La salud mental es una de las grandes cruzadas que abrazan el príncipe Harry y Meghan Markle, los duques de Sussex. La semana pasada, la pareja desembarcó en Nueva York, donde participó en la cumbre sobre bienestar mental, un megaevento que la Fundación Archewell –la organización que fundaron en 2020 tras su alejamiento de la familia real británica– llevó adelante en el marco del Día Mundial de la Salud Mental.

Luego de escuchar las ponencias de los expertos y testimonios dramáticos de padres que combaten los efectos adictivos de las redes sociales y cyberbullying, entre otros temas preocupantes, Meghan (42) tomó la palabra. “Además de ser esposa, ser madre es lo más importante de mi vida... Si bien nuestros hijos todavía son chicos, me asusta cómo puede afectarnos en el futuro”, aseguró, mientras Harry (39) escuchaba con atención. “Tengo miedo debido a la rapidez en que se suceden los cambios y a que pronto esto puede estar frente a nosotros”, dijo y exigió tomar acciones inmediatas, tales como implementar más controles de contenidos y modificar las aplicaciones para que no sean tan adictivas. “La gente está resultando herida y, especialmente, los niños, que están muriendo”, dijo. Horas más tarde, la pareja volvió a hacer las valijas para aterrizar en Canouan, una pequeña isla ubicada en el mar de las Antillas, aunque sin sus hijos Archie (4) y Lilibet (2). Con una extensión de menos de 5 kilómetros de ancho, Canouan es uno de los destinos de lujo más exclusivos del mundo; de hecho, se lo conoce como el lugar donde “los multimillonarios van para escapar de los millonarios”. Allí, en medio del paraíso, Meghan y Harry pasearon tomados de la mano (como se los vio en una imagen captada por un testigo), relajados y enamorados.