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El robo jamás contado. La historia detrás de la “bajada del cuadro” de Videla: el grupo de cadetes que quiso boicotear el acto de Kirchner

“Proceda”, fue la orden del presidente Néstor Kirchner al titular del Ejército. El teniente general Roberto Bendini trepó dos escalones y descolgó los cuadros. Primero el de Videla y luego ...

“Proceda”, fue la orden del presidente Néstor Kirchner al titular del Ejército. El teniente general Roberto Bendini trepó dos escalones y descolgó los cuadros. Primero el de Videla y luego el de Bignone. Un detalle que pocos repararon en el momento: eran los únicos dos retratos en la galería hechos con fotografías. El resto, el de los otros directores del Colegio Militar, eran óleos.

No fue un movimiento espontáneo: la “bajada de cuadros” fue el punto cúlmine en el acto por la conmemoración de un nuevo aniversario del Golpe de Estado de 1976. La escena, transmitida en vivo y en directo para todo el país, serviría para consolidar el poder del santacruceño, que abrazó la bandera de los Derechos Humanos, en especial en lo referido a los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura.

El día que nació el “kirchnerismo”

Fue el 24 de marzo 2004, 28 años después de que los militares tomaran el poder y destituyeran a Isabel Martínez de Perón. En el Patio de Honor del Colegio Militar, institución donde se forman los futuros oficiales y que está ubicada donde se libró, en 1852, la histórica batalla de Caseros. Frente la cúpula militar (salvo dos generales y un coronel que en total desacuerdo pidieron el retiro), los miembros del Gabinete, cadetes y las cámaras de televisión que transmitían en vivo el acto.

Todos fueron testigos de un hecho histórico: la máxima autoridad de las Fuerzas, subido a un banquito, descolgó los retratos de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone. Para muchos, ese momento -inmortalizado en la imagen de Bendini bajando los cuadros por orden de Kirchner- fue la piedra fundacional del kirchnerismo y considerado un “acto de reparación histórica”.

Sin embargo, detrás de la historia por todos conocida, hay una trama llena de misterio e intrigas. Lo que pocos saben, porque tanto los militares como los funcionarios del gobierno se encargaron de mantenerlo en secreto, es lo que sucedió el día previo a “la bajada del cuadro”. Un hecho que pudo haberlo cambiado todo y tuvo un desenlace de película.

“Dentro del Colegio Militar siempre se supo, pero ellos son muy herméticos. Primero lo negaban, pero una vez que les demostrábamos lo que sabíamos y teníamos pruebas concretas, lo admitían. ‘¿Qué es lo que quieren saber?’, al final nos preguntaban. Nosotros lo tenemos chequeado, por múltiples fuentes: el hecho no es un mito, el robo ocurrió”, dice Joaquín Sánchez Mariño, periodista y autor, junto a Julián Zocchi, de El Cuadro, de editorial Planeta que, la última semana, salió a la venta en las librerías.

“Lo que tratamos de hacer es contar los hechos sin opinar, para no condicionar la lectura. Quisimos, dentro de lo posible, ser justos e imparciales”, añade Zocchi.

-¿Cómo surgió la idea de escribir un libro sobre este tema?

Joaquín Sánchez Mariño: -Siempre existió el rumor de que el cuadro de Videla, el que bajó Bendini, no era el verdadero; pero era una especie de mito. Un día, conversando, nos dio curiosidad y empezamos a preguntar. Enviamos algunos mensajes, hablamos con algunos contactos, queríamos saber si había sustento detrás del mito. Varios meses después recibimos un mensaje de una persona... y eso fue la llave.

Julián Zocchi: -La persona que nos contactó, y nos detalló qué fue lo que pasó con el cuadro, es alguien que tenemos que mantenerlo en el anonimato porque está en carrera militar y podría perjudicarlo.

“Comparaba el Colegio Militar con Hogwarts, la escuela de magia de Harry Potter”

-¿Qué decía el mensaje?

JSM: -’Sé que me están buscando para hablar sobre este tema, pero por acá no hablemos, encontrémonos’, decía algo así.

-Entonces, coordinaron un encuentro.

JZ: -Sí, fue hace tres años, en pandemia, el 7 de septiembre de 2020. En Buenos Aires recién habían comenzado a flexibilizar las restricciones, había poca gente en la calle y escasa iluminación... eso le dio al encuentro un clima especial.

Los autores recuerdan que momentos antes del encuentro, un grupo de oficiales de la policía bonaerense habían rodeado la Quinta de Olivos en reclamo de mejoras de las condiciones laborales. Al mismo tiempo, el expresidente Eduardo Duhalde había manifestado públicamente que existía peligro de un nuevo golpe de Estado: “Nosotros, esa misma noche, nos estábamos juntando con una persona que de alguna manera reivindicaba la figura de Videla. Fue muy loco...”, enfatiza Zocchi.

-¿Qué fue lo primero que sintieron al conocerlo?

JSM: -Adrenalina, parecía un juego de espías. Esta persona hacía cosas que a nosotros nos parecían de otro mundo. Nos llamó mucho la atención que para explicarnos sobre la vida de los cadetes en la institución recurría a las novelas de Harry Potter, decía que el Colegio había sido su Hogwarts (la escuela para magos de la saga).

JZ: -Lo primero que vino a mi mente fue el caso de los soldados japoneses que encontraron en la selva y seguían luchando, nunca se habían enterado que la guerra había terminado.

-Es inquietante pensar en ’un juego de espías’ o en ‘soldados que finalizada la guerra continuaban luchando’, ¿qué sucedió durante el encuentro?

JSM: -Nos citó alrededor de las 21, en un lugar pegado a una fuente. Nos dijo que, si el teléfono está intervenido, el ruido del agua impide las escuchas. Él apagó su teléfono. Nosotros lo imitamos y le pedimos permiso para dejar un teléfono encendido y grabar la conversación. Al comienzo hablamos sobre algunas cuestiones como mantener su anonimato para que no resulte perjudicado y después nos contó todo sobre la antesala del 24 de marzo de 2004.

-El 24 de marzo de 2004, el jefe del Estado Mayor General del Ejército Roberto Bendini, obedeciendo la orden del comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, bajó los cuadros de Videla y Bignone, antiguos directores del Colegio, ¿lo hizo por convicción u obediencia al Presidente ?

JSM: -Probablemente, un poco de ambas. Internamente Bendini había decidido ser él quien bajara los cuadros porque sentía que le correspondía soportar ese ‘mal trago’ como Jefe del Ejército. De hecho llegó a escribir una carta explicando los motivos, pero nunca la publicó. A la par, Kirchner había decidido que fuese Bendini el encargado de bajarlos.

La tensión de los días previos

-¿Cómo vivieron en el Colegio Militar los momentos previos a la bajada del cuadro?

JZ: -Hubo mucha tensión porque gran parte de la Fuerzas se oponían a la decisión del presidente Kirchner. Incluso, tres militares de alto cargo pidieron la baja por esto. El General Soloaga fue quien más puso el cuerpo: renunció un día antes. Muchos de sus camaradas decían que había que ir al acto y luego pedir la baja por este motivo. Los únicos que apoyaban la idea de la bajada del cuadro eran los militares que estaban bajo el ala de Bendini. Fueron horas de mucho tironeo para evitar que se hiciera el acto de la forma que se hizo. Bendini llegó a proponerle a Alberto Fernández, entonces jefe de gabinete, hacer el acto de manera privada. Pero no quisieron porque, como lo cuenta Verbinsky, lo importante era el simbolismo... eso era lo que se ponía en juego. Fue una previa muy caliente, como la que no se vivía hace tiempo.

JSM: -Todos estaban en contra. Además estaba el antecedente del lobby militar por las leyes de obediencia debida y punto final, que había fracasado. También, el nombramiento de Bendini generó un gran revuelo porque para hacerlo dieron de baja a 28 militares más antiguos y más experimentados para el cargo. Había un clima de enemistad. Por eso, cuando se enteran del acto algunos cadetes, en especial los más grandes, empezaron a pensar cómo podían revelarse ante el Presidente.

Según los autores, el periodista Horacio Verbitsky fue el ideólogo de la bajada del cuadro. “Antes, había le propuesto la idea a López Murphy cuando era ministro de Defensa de la Alianza y luego, también a Horacio Jaunarena, ministro de Defensa de Duhalde; pero ninguno accedió”, dicen.

-Sin embargo, el 24 de marzo de 2004, Verbitsky no asistió al acto.

JSM: -Él nos dijo que no fue porque no quería provocar...

JZ: -Creo que no fue porque no se hizo todo lo que él quería. Él no estaba de acuerdo con algunas de la situaciones que se dieron en la ESMA, creía que había que tomar el Casino de oficiales y que la escuela siguiera funcionando ahí para que los alumnos supieran lo que lo había pasado en la dictadura, pero hicieron una votación y ganó que se recuperara el predio de la ESMA y se hiciera el Museo de la Memoria.

El operativo: el robo del cuadro

-¿Qué planearon los cadetes del Colegio?

JSM: -Lo primero que se les ocurrió fue que ese día le negarían el saludo a Kirchner, desairarlo. Pero parece que el director se enteró de esto y el día del acto dispone dividir a “los revoltosos” en distintas partes del predio, separarlos. Entonces, un grupo más reducido empezaron a pensar cómo arruinarle el acto al Presidente y aparece esta idea. Un grupo de ocho cadetes, entre los que estaba nuestro entrevistado, que tenían entre 19 y 24 años, deciden tomar el cuadro. Ellos organizaron un operativo para que un día antes del acto el cuadro de Videla desaparezca del patio de honor y tuvieron éxito.

“El mediodía del 23 marzo, cuando todos estaban almorzando, había un punto ciego en el cambio de guardia. Eran tan solo un par de minutos, pero para el grupo de cadetes, que tenía todo calculado, eran suficientes para lograrlo. A través de un sistema de postas ejecutarían el plan, inclusive habían pensado quiénes serían los encargados de distraer a cualquiera que eventualmente se acercara al lugar. Una vez que tomaron el cuadro, pasaron a una sala contigua al patio. Allí sacaron la lámina del marco y se la entregaron a un cadete que estaba dándose de baja del Colegio y la sacaron del establecimiento. Cuando alguien se daba de baja no lo revisaban. El marco, que habían dejado tirado en el piso, fue encontrado por un ordenanza que enseguida dio el alerta”, cuentan los autores.

“Todo salió perfecto. Ellos sabían que corrían riesgo, como mínimo la expulsión del Colegio porque estaban desoyendo al Comandante en jefe de las Fuerzas, pero no los amedrentó. Incluso, muchos de los cadetes son de tradición familiar militar y para ellos, la expulsión no era como dejar la facultad, era más importante... pero no sabemos lo que les hubiese pasado si los descubrían, porque no hubo una voluntad real de encontrarlos”, agrega Sánchez Mariño.

“Aunque haya una foto del cumpleaños, yo la bajo igual”

-¿Qué sucedió luego de que el ordenanza encontrara el marco y diera el alerta?

JSM: -Hubo una revolución en el Colegio. El director Raúl Gallardo se vio venir un problema bárbaro y dio aviso a la cúpula, a Bendini y a otros. Así le llegó la noticia al Presidente.

-¿Cuál fue la reacción en el Gobierno?

JSM: -Dicen que cuando le contaron a Kirchner lo que pasó, él respondió: “Resuélvanlo, aunque haya una foto del cumpleaños de Videla, yo la bajo igual”. Creo que él había entendido lo poderoso de esa imagen, ese símbolo. En base a eso, construyó una épica. Para muchos ese momento fue el acto inaugural del kirchnerismo, la imagen más poderosa que tiene el movimiento.

JZ: -Alberto Fernández, llamó a Bendini para preguntarle si era cierto que el cuadro no estaba. El general le restó importancia al asunto y le dijo que el tema había sido solucionado. Por eso, ellos hablan de “un rumor”.

-¿Cómo lo solucionaron?

JZ: -Hasta 1982 la tradición era que todos los directores del Colegio Militar que se iban se les pintaba un óleo y se colgaba en la galería que está en el Patio de Honor. Bignone no fue la excepción. Cuando se retiró del Colegio para asumir la presidencia de la Nación, en julio del 82, mandaron a hacer el óleo. El día que la pintura estuvo lista, hubo un acto de inauguración. Ahí, la mujer de Bignone vio el cuadro y le dijo a su marido: “Negro, vos sos feo, pero no tan feo como en ese cuadro. Deciles que pongan una foto”. A su lado, estaba la mujer de Videla, Alicia Raquel Hartridge Lacoste, que la imitó y le propuso a su marido que a él también le hicieran una foto. Fue así que los oleos fueron cambiados por fotografías.

JSM: -Gracias a que se trató de una foto, los militares pudieron resolver el problema rápido. Llamaron al fotógrafo del Colegio y le pidieron una copia para reemplazar la lámina que había sido robada y listo, ‘acá no pasó nada’. Si hubieran sido óleos, como era la costumbre, nunca hubiesen podido resolver el tema porque no les daba el tiempo.

-Reemplazaron el cuadro robado con otra foto, aunque no fue exactamente la misma.

JZ: -Hay una nota en la revista VIVA del año 1999 en la que se ve que la foto que estaba colgada en el Colegio era una distinta, donde Videla aparece de frente. La foto que descuelga Bendini es de Videla mirando levemente hacia un costado, con un poco de sombra.

JSM: -En este punto, el testimonio del fotógrafo del Colegio Militar Luis Villordo, conocido como “Luigi”, fue fundamental. Él está en el Colegio desde 1960 y fue quien, en su momento, le sacó la foto a Videla y tiene todos los negativos. Villordo estaba en desacuerdo con la bajada de cuadro, pero quería proteger al Colegio. El misterio es si de la tira de negativos... ¿se equivocó o tomó otra a propósito? Con su testimonio pudimos constatar muchas cosas, es una pieza clave de la historia.

-¿Por qué no trascendió que el cuadro había sido robado?

JSM: -Creemos que hubo un pacto tácito, de mutua conveniencia, entre los militares y el gobierno. A los dos les convino decir que no había pasado nada. A Kirchner lo que le importaba era el símbolo. Y del otro lado, no era imposible encontrar y castigar a los culpables, no hubo una voluntad real de hacerlo.

-Para el libro entrevistaron a muchos protagonistas de la época, entre ellos al presidente Alberto Fernández, que en aquel entonces era el jefe de gabinete, ¿cuál fue su reacción?

JSM: -Para el gobierno todo quedó como un rumor, no estaban seguros de lo que pasó, al menos eso nos dijo Alberto Fernández cuando lo entrevistamos.

“Nos invitaron a dejar la investigación”

-Después de contarles la historia, el entonces cadete, ¿se mostró arrepentido?

JSM: -Él dice que hoy no lo haría, pero lo toma como una especie de travesura. Creo que no tuvo dimensión de la gravedad, de lo que sucedió... como un acto de rebeldía. Ellos seguían en esa guerra contra la subversión y sintieron que lo importante era que no habían bajado el original.

-Como autores del libro, ¿cuál fue el mayor desafío al que se enfrentaron durante la producción del libro?

JZ: -Tuvimos un par de episodios donde nos invitaron a dejar la investigación, pero nosotros lo teníamos muy chequeado. Nos costó mucho todo, nadie nos quería ayudar. Agendábamos reuniones, pero al tiempo nos cancelaban, inclusive entrar al Colegio fue complicado. El mismo día que nos dijeron que no podíamos entrar por los cuidados de la pandemia en Twitter el intendente Diego Valenzuela publica la posibilidad de hacer visitas guiadas al Colegio. Así pudimos entrar, como turistas.

JSM: -Como es un tema sensible quisimos ser muy rigurosos, acá no hay fabulación. En lo personal, me pasó que tengo 38 años y estoy cansado de la discusión de los 70, que sigamos atrapados ahí. Entonces, terminar haciendo un libro que habla de ese tiempo me resultó un poco incómodo porque no quiero volver sobre aquellas heridas... No es nuestra intención profundizar en la grieta, sino contar lo que sucedió en aquel momento. Terminar con una leyenda.

-Finalmente, ¿qué pasó con el cuadro?

JSM: -Para saberlo habrá que leer la historia completa... Creo que es uno de los hallazgos del libro y que va a escandalizar.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/el-robo-jamas-contado-la-historia-detras-de-la-bajada-del-cuadro-de-videla-el-grupo-de-cadetes-que-nid08092023/

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