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El crimen de la conejita de PlayBoy: la policía dijo que nunca había visto nada igual y un nuevo dato podría revelar la verdad

El crimen de la coneji...

El crimen de la conejita de Playboy Eve Stratford conmovió a la sociedad londinense hace 48 años y todavía sigue generando preguntas, ya que continúa impune. Aunque ahora parece haber más respuestas. La joven que trabajaba en el Playboy Club de la capital inglesa tenía 21 años en marzo de 1975 cuando fue hallada en su departamento con las manos atadas a la espalda y con un brutal corte en el cuello. Además, la mujer había sido violada.

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El ataque a Stratford fue tan horroroso que un experimentado oficial de la policía aseguró al examinar la escena del crimen que nunca había visto nada similar.

Casi medio siglo después, Collin Sutton, un exdetective e investigador británico de crímenes en serie aseguró tener pruebas que podrían ayudar a resolver el caso, y tienen que ver con otros dos terribles asesinatos ocurridos en la capital británica también en los años ‘70 que habrían sido cometidos por el mismo autor. Se trata de los crímenes de la estudiante Lynne Weedon, de 16 años, y de Lynda Farrow, una mujer de 29 años que se encontraba embarazada.

Una joven con el sueño de ser modelo

La conejita de PlayBoy asesinada era oriunda del condado de Chesire, un lugar que dejó a los 19 años para mudarse a Londres y convertirse, poco después, en moza del Playboy Club. En ese rol, la muchacha se había vuelto popular entre los clientes y solía enviar fotos a sus familiares junto a personajes famosos de la Inglaterra de mediados de los ‘70.

Sin embargo, más allá de la felicidad que emanaba de esas fotografías, el verdadero sueño de Eve era ser modelo. En ese proyecto, su máximo interés radicaba en salir en la revista Playboy. Pero como ese cometido no pudo ocurrir, la joven se presentó e hizo una sesión fotográfica para Mayfair, la publicación rival de la revista estadounidense fundada por Hugh Hefner.

Según la reconstrucción de este impactante caso policial que realiza el medio británico The Sun, Eve apareció en topless en la portada de dicha revista, que la presentó como “la rubia más clásica que jamás hayamos descubierto”.

Nueve páginas le dedicó la revista a las fotos de la mesera del Playboy Club, entre ellas, la doble página central, en la que se encontraba desnuda y una entrevista en la que la joven contó algunos detalles de su vida íntima, como que le gustaba ser dominada, pero no que la ataran o azotaran.

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Lamentablemente para ella, el hecho de haber salido en la revista competidora de la marca Playboy le costó una suspensión de tres meses en su trabajo. Pero a Eve no le molestó, porque sabía que era parte del precio que debía pagar por seguir detrás de su pasión, el modelaje. De hecho, ella le contó a la mujer que la había contratado en el Playboy Club que ya no pensaba regresar.

Poco después, consiguió un trabajo como modelo para una revista muy reconocida de Sudáfrica y posó para la tapa de un libro policial. Paradójicamente, la joven se mostró allí como una mujer aterrorizada bajo la amenaza de una cuchilla que se aproximaba a su garganta.

Un crimen espantoso

Pero dos semanas después de que su portada en Mayfair llegara a los kioscos de revistas y cuando su vida se proyectaba hacia el cumplimiento de sus sueños, el 17 de marzo de 1975 fue asesinada. Eve se reunió ese día con su agente y luego de ello, alrededor de las 16, llegó a su departamento en Leyton, un área ubicada al noreste de Londres.

Un vecino de la modelo escuchó que ella hablaba con un hombre y un rato después, a las cinco y cuarto de la tarde, oyó desde su piso un ruido sordo, que describió como el de una silla cayéndose. Más adelante, el mismo vecino oyó que alguien bajaba por las escaleras.

Tony Priest, el novio de Eve, fue el primero en encontrar a la joven violentamente atacada y ya sin vida. Había sido atada con sus propias medias y, según se supo luego, había sido violada. Tenía cortes en la cara y la garganta había sido tajeada casi hasta la decapitación. La autopsia determinó luego que le habían cortado 12 veces el cuello. A su lado, con manchas de su propia sangre, había un ramo de flores que ella había comprado poco antes en la calle.

La escena del crimen fue descripta entonces por el personal de la policía que estuvo en el lugar como algo jamás visto. A su vez, los investigadores supusieron que las declaraciones que había hecho la muchacha en la revista Mayfair, donde contó también que vivía sola con su gato, pudieron haber incentivado al ataque del feroz homicida.

El novio de Eve, sus empleadores y algunos clientes habituales del Playboy Club fueron interrogados, pero ninguno llegó a cuadrar en la categoría de sospechoso.

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El asesinato de Lynne Weedon

Seis meses después de ese hecho, cuando todavía el crimen de la “conejita” estaba en la memoria colectiva inglesa, un 3 de septiembre de 1975, hubo otro brutal ataque. Lynne Weedon, de 16 años, era una estudiante secundaria que esa noche había salido para festejar una serie de buenas notas obtenidas en su colegio. En la vuelta a su casa, tomó un atajo por una calle oscura y desierta y allí fue golpeada en la cabeza con algo pesado.

Su agresor, entonces, abusó sexualmente de ella y luego la arrojó por encima de una pared a un terreno donde había una subestación eléctrica. Un vigilante de ese lugar la encontró al día siguiente. La joven fue llevada al hospital West Middlesex, pero murió una semana después, sin haber recuperado nunca el conocimiento.

Algún testigo aseguró haber visto a un hombre huir del callejón donde ocurrió el ataque, pero nunca fue encontrada el arma que impacto contra la cabeza de la adolescente.

Fue recién en 2004, con los avances de la ciencia, que un análisis de ADN pudo determinar que las dos mujeres, Eve y Lynne, habían sido atacadas por la misma persona.

Otra víctima, la misma saña

Pero aún quedaba otro crimen para resolver. El de Lynda Farrow, que encontraría su trágico fin el 19 de enero de 1979, unos cinco años después del crimen de Eve y en un escenario distante apenas 800 metros del lugar donde fue asesinada la modelo.

Lynda llegó ese día a su casa luego de haber salido a hacer compras. Como se apresuró a contestar el teléfono que estaba sonando, no alcanzó a cerrar la puerta de su casa. Dos niñas que pasaron por el frente del lugar dijeron luego a los investigadores que escucharon un grito femenino antes de que vieran cerrarse la puerta principal.

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La mujer, que estaba embarazada de cuatro meses, fue golpeada con evidente saña y el criminal también le cortó la garganta con un cuchillo serrado. Sus hijas, de 11 y 8 años, la esperaron a la salida de la escuela hasta que optaron por regresar solas a su casa. Allí encontraron a su mamá tendida sobre el piso ensangrentado.

Lynda Farrow no había sido atacada sexualmente y no había ADN de otra persona en la escena del crimen, pero el investigador Colin Sutton asegura que el asesino puede ser el mismo que mató a Eve y Lynne. En diálogo con The Sun, el especialista en crímenes explicó: “Dadas las circunstancias, el lugar y la forma de matar, es muy probable que se trate del mismo asesino. Las dos mujeres fueron atacadas en sus propias casas y degolladas”.

El exdetective, que realizó sobre estos casos un documental llamado West End Girls, señaló también que no podría asegurar que los tres crímenes fueron los únicos que cometió este asesino. “No podría decir si volvió a atacar -explicó-. Si se hubiera restringido a Eve y Linda, probablemente diría que esos fueron los únicos asesinatos, pero el crimen de Lynne Weedon es un verdadero comodín porque ese delito es muy diferente en la modalidad en que fue llevado a cabo”.

“Si no hubiera existido la prueba de ADN, nunca lo vincularías con los otros dos”, remató el investigador.

Más adelante, después de descartar otros asesinos seriales famosos, ya que el ADN no fue coincidente, Sutton habló de un nuevo posible criminal que tienen en la mira: “Luego de nuestra investigación, tenemos un nuevo sospechoso y pensamos que la persona que necesita eliminarse, digamos, de la investigación, no es conocida por la policía o las autoridades”.

En 2009, el papá de Eve, que falleció años desués, reveló que su esposa Liza nunca pudo recuperarse de la muerte de su hija y que todos los días la visitaba en su tumba. El hombre contó que ella no podía dejar de pensar en lo que había pasado por la cabeza de su hija en el momento previo a su muerte. Liza, además, abandonó el trabajo que tenía en una boutique porque no toleraba ver a las jóvenes que compraban allí, vibrantes y llenas de vida. Murió en 1986.

La manera en que este crimen -o crímenes- aún obsesiona a la sociedad británica se confirma en el hecho de que en la televisión de Gran Bretaña se estrenó esta semana el documental The Playboy Bunny Murder (El asesinato de la conejita de Playboy), donde se vuelve a hacer un análisis del feroz hecho que aún permanece impune.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/en-las-redes/el-crimen-de-la-conejita-de-playboy-fue-hace-48-anos-y-una-nueva-hipotesis-provoco-un-giro-nid17112023/

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