LA HAYA.- El rey Guillermo Alejandro de Países Bajos, que se encontraba de vacaciones con su familia en Grecia, se vio obligado a regresar a su país para reunirse con el primer ministro holandés Mark Rutte, quien fue al palacio para entregar su renuncia ante la disolución de la coalición entre los cuatro partidos y encaminar al país profundamente dividido a una elección general en los próximos meses.

El problema de frenar la inmigración que desconcierta a los países europeos desde hace años fue el factor que provocó la caída del gobierno de Rutte el viernes por la noche y puso de manifiesto las profundas dificultades ideológicas de los partidos integrantes de la coalición. Ahora se prevé que será el tema dominante de la campaña electoral.

Rutte, que llegó a la reunión manejando su propio auto, abordó con el rey Guillermo las formas en las que se llevará adelante la administración provisional, un día después de que su gobierno de centro-derecha se derrumbara, aunque el premier no quiso hacer comentarios sobre las conversaciones, que duraron hora y media.

“Son reuniones confidenciales”, dijo a periodistas tras abandonar el palacio de La Haya.

Ahora el siguiente paso será disolver el Parlamento, pero antes habrá un debate sobre la dimisión del Gobierno en la Cámara Baja holandesa previsto para el lunes. Una vez disuelto, se celebrarán elecciones, previsiblemente en noviembre.

Rutte, de 56 años y en el poder desde 2010, es el primer ministro más longevo de Holanda. El viernes indicó en rueda de prensa que le gustaría presentarse a un quinto mandato, pero que consultaría con su partido antes de tomar una decisión definitiva.

La crisis en la política holandesa se produjo después de que el partido conservador VVD de Rutte intentara limitar el flujo de solicitantes de asilo.

Las tensiones llegaron a su punto álgido esta semana, cuando Rutte exigió el apoyo a una propuesta para limitar la llegada de hijos de refugiados de guerra que ya están en Holanda y hacer que las familias esperen al menos dos años antes de poder reunirse.

A ello se opusieron la pequeña Unión Cristiana y el liberal D66, lo que acabó por hundir al gobierno.

“Somos el partido que puede garantizar una mayoría para frenar significativamente el ingreso de solicitantes de asilo”, dijo Geert Wilders, dirigente del antiinmigrante Partido por la Libertad, quien apoyó la primera coalición minoritaria de Rutte hace 13 años.

Los opositores de izquierda quieren centrar la elección en otros problemas que, según ellos, Rutte no supo afrontar debidamente: el cambio climático, la crónica escasez de viviendas y el futuro del multimillonario sector agrícola.

Por su parte la dirigente del Partido Socialista, Lilian Marijnissen, dijo a la emisora NOS que la caída del gobierno de Rutte era una “buena noticia para Holanda”. “Creo que todos sentían que este gabinete estaba terminado. Han creado más problemas de los que han resuelto”, aseguró.

La coalición continuará en el poder como gobierno interino hasta que se forme una nueva coalición, pero no aprobará leyes importantes. “Dados los retos de estos tiempos, una guerra en este continente, una crisis política no beneficia a nadie”, tuiteó Sigrid Kaag, dirigente del partido centrista y europeísta D66.

Desde la crisis migratoria de 2015-2016, la inmigración no había sido una línea de fractura en la política europea.

Agencias AP y Reuters