargo, ninguna de estas herramientas es necesaria para los interpretadores poselectorales que, con los resultados del domingo, dicen conocer las motivaciones de los votantes. Opinan que fueron las emociones, pero que al final fue el miedo y no el voto rabia. Dicen que lo que antes parecía mal, ahora con los votos contados, resulta que estaba bien. O al revés. Que fueron redes, que fueron los medios. Que ganó el que gastó más plata en propaganda. Pero que también ganó el que no gastó un centavo en la campaña.

Con los votos contados, son todos especialistas en comunicación electoral. Y sin más evidencias que poner un hecho al lado del otro, se animan a afirmar que el primero es causa eficiente del segundo. Sin embargo, lo único que sabemos de lo que hicieron antes de las elecciones y los resultados es que son fenómenos sucesivos. Pero correlación no implica causa

Con los votos contados, son todos especialistas en comunicación electoral. Y sin más evidencias que poner un hecho al lado del otro, se animan a afirmar que el primero es causa eficiente del segundo. Sin embargo, lo único que sabemos de lo que hicieron antes de las elecciones y los resultados es que son fenómenos sucesivos. Pero correlación no implica causa.

A la fecha malamente sabemos que el candidato A hizo tal campaña y sacó esos votos, mientras la candidata B hizo esto otro y obtuvo tal resultado. Para peor, quien saca conclusiones apresuradas, suele conocer difusamente la campaña de A y de B. Sin un registro sistemático y comprensivo, apenas tenemos impresiones de los mensajes que recibimos. Y esos ni siquiera son una muestra de lo que vio en general el electorado.

Estos análisis apresurados coinciden en destacar la misión de unos consultores que resultan tan misteriosos y milagrosos como los alquimistas medievales. Si esos nigromantes convertían el plomo en oro, estos gurús internacionales supuestamente transmutan emociones en votos con la magia de las publicidades electorales. En el mismo acto, convierten también sus servicios en metálico, que teletransportan en sus cuentas extranjeras que no tienen problemas con cepos ni feriados cambiarios. Ese es su mejor truco de magia.

En estas conclusiones, la campaña electoral se convierte en el factor determinante. Como los alquimistas de la Edad Media que prometían la “panacea”, la comunicación política parece ser la cura para todos los males. Como en toda profesión lucrativa, hay dignos profesionales, pero los que más salen a explayarse son los oportunistas que aprovechan esta glorificación de la consultoría para apurar la firma de contratos.

Campaña tras campaña, estos curanderos electorales solo saben repetir el mismo truco. Publicidades anodinas, carteles con sonrisas obscenas, clientelismo descarado, cinismo sin anestesia. También saben que, como los viejos alquimistas, siempre pueden excusar los resultados en cuestiones accidentales. En la antigüedad, el fracaso habilitaba a los magos a intentar una y otra vez el mismo procedimiento. Y si sus patrocinadores lo consentían, eran porque habían gastado en ellos demasiado como para reconocer que su majestad se había equivocado.

Nadie pide pruebas contundentes para lo que son especulaciones sobre los resultados electorales. Ahora se abre una nueva ronda y se renuevan la fe en las recetas que imponen que haciendo una cosa o la otra, se puede convencer en pocas semanas a la mitad del país que o no fue a votar, o votó la contraria. Nadie se anima a afirmar que las cartas ya están echadas, sin necesidad de tanta parafernalia.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/el-triunfo-de-los-alquimistas-de-las-campanas-nid29102023/

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