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Debate presidencial: ver para saber y votar

Faltan ocho días para que se realice el primer debate presidencial de este año. Ocurrirá en la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Será esa una nueva oportunidad histórica. En un mism...

Faltan ocho días para que se realice el primer debate presidencial de este año. Ocurrirá en la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Será esa una nueva oportunidad histórica. En un mismo encuentro y en un mismo lugar, expondrán sus ideas programáticas e intercambiarán opiniones los cinco candidatos a ocupar la primera magistratura a partir de diciembre próximo: Javier Milei (La Libertad Avanza), Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), Sergio Massa (Unión por la Patria), Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) y Myriam Bregman (Frente de Izquierda).

Los debates son obligatorios desde 2016, pero el primero realizado bajo el imperio de la ley que los convoca tuvo lugar solo en 2019. Desde ya que hubo antes otros debates entre candidatos, pero fueron voluntarios y la mayoría se realizó a instancias de instituciones académicas y medios de comunicación privados. Un reciente ejemplo de ello lo representa el concretado el miércoles último por la señal de cable TN entre los candidatos a vicepresidente de la Nación Victoria Villarruel (La Libertad Avanza), Luis Petri (Juntos por el Cambio), Agustín Rossi (Unión por la Patria), Florencio Randazzo (Hacemos por Nuestro País) y Nicolás del Caño (Frente de Izquierda). Las propuestas y los cruces entre ellos le han permitido al electorado observar de primera mano y en directo qué proyectos defienden, con qué herramientas dicen que cuentan para llevarlos a cabo, cómo se posicionan frente a sus rivales, qué nivel de profundidad tienen sus argumentos y cuán tolerantes resultan frente a la diversidad de opiniones. Ningún acto de campaña, spot publicitario ni posteo en redes sociales reemplaza el juego de opiniones en un abierto intercambio de ideas.

Los dos debates presidenciales que deberán realizarse este año –el segundo tendrá lugar el 8 de octubre y, de haber ballottage, habrá un tercero el 12 de noviembre– cuentan, además, con un hecho tan inédito como imprescindible: la participación ciudadana. A instancias de la Cámara Nacional Electoral, los ciudadanos tuvieron la oportunidad de seleccionar dos temas para sumar a los tópicos preestablecidos. De una lista de siete, quienes votaron se inclinaron por que, además de hablar de economía, educación, seguridad y trabajo, los candidatos también discutan sobre derechos humanos y convivencia democrática en el primero de los encuentros y sobre desarrollo humano, vivienda y protección del ambiente en el segundo por realizarse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, en esta Capital, al igual que el del eventual ballottage.

Antes de las PASO, desde estas columnas, insistimos en la necesidad de que debatieran los precandidatos de todas las instancias electorales. Sin embargo, en esa oportunidad fueron muy pocos los encuentros que se realizaron al respecto en el país. La inclusión de la obligatoriedad en la Argentina ha llegado tarde si se la compara con naciones donde la práctica de debatir lleva ya muchos años. Deberíamos ampliarla a todo tipo de elecciones. Quien elige un intendente está decidiéndose por quien cree que debería administrar su cotidianeidad, su cercanía más próxima. Por esa delicada razón, entre otras muchas de igual peso, merece conocer a los postulantes, saber qué piensan y cómo se aprestan a ejecutar los recursos de la comuna, que no son más que los dineros de los propios contribuyentes, para destinar a áreas tan sensibles como la salud, la educación y la seguridad.

La democrática práctica electoral se enriquece con su constante ejercicio. Cuando más informados estemos los ciudadanos, más adecuadas podrán ser las decisiones por adoptar.

No es una novedad que muchos dirigentes reniegan de los debates. Básicamente, porque son reacios a aceptar los riesgos de la inmediatez, de la improvisación y porque temen cometer errores. La realidad indica que cada vez que se realizó un debate, aun con sus aciertos, yerros y desajustes de dinámica y desarrollo, el resultado ha sido más que satisfactorio.

En estas épocas difíciles, de graves padecimientos socioeconómicos, de inseguridad física, de profundo descreimiento en la política, de eslóganes vacíos, de declaraciones fuera de tono y hasta de improperios y gritos destemplados de quienes pretenden manejar los destinos del país, la ciudadanía necesita más que nunca conocer y ver cómo interactúan los candidatos, cómo reaccionan ante el imprevisto, momento clave en el que los libretos preparados en forma marketinera suelen sucumbir.

Si siempre resulta esencial que el elector se adentre en el entendimiento de los objetivos programáticos de la fuerza política en competencia, no es menos importante que repare en aspectos de la personalidad de quien se presenta como líder, de quien aspira nada más y nada menos que a regir los destinos del país, dramáticamente herido por las profundas diferencias que la propia política –la mala política– se ha esforzado con denuedo en instaurar y sostener.

Es mucho lo que nos jugamos los argentinos en los próximos comicios. Así como, en su momento, apelamos desde este espacio a que aumente la participación a la hora de votar, hoy lo volvemos a hacer junto con la aspiración de que sean muchos los que asistan a los debates previstos, convencidos de que no habrá salida si no la buscamos unidos y que, desentendernos de esa búsqueda, compromete el futuro de todos, sin excepción.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/debate-presidencial-ver-para-saber-y-votar-nid23092023/

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